ESPECTáCULOS
› PRESENTARON LA COLECCION DE ENSAYOS DIRIGIDA POR JOSE NUN
“Redes entre el público y el saber”
El politólogo presentó la colección de libros que dirige, Claves para todos, un proyecto que, según anunció, busca cubrir un vacío que no llenaron en los últimos años ni editoriales ni partidos políticos: acercar al público a temáticas sociales fundamentales. Títulos, entre otros, de José Pablo Feinmann y Marcelo Saín.
Por Angel Berlanga
“Vivimos en una época de las más opacas que he conocido y, paradójicamente, mientras la sociedad se vuelve menos inteligible que nunca, faltan las mediaciones que existían en el pasado entre los saberes académicos y el público.” El politólogo José Nun procura contribuir a subsanar lo que describe su diagnóstico a partir de la flamante colección de libros que dirige, Claves para todos, que presentó formalmente en la Feria del Libro junto a José Pablo Feinmann, Jorge Halperín y el secretario de Cultura, Torcuato Di Tella. La idea, explicó Nun, es acercar a los lectores temáticas sociales y políticas, “porque ni las grandes editoriales, como en el pasado pudo haberlo hecho Boris Spivacow, ni los partidos, que están obligados por la Constitución, cumplen ese rol”.
La colección, editada por Capital Intelectual, arrancó con la publicación de Crítica de la Constitución. Sus zonas oscuras, de Roberto Gargarella, y Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política, de Pablo Alabarces (los dos son docentes universitarios e investigadores del Conicet). El proyecto prevé la publicación en quioscos de dos libros mensuales, con tiradas de entre diez y quince mil ejemplares, y continúa en mayo con Política, policía y delito. La red bonaerense, de Marcelo Saín (“Llega hasta el caso Blumberg y analiza la corrupción policial y la connivencia con el aparato político municipal del peronismo”, anticipó Nun) y la primera parte de La historia desbocada. Crónicas de la globalización, de Feinmann, que reúne algunos de sus artículos publicados en este diario. Nun sostiene que la falta de mediaciones con los saberes académicos se nota especialmente en los jóvenes: “Uno observa en ellos tal vacío de información, y tal impacto negativo de los medios, sobre todo de la televisión, que es menos una demanda insatisfecha que una demanda a constituir”, explicó.
–¿A qué tipo de lectores apunta la colección?
–A un público con nivel secundario de educación, lo que no quiere decir que alguien con primaria, lector, no pueda acceder fácilmente a estos libros. Uno de los criterios centrales de edición es despojar a los textos de toda jerga académica, para que la lectura sea lo más sencilla y amplia posible. Sería muy importante que llegaran a docentes de primaria y secundaria, para que puedan hacer de mediadores con sus alumnos. O a dirigentes barriales, en la medida en que ellos mismos son formadores de opinión y están necesitando materiales de base que no les están ofreciendo demasiados medios.
–Hay un relativo consenso en torno a que esos vacíos de formación son, en parte, consecuencia de las políticas educativas de los últimos gobiernos. ¿Nota cambios significativos al respecto en este?
–Creo que la educación por un lado, y el establecimiento de un sistema de ciencia y tecnología (que todavía no tenemos) por otro, son preocupaciones centrales, y se van concretando en algunos hechos auspiciosos, como el apoyo a las investigaciones del Conicet con subsidios, o la construcción de 700 escuelas en el área metropolitana. Pero el desastre es tan extendido que va a llevar bastante tiempo repararlo, particularmente en la educación secundaria, que tiene un nivel bajísimo en términos generales, y eso se refleja después en quienes ingresan a la universidad.
–¿Observa en el gobierno una política de medios públicos?
–Mi impresión es que no se estableció. En este momento Canal á está haciendo más política cultural que Canal 7. La política de medios no está articulada ni definida con suficiente claridad: cuanto antes el Gobierno se decida a hacerla, mejor. Ahí se experimenta una de las limitaciones principales del Gobierno: no cuenta con un partido político que esté identificado con su proyecto y lo apoye, y el resultado de esto es la falta de equipos confiables en muchas áreas, que son los que teóricamente proveería ese partido. Esto crea un cuello de botella importante que para el Gobierno debe ser prioritario resolver, porque con un puñado de hombres decididos se pueden hacer muchas cosas, pero no todas.
–¿Y en cuanto a la gestión cultural? ¿Cómo la evalúa?
–Se realizan cosas, aunque probablemente no a un ritmo óptimo. La Secretaría de Cultura tiene una traba muy importante: su bajo presupuesto. Y la labor estimable que hace en ámbitos provinciales tiene poco reflejo en la prensa nacional, salvo hechos puntuales, como haber mandado a la Orquesta Sinfónica Nacional a una fábrica recuperada por los trabajadores en Ushuaia.
–Pero también el monto del presupuesto para Cultura es una decisión política.
–Efectivamente. La verdad es que la manta es corta, y se cubren ciertas partes.
–¿Qué movimientos le parecen imprescindibles en el área cultural, qué instrumentaría?
–En el interior del país hay áreas abandonadas, donde sería importante por un lado rescatar producciones locales, que son en general de buena calidad. Y por otro lado estimular a que se haga lo que hacía Federico García Lorca con su carromato, con el que recorría España llevando a autores clásicos, y contaba la experiencia fascinante de cómo toda una aldea se conmocionaba hasta las lágrimas viendo una obra de Lope de Vega. Iniciativas así, como trenes de la cultura, con conciertos en múltiples lugares del país, traslados de escritores y demás estímulos, para que los artistas argentinos puedan mostrar su obra, son frentes a desarrollar lo máximo posible. Solamente la organización de murgas en áreas marginales tiene un efecto rearticulador de lazos sociales, integrador de chicos que de otra manera estarían en la calle.
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