ESPECTáCULOS
› OTRAS CUATRO OPCIONES EN LA COMPETENCIA OFICIAL
Un menú sin restricciones
Los films Le monde vivant, Save the Green Planet!, Antes que o tempo mude y Levelland marcan la diversidad del festival porteño.
› Por Horacio Bernades
Una extraña fábula medieval-contemporánea, una despatarrada clase-B de origen coreano, una mirada casi impresionista sobre la intimidad de una chica separada y una instantánea en movimiento sobre un grupo de skaters texanos es el menú que por estos días ofrece la competencia oficial del VI Bafici, manteniendo su proverbial gusto por la cocina variada y surtida. En términos de intenciones y de estilo, no podría imaginarse un mundo más distante del deliberado, austero retoricismo de Le monde vivant –en la que los actores “representan” sus papeles, recitando sus líneas como en un teatro– que la desfachatada bizarría de la coreana Save the Green Planet!, donde el sobreexcitado protagonista imagina una delirante conspiración alienígena y podría llegar a estar en lo cierto. Del mismo modo y más allá de la empatía de ambas para con sus personajes, más que un océano media entre el callado, pudoroso intimismo de la portuguesa Antes que o tempo mude y el rock’n’roll adolescente de Levelland.
Segundo film del francés Eugène Green, Le monde vivant es uno de esos en los que se requiere cierto tiempo hasta sintonizar lo que podría denominarse la “clave de lectura”. En la escena introductoria, un muchacho se cruza, en un bosque, con otro que lleva jeans y camisa, a pesar de lo cual se presenta a sí mismo como chevalier (caballero). “Este es mi león”, dice, señalando al perro de aguas que lo acompaña. Podría tratarse de un loquito de las inmediaciones, si no fuera porque el can saluda con un rugido. De allí en más tiene lugar un clásico cuento medieval, con bosques, caballeros y doncellas, en el que el héroe debe rescatar a la heroína del encierro al que un ogro la ha sometido. Monsieur Green apuesta al hieratismo total y a un lenguaje visual deliberadamente primario, hecho de planos frontales, cámara fija y cortes directos. Todo tiende a reforzar en el espectador la conciencia de estar asistiendo a una representación. Lo cual puede quedarse en el mero ejercicio intelectual si, como en este caso, no queda claro a qué se apunta con ello.
Más transparente es lo que el realizador coreano Jeong Jun-hwan ambiciona con Save the Green Planet!: divertirse y divertir, con una suerte de comic desvergonzado, adrenalínico y bizarro. Convencido de que se trata de un invasor de otro planeta –que supuestamente planea destruir la Tierra durante un próximo eclipse lunar– el joven protagonista Beongyu secuestra a un prominente empresario. Con ayuda de su novia lo ata en un sótano y procede a torturarlo, con instrumentos que incluyen una extraña especie de consolador. La película es sin duda irregular y en más de una ocasión el debutante Jeong jun-hwan se engolosina y descontrola. Pero abundan los hallazgos cómicos (cierta reanimación involuntaria de un agonizante, por culpa de una patada de más) e imaginativos (una entera cosmogonía alternativa del planeta Tierra, narrada mediante una cascada de imágenes animadas). Sin embargo, el mayor mérito del film tal vez sea la ambigüedad, lo cual es bastante poco típico. En efecto, el espectador de Save the Green Planet! nunca sabe si el protagonista es un loco peligroso, un Edipo en armas o tal vez un tierno y quimérico visionario, a quien el resto del mundo se niega a escuchar. Una clase distinta de (mal)estar en el mundo atraviesa Laura, protagonista del film portugués Antes que o tempo mude. Recién separada y con dos hijas, durante el conciso tiempo en que el film la acompaña Laura parece en busca de un lugar que no termina de hallar, en todas las esferas de su vida. El debutante Luis Fonseca sigue bien de cerca el devenir de la protagonista, acoplándose a sus tiempos, su inestabilidad y a su más recóndita intimidad. Sin pretender forzar nada, la cámara de Fonseca acompaña a Laura en los violentos encontronazos con su ex y sus no menos violentas reconciliaciones en la cama. La sigue en sus frustrados intentos de comunicación con un padre dado a la depresión y una madre dominante, en los circunstanciales encuentros con unas hijas a las que no ve muy seguido, en las visitas a la discoteca y en las salidas con su hermana. Las enseñanzas del cine de Cassavetes, del cinéma-verité y del portugués Pedro Costa (cuya compañía de producción está detrás del film) son perceptibles aquí.
Como sucede con el film de Fonseca y en un registro muy distinto, las películas del cineasta texano Richard Linklater saben captar con gran fidelidad la verdad de sus protagonistas, jóvenes o adolescentes que bien podrían ser sus vecinos. Otro tanto parecería pretender el debutante Clark Lee Walker en Levelland, crónica de unos días en la vida de unos skaters. Pero un talento apenas limitado, una técnica poco más que de principiante y el roce permanente con personajes y situaciones vistos en mil películas hacen que Levelland parezca un film a medio camino entre la tele de cable y Rebeldes y confundidos. Definitivamente más cerca de la programación de relleno de un cine de pueblo que de la competencia oficial de un festival llamado a dar albergue al riesgo, la originalidad o el talento.
Le monde vivant se exhibe por última vez hoy a las 15.30, en el cine América. Save the Green Planet!, hoy a las 17.30 en el América. Antes que o tempo mude, hoy a las 15.45 en el Hoyts 10 y mañana a las 16 en el América. Levelland, hoy a las 17.45 en el Hoyts 10 y el miércoles a las 18 en el América.
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