ESPECTáCULOS
El día para ver una de camellos
The Story of the Weeping Camel, la polaca Cambios y la coreana Luz invisible expresan otras facetas de la competencia oficial.
› Por Horacio Bernades
Si el Bafici logró desterrar el inglés como lengua dominante del cine, parece que aún no puede hacer lo mismo a la hora de designar a las películas que integran su programación. Qué mejor prueba de ello que los films que por estos días presenta su competencia oficial, ninguno proveniente de un país angloparlante. Tanto el catálogo oficial del festival (que, según sus organizadores, atrajo a 41.653 espectadores en los primeros cinco días) como el diario y la grilla de programación identifican a la polaca Przemany como Changes, a Die Geschichte von weinenden Kamel (coproducción germano-mongola) como The Story of the Weeping Camel y a la coreana Geu Jip Ap como Invisible Light. Está claro que designar estas películas por sus títulos originales convertiría a los potenciales espectadores en lectores de jeroglíficos. Pero, ¿no se las podría traducir al castellano, algo tan arbitrario pero más pertinente que hacerlo al inglés?
Dejado de lado el pequeño arrebato etimológico-antiimperialista, Przemany (o Changes, o Cambios) aparece como una película de segunda mano, que revisita tópicos cinematográficos más que transitados sin aportarles mayores novedades. La irrupción de un extraño a una superpoblada casa familiar de la campiña funciona como catalizador de las disfunciones familiares. “Acá nadie ama a nadie, y a la nena todos la amamos demasiado para su propio bien”, le lanza al extraño su nuevo cuñado, a modo de bienvenida, antes de advertirle que lo mejor que podría hacer sería dar media vuelta e irse. La advertencia no es exagerada, pero no se espere aquí una disfuncionalidad machaza a lo Happiness, lo cual le hubiera dado otro filo a la película del debutante Lukasz Barczyk. Tampoco está a la altura de sus antecedentes el recién llegado, que por más que sea separado, ex adicto y desempleado, no produce una revolución familiar alla Teorema. Lo único que se sale de la medianía son los ataques de irritabilidad de una de las hermanas, cuya diabetes genera verdaderas tremolinas, cada vez que su cerebro recibe menos irrigación de la que debiera.
Otra cosa es la película germano-mongola codirigida por Byambasuren Davaa –nativo de Ulaanbaatar– y el italiano Luigi Falorni. “Ahora, chicos, les voy a contar la historia de cómo el camello perdió los cuernos”, dice uno de los ancianos de una tribu del desierto de Gobi, mirando en dirección a cámara, en la primera escena de La historia del camello llorón (finalmente el inglés se impone). De allí en más, está claro que la película se propondrá a sí misma como parte de una tradición folklórica oral, narrando la relación entre una camella y su cría. Como ésta es más voluminosa que lo habitual y la madre es primeriza, el parto se hace sumamente complicado, tras lo cual la madre se niega a alimentar al camellito. Adhiriendo a un minimalismo austero (pero no árido), la película de Davaa y Falorni sigue con tanta pertinacia a ambos camélidos, que se podría decir que no sólo logra un retrato íntimo de ambos, sino que además mueve al espectador a identificarse, emocionarse y hasta cinchar por el pequeño. Lo cual no es cosa frecuente. Pero además es posible compartir, durante apretados 78 minutos, la vida cotidiana de la tribu, con tanto interés como el que podían despertar los documentales de ese padre del género llamado Robert Flaherty.
El minimalismo es también la clave que define el film coreano Luz invisible, opera prima de Gina Kim, radicada en Estados Unidos. Dividido en dos partes, en la primera Kim sigue los pasos de una estudiante de ese origen, temporariamente instalada en Los Angeles, cuyo affaire amoroso con un hombre casado parece al borde de la extenuación. La segunda mitad está dedicada a la esposa de aquél, que se ha quedado en Seúl, espera un niño y también sostiene algún eventual encuentro sexual con un desconocido, comomodo de paliar su soledad. Soledad parecería, en efecto, la palabra clave en este film coreano, aunque no se la mencione jamás. La realizadora sigue a ambas protagonistas desde una suerte de distancia empática. Dedicada a registrar los tiempos de su aislamiento y el vacío de los espacios que las rodean, su parca hondura hace pensar en la cámara de Kim como un equivalente visual (y oriental) de la trompeta de Miles Davis.
Changes se verá hoy a las 17.30 en el Hoyts 10 y mañana a las 16 en el cine América. The Story of the Weeping Camel, hoy a las 23 y mañana a las 17.45, en el Hoyts 10, y el jueves a las 18 en el América. Invisible Light, hoy a las 20.15 y mañana a las 15.30, en el Hoyts 10, y el jueves a las 16 en el América.