Mié 02.01.2002

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“Soy un adorador de lo infiel, de lo cambiante, de todo lo fantástico”

Canal (á) emite hoy a las 22 el documental “El largo verano de Hermann Hesse”, un paseo por la obra del autor de “El lobo estepario”.

› Por Silvina Friera

Hermann Hesse dejó un legado imprescindible de novelas, poesías y relatos en los que expresó el drama de un hombre profundamente atribulado, que intentaba darle sentido a su existencia a través de la escritura. Quizás por eso prefería definir a sus trabajos como biografías del alma, monólogos en los que una sola persona se contempla en sus relaciones con el mundo y el propio yo. Todos los personajes principales creados por Hesse representaron esbozos de su propia personalidad, como el Harry Haller de El lobo estepario, obra cumbre con la que alcanzó la máxima purificación de su estética, en una época eclipsada por el descubrimiento espiritual. Autor también de Demian, Siddharta, Narciso y Goldmundo, Hesse (1877-1962) fue considerado un maestro espiritual, a pesar de que siempre renegó del olimpo al que lo habían catapultado sus lectores. “Soy un adorador de lo infiel, lo cambiante, de todo lo fantástico. No me interesa atar mi amor a un solo lugar en esta tierra”, explicaba el escritor, que tenía una “loca e incurable necesidad de viajar”. No le importaba el dinero y el poder, cultivaba el perfil bajo, no concedía entrevistas y pocas veces aparecía en público.
Aunque Hesse aceptó el premio Goethe y el Nobel, rechazó someterse al ceremonial y no fue a recibirlo. Renegó de los intelectuales que predicaban a favor de la guerra. “Hay tanta matanza sin sentido...", planteaba. "Matamos cuando cerramos los ojos en el rostro de la pobreza, de la necesidad o de la vergüenza, cuando permitimos que instituciones anticuadas subsistan en la sociedad, en el estado, la educación y la religión, simulando que las aprobamos en lugar de darles decididamente la espalda. Necesitamos progresar, dejar de ser bestias para ser humanos. “El largo verano de Hermann Hesse”, documental que Canal (á) emite hoy a las 22, arroja luz sobre los conflictos existenciales de un artista que oscilaba entre su necesidad de estar solo con un impulso insaciable por comunicarse. Realizado, por Werner Weik y Luciano Paltenghi, este trabajo biográfico cuenta con los testimonios de Heine y Bruno Hesse, dos de los tres hijos del narrador.
Los viajes que realizó por la europa italoparlante inspiraron su novela Klaine and Wagner. El personaje principal presenta una dicotomía: Klaine, que significa pequeño en alemán, es el alter ego reprimido del escritor. Wagner, el bien amado músico, sintetiza el anhelo de una vida espiritual diferente. Sin embargo, Klaine es también el asesino de su mujer e hijos, que huye para encontrar su verdadero yo. Klaine comprende que ha pasado su existencia en las formalidades rutinarias de la vida burguesa. Ha seguido la voz de la razón y no la del corazón. Finalmente, Klaine logra la iluminación ahogándose en un lago. “El hombre se engaña a sí mismo cuando piensa que está liderando su propia vida, ya que su alma es irresistiblemente atraída por su destino”, sostenía. Hesse fue una de las pocas personalidades que conservó su integridad política antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Sus obras fueron declaradas indeseables en Alemania. “Mientras más individuos aprendan a mirar con tranquilidad y espíritu crítico el gran escenario del mundo, el peligro y la estupidez en masa, sobre todo la guerra, serán reducidas", pronosticaba.
Después de la publicación de El lobo estepario (un grito de angustia y desprecio contra la guerra), consolidó su rol como gurú espiritual. Contestó personalmente más 35 mil cartas dirigidas, por ejemplo. “Un flujo interminable de peticiones y problemas llenan mi cuarto, mis ojos, mi cabeza, mi corazón y me muestran una humanidad sufrida, desorientada, estúpida y vulgar”, revelaba indignado, el intelectual que sentía el deberpersonal de ayudar a mitigar el dolor de la tragedia humana. Confinado en su propio paraíso, una casa en Montagnola (Suiza), Hesse tenía una apariencia etérea cuando se despidió de todo, con absoluta humildad.

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