ESPECTáCULOS
“En toda escritura está cifrado el futuro que uno siempre desea”
Por Sandra Chaher
El objetivo era hablar de las características de la novela y el cuento durante el año 2003. Para ello, la Fundación El Libro organizó una charla a la que convocó a Patricia Suárez –ganadora del Premio Clarín del año pasado con la novela Perdida en el momento–, Guillermo Martínez –ganador del Premio Planeta el mismo año por Crímenes imperceptibles– y Hebe Uhart, cuya novela Mudanzas se agotó rápidamente en librerías, según explicó el moderador Horacio Semeraro. La elección de los participantes de la mesa Los Novelistas y Cuentistas del 2003 probablemente haya sido correcta (haciendo la salvedad de que se trata de una selección, con lo cual siempre queda fuera gente que también merecía estar allí), pero, en parte debido a la consigna que tenían los participantes, y también por la dirección que sugirió Semeraro para el encuentro, se perdió la posibilidad de debatir sobre los tópicos que caracterizaron a la literatura editada el pasado año; la charla derivó básicamente en un raconto de las experiencias de los autores con sus textos y en un debate sobre la vigencia de la novela histórica.
Para quienes nunca escucharon a Martínez o Suárez, el relato de los pormenores que rodearon la escritura de sus novelas puede resultar interesante, complementario de la lectura de los libros. Suárez contó cómo aquello que originalmente iba a ser un cuento, se “deformó” y devino la novela que la hizo trascender. “Estaba frustrada porque no avanzaba. Llegué a un texto de 45 carillas que me parecía disparatado. Se lo mandé a Elvio Gandolfo, y me dijo ‘terminalo’. Cuando lo vi concluido me pareció misterioso, no entendía por qué habían aparecido ciertas cosas. Yo tengo la idea de que lo que uno escribe vaticina el futuro, no como lo haría un astrólogo, sino que en la escritura está cifrado el futuro que uno desea.”
La vocación de Martínez por las matemáticas fue decisiva para la escritura de Crímenes imperceptibles. La conexión de la ciencia con la literatura le da una cualidad particularmente reflexiva a su obra y su pensamiento. Cuando empezó a escribir su última novela estaba haciendo un posdoctorado en matemáticas en Oxford, Gran Bretaña; el libro transcurre en ese ámbito académico, en el que se dan una serie de crímenes seriales. “Intenté hacer un policial clásico, como los de Agatha Christie, Truman Capote, o incluso pensando en las historias de Sherlock Holmes, que era lo que yo leía en mi adolescencia. Lo nuevo por lo nuevo, como gesto de ruptura, no me interesa. Tiene que agregar algún elemento. Lo que yo intenté en mi novela es que lo nuevo dentro del policial fuera la mirada desde cierta filosofía matemática.”
Hebe Uhart fue la única que, interpretando libremente la consigna de los organizadores, no habló de su novela, sino que tomó dos libros escritos en el 2003 que le resultaron interesantes por razones similares: los autores intentan mirar desde adentro el mundo que describen, como si lo habitaran. Uno es Cosa de negros, de Washington Cucurto, en el que se retrata el mundo de la bailanta y la cumbia villera: “Las emociones, eso que miramos sin explicarnos bien los escritores de clase media. El explica el fenómeno como quien baila, no como quien observa. Inventa palabras, neologismos, mezcla el guaraní con el castellano, y una cosa que me interesa particularmente es el registro que hace de los nuevos migrantes: paraguayos, correntinos, dominicanos”. El otro libro escogido por Uhart fue Runa, de Enrique Fogwill. “Se mete con el mito para captar el pensamiento del mito. Trata de pensar como lo hubiera hecho un hombre ‘primitivo’, lejos de la mirada antropológica.”
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