ESPECTáCULOS
“Satán Tours ya está en quiebra”
El escritor Eduardo Galeano sale de paseo por el mundo de la muerte, en una entrevista con Antonio Skármeta que emitirá hoy Canal (á).
› Por Oscar Ranzani
Un recorrido profundo por los misterios del mundo narrado por viajeros ilustres. Esta es la premisa de Un mundo alucinante, el nuevo programa del escritor chileno Antonio Skármeta que comienza hoy a las 17 (con repetición a las 22) por la pantalla de Canal (á). Para la primera travesía, la producción convocó al escritor uruguayo Eduardo Galeano, un gran narrador oral. A lo largo de la hora del programa, el uruguayo se sumerge en el mundo de la muerte, las creencias y ritos religiosos de las distintas culturas que habitan el planeta (en especial de América latina), buscando desentrañar los mensajes que transmiten al resto de la humanidad
Galeano comienza comentando su asombro por las distintas maneras que existen en América latina de vivir la muerte. “Una de las más interesantes y de las más desconocidas es la de los indígenas del alto Orinoco que se comen a sus muertos”, explica el autor de Las venas abiertas de América Latina. “Toda la comunidad come a sus muertos convertidos en cenizas y, a partir de entonces, queda prohibido nombrarlos. O sea, el nombre del muerto es tabú. Y esto podría interpretarse, primero, como un acto de canibalismo y, segundo (y para peor), como una negación del amor al muerto porque nadie más puede nombrar a ese ser querido.” El escritor, en cambio, lo interpreta al revés. “Para mí no se nombra al muerto porque el muerto se llama con los nombres de todos. O sea, no lo interpreto como un acto de desamor sino como una afirmación de la inmortalidad del que murió.”
Luego de brindar su mirada sobre los ritos de la muerte en Haití, el ensayista dispara una metáfora de la muerte en la cultura azteca. “La idea de la muerte y el renacimiento en el caso concreto de la cultura azteca tiene una complicación adicional”, subraya. “Y es que los muertos trabajan muchísimo porque son los que, por debajo del mundo, cada noche cargan el sol hacia el amanecer. O sea que este asunto de estar muerto entre los aztecas, hay que pensarlo dos veces, porque se trabaja ¡y de qué manera! Hay que cargar al sol. Cada noche el sol muere en el cielo y ahí los muertos lo conducen rumbo al amanecer. Pero esta metáfora también indica que hay una afirmación del renacimiento. Renacemos como renace el sol.”
Posteriormente, aborda el equívoco de la relación entre los dos mundos. “Los que administran el miedo en el más acá se alimentan del miedo al más allá. Hemos sido muy entrenados para el miedo de vivir que está tan conectado con el miedo de morir. Los que inventaron el pecado para vender el perdón necesitan tenernos en estado de miedo perpetuo que, hasta, si uno hace el bien, lo hará por miedo y no por convicción”, sostiene.
Galeano asegura que ya no le teme al juicio final del que le hablaban cuando era chico sino a otro. “Creo que va a haber otro juicio final que nos espera a todos los seres humanos y es el que nos van a hacer las plantas y los animales a la hora de que nos cobren las cuentas y nos digan: ‘Pero, ¿qué han hecho ustedes de este planeta?, ¿dónde lo habían comprado?, ¿por qué nos han maltratado?, ¿por qué nos han exterminado?’. Y ahí pagaremos justos por pecadores. Yo sí que tengo miedo de terminar en el infierno acompañando a los dueños de las grandes empresas ensuciadoras del planeta, a los fabricantes de armas y a todos los que venden veneno como si fuera alimento”, sentencia.
Después de explayarse sobre la imposición del cristianismo como religión única –que, según Galeano, descartó a otras y las descalificó como supersticiones–, el autor de Las palabras andantes se mete en el tema de las divinidades africanas y de las nacidas en América que “tuvieron que disfrazarse para sobrevivir”. “Entonces, la gente, por ahí las venera sin saber que las venera. Pero, en todo caso, son dioses más cariñosos.” Para Galeano, en estas religiones “hay menos idea del mal, del bien, del pecado, del castigo. Sobre todo en la religiones que vinieron del Africa hay algo que celebro y agradezco muchísimo desde mi sufrida infanciacatólica, que es la reunión del alma con el cuerpo. O sea que somos un almcuerpo o una cuerpalma. Esta cosa del alma y del cuerpo divididos, separados, enemigos entre sí, la bella y la bestia o el cuerpo como fuente de culpa y de castigo, no existe en las religiones africanas”.
Luego de comentar la influencia de estas divinidades africanas en Argentina y Uruguay, Galeano se mete con ironía en la simbología de la muerte. Respecto de la figura del diablo en América latina, dice: “Lo que sé es que la empresa Satán Tours está en quiebra porque ya no tiene clientes. Había turistas que iban esperando ver gente asándose a la parrilla y diablos vendiendo manzanas asadas y mucho olor a azufre, mucha perdición. Y lo que encontraron fueron largas colas de gente esperando desde la época de las cavernas hasta los astronautas. Y los turistas preguntaban: ‘Pero, ¿el infierno dónde está?’. Y ahí no había más remedio que confesarles la verdad: el infierno es eso. El infierno es la espera. Y entonces la empresa Satán Tours quebró porque nadie estaba dispuesto a pagar para ver en el infierno lo que en la Tierra se padece”.
A Galeano la imagen que se proyecta del diablo “como monstruo comparable a Bin Laden, Saddam Hussein o al demonio de turno”, es irritante. “Yo creo –enfatiza– que estamos todos demasiado sucios de barro humano como para creernos el cuento de que el bien y el mal existen como entidades separadas. Y cada vez que la política los manipula, ya se sabe lo que pasa: el pueblo pone los muertos.”