Mié 21.04.2004

ESPECTáCULOS  › “LA SEÑORA MACBETH”, EN EL C.C. DE LA COOPERACION

“Así son nuestros fantasmas”

En esta puesta, escrita por Griselda Gambaro y dirigida por Pompeyo Audivert, los personajes de William Shakespeare se prestan a una serie de asociaciones que los vincula con la historia argentina.

› Por Hilda Cabrera

“Los planteos de los poderosos resultan generalmente dañinos para el resto de la sociedad”, apunta el actor y director Pompeyo Audivert, compartiendo con cuatro intérpretes del elenco de La señora Macbeth la opinión de que, además de nefastos, son ridículos en su desmesura. El director y los jóvenes que en la obra de Griselda Gambaro componen personajes libres de las ataduras del tiempo y el espacio (un espectro y tres brujas), el actor Damián Moroni y las actrices Corina Romero, Silvia Hilario y Fernanda Pérez Bodria, subrayan por lo menos una anomalía frecuente en los superpoderosos: la planificación y, al mismo tiempo, la negación de las tragedias que desatan. El texto que inspiró el de Gambaro, el célebre Macbeth (o The Tragedy of Macbeth, de William Shakespeare, que se conoció impreso en 1623 como “copia de un texto para ser representado”), no escatima asesinatos. Acicateado por la ambición de ser rey, Macbeth acaba siendo aquel que “ha asesinado el sueño”.
La señora... incorpora fragmentos de Shakespeare, pero alude a un presente en el cual los que detentan mando no se responsabilizan de las muertes que provocan. En esta pieza que se estrena este viernes a las 22, en el C.C. de la Cooperación (Corrientes 1543), la actriz Cristina Banegas recrea el protagónico. Cinco personajes son suficientes para contar una negra historia que el espectador irá descubriendo a través de los diálogos que entablan las brujas y la señora, y ésta y el fantasma de Banquo, ex general de Duncan, rey de Escocia, dos de las numerosas víctimas de Macbeth. Esta es la primera vez que Audivert pone en escena una pieza de Gambaro, no así textos de Shakespeare, que elaboró atento a los marcos del teatro experimental. Un ejemplo de su búsqueda es su labor con actores y actrices de su Teatro Taller El Cuervo (con algunos de los cuales mantiene en cartel Unidad básica, creación colectiva que dirige). En cuanto al equipo de La señora Macbeth, lo completan Claudio Peña, a cargo de la música y su ejecución en violoncello, Magdalena Banach (vestuario) y Leandra Rodríguez e Ignacio Riveros (iluminación).
–¿A qué se debe la “lucidez” de estas brujas, diferentes de las proféticas de Shakespeare?
Corina Romero: –La composición que hicimos partió del imaginario que guarda cada una sobre las brujas. Para mí, esa lucidez tiene origen en la sabiduría popular. Son personajes fantásticos atravesados por nuestra realidad histórica y actual.
Silvia Hilario: –El texto es muy contemporáneo y nosotras no nos distanciamos de la experiencia cotidiana. Estas brujas son producto de una articulación entre las “conectadas” con el pueblo, las que se relacionan con el más allá, y las que están cerca de los poderosos.
Pompeyo Audivert: –En algún aspecto, son emisarias de una conciencia colectiva que le señalan a esta señora sus debilidades y faltas.
–¿Advirtiéndole, por ejemplo, que mire sus manos enrojecidas, manchadas para siempre por los crímenes cometidos?
P.A.: –La someten a pruebas, a experimentos de carácter moral de los que la señora no sale bien parada.
Fernanda Pérez Bodria: –Ellas sacan a la luz lo que está en el núcleo del poder: la ambición y las siniestras lucubraciones de los que mandan. Le recuerdan también que debe atenerse a las consecuencias.
–La venganza de los muertos, como anticipa el espectro de Banquo en la obra. ¿Cómo clasificarían a este fantasma?
Damián Moroni: –Este es un fantasma de carne y hueso, porque así son nuestros fantasmas. No pertenecen totalmente al más allá, están presentes en nuestra historia social y, si nos atrevemos a preguntar, nos responden.
C.R.: –Son los que no cumplieron los “requisitos” de los reconocidos como muertos. Un desaparecido es alguien que no acaba de morir.
S.H.: –Y al que tampoco reconocen los culpables de su desaparición.
–La señora justifica al victimario calificando a la víctima de “puta del dolor”. ¿Esto significa que siempre habrá alguien dispuesto a sufrir?
P.A.: –Es una forma de razonar muy vinculada con el poder. Supone que la víctima lo es por naturaleza, y lo será siempre. Su dolor es parte de un rito que no podrá evitar. Yo asocio ese pensamiento con la actitud de los que, teniendo influencia y dinero, permanecen indiferentes ante el sufrimiento de los otros. Para ellos, los pobres no son más que una materia amorfa. No existen las individualidades. Esta obra de Gambaro es muy política, porque se hace cargo del grito de dolor de los rechazados. Diría que la nuestra es “una sociedad Macbeth”, porque mata sueños, disfraza y niega verdades, como, en el plano social, las de las alianzas de policías, punteros políticos y funcionarios para cometer delitos.
D.M.: –Y fomentar la impunidad y los prejuicios. En la preparación del banquete, la señora quiere juntar en una mesa a chicos pobres y asesinos.
C.R.: –Que para los ricos son la misma cosa.
P.A.: –Los trastornaría pensar de otra manera. Por eso, aunque ella está un poco loca, no reniega en ningún momento de su status social ni de los métodos que utilizan los poderosos para alcanzar sus objetivos.
–Otra justificación es el amor incondicional que dice sentir por Macbeth.
C.R.: –Intenta con eso una disculpa de tipo psicológico, pero las brujas le recuerdan que ella es cómplice de los crímenes.
P.A.: –Cómplice cerebral y no de cama, porque se trata de asesinatos que no están relacionados con la atracción sexual. La mujer confiesa haber envejecido. Son crímenes que pide un sistema social perverso y no la naturaleza, donde se dan pulsiones de muerte, pero diferentes. En el humano hay otras vitales que le permiten salir de situaciones de muerte. Valoramos mucho la noción política que pone en juego Griselda. Esa conciencia de lo político excita las actuaciones.
D.M.: –Nos permite encontrar nuevas asociaciones y, aunque en la obra se hable de muerte, nuestro trabajo va ganando en vitalidad.
F.P.B.: –La conciencia de que la muerte y el crimen están cerca les da fuerza a nuestras composiciones. Puede parecer extraño, pero los jóvenes tenemos una idea clara de lo que representan y de su amenaza, por lo que se vivió en el país y por nuestras experiencias de hoy.
–¿Cómo interpretan una frase de la obra en la que se dice que vendrán “épocas de crímenes felices”?
S.H.: –Son épocas en las que el poder ignora las muertes que produce. Se relaciona con una cuestión moral, con el falseamiento de la conducta, como ocurre desde hace tiempo en nuestro país.
P.A.: –Shakespeare escribió, poniéndolo en boca de Otelo, que en otra época el hombre hablaba con el corazón en la mano y que en la suya seguía teniendo manos, pero había perdido su corazón. Hoy podría afirmarse algo semejante. La preocupación moral del ser humano por denunciar la falsedad existió siempre, como también la exigencia de los grandes artistas y pensadores de no ser nunca complacientes.

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