Vie 23.04.2004

ESPECTáCULOS  › DOS MIRADAS SOBRE LOS JUDIOS Y LOS PALESTINOS

Un auto en la línea de fuego

Por M. B.

“¿Qué significa ghetto?”, pregunta el realizador palestino detrás de cámara. “¿Ghetto?, creo que quiere decir barrio árabe, ¿no?”, responde una mujer palestina. Tanto ha hecho la política en la modificación semántica de la palabra –así le llamaban a los espacios dedicados a aislar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial– que ahora muchos palestinos creen que “ghetto” significa barrio árabe. La escena pertenece a la película Route 181-Fragmentos de una jornada a Palestina-Israel, censurada durante el Festival du Cinéma du Réel, en Francia. Route 181 se presentará mañana a las 14 (Hoyts 8) por última vez. En la vasta muestra del Bafici hay, además, otro film que plantea un diálogo complejo en el asunto Israel-Palestina: se llama Ford transit (hoy 19.15, Hoyts 11), donde el director Hany Abu-Assad (ganador del Human Rights 2003) sigue a un taxista y a sus pasajeros en Ramala y Jerusalén mientras se desvía para evitar carreteras bloqueadas y acelera a través de atajos imposibles.
Ambos toman la ruta como eje central para contar una historia cruzada. Y queda claro que las dos miradas intentan ser desprejuiciadas, pero se convierten en furibundas denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos. Los directores de Route 181 son dos: Eyal Sivan, nacido en Israel en 1964, y Michel Khleifi, nacido en Palestina en 1950. Un israelí y un palestino se suben a un auto con la guía de un mapa trazado en 1947 y recorren de sur a norte la línea que las Naciones Unidas imaginaron para la creación del Estado de Israel en su resolución Nº 181. El resultado de esa travesía convierte a Route 181 en un viaje imperdible. Básicamente, ese mapa no existe, las ciudades están cambiadas, los pueblos fueron reemplazados, la cámara se vuelve incómoda sólo con su presencia.
Ford transit transcurre sobre la camioneta que lidia diariamente con los controles del ejército israelí y sus humillaciones, pero también los trucos que usa Rajai para pasar más rápido los controles. Los pasajeros son un grupo heterogéneo de gente común y celebridades como Hanna Ashrawi –una palestina militante de la paz– o el cineasta B. Z. Goldberg, quienes, con humor y sinceridad, expresan opiniones divergentes sobre el conflicto mientras son transportados. Van entrelazados con entrevistas profundas que muestran los sueños de Rajai: su familia, su negocio de importación ilegal de CDs, su opinión sobre la situación política. Ford transit dura apenas 80 minutos, mientras que Route 181 abarca la friolera de imperdibles cuatro horas y media (tiene un descanso a las tres horas). Más allá del tiempo dedicado, los dos dejan un punto en claro y otro confuso: lo claro es lo que sucede en el riñón del Medio Oriente; lo confuso, la solución al conflicto.

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