Sáb 06.04.2002

ESPECTáCULOS  › CUATRO CANTANTES DE JAZZ REUNEN ESFUERZOS EN UN CICLO

Intentando fundar una tradición

Laura Hatton, Delfina Oliver, Jorgelina Alemán y Ludmila Fernández explican su empeño en cantar jazz desde la Argentina, pese a todo.

Por Cristian Vitale

Laura Hatton nació en Estados Unidos y se mudó a la Argentina a los 5 años. De su intensa carrera, se destacan su participación en el grupo Buenos Aires 8 y sus trabajos con Jorge Calandrelli. Admira a Chet Baker y a Frank Sinatra y, en, 1998, editó el disco Amo al jazz. Delfina Oliver descubrió el jazz a los 15 años vía cantantes negras y comedias musicales. Empezó cantando en una banda de rock y alguien le dijo que lo que ella cantaba era jazz, perfeccionó su estilo y se convirtió, por frescura y swing, en una de las revelaciones del género. Jorgelina Alemán es la nieta de Oscar Alemán, comenzó hace 8 años cantando blues y spirituals hasta que músicos amigos de su abuelo la involucraron en el mundo del jazz. Ludmila Fernández empezó a cantar en 1991. Al principio mezclaba blues, tango y rock nacional, hasta que revisando la discoteca de sus padres se topó con ciertas “madres” del género como Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, que le provocaron un click. Hoy tiene un disco editado, Ahora es el momento. Las cuatro, Ludmila, Laura, Delfina y Jorgelina –así en este orden y una por sábado– se presentarán en el ciclo “Las Damas del Jazz” que se realizará durante todo el mes de abril en La Dama de Bollini.
“Ocupamos un espacio poco explorado en la Argentina, porque no existe una tradición de cantantes de jazz. Mi impresión es que el auge de las carreras humanísticas hizo que mucha gente, en los últimos años, se volcara a escuchar músicas no comerciales, y de ahí la aparición de nuevos artistas con proyectos distintos. Antes estaba todo muy atomizado”, señala Ludmila Fernández en la entrevista con Página/12.
–¿Existe mucha competencia entre ustedes?
Delfina Oliver: –Sí, y es brutal, porque todas tienen un repertorio alucinante. El año pasado la fui a ver a Laura y me dijo: “Te canto a vos, porque me estás prestando atención...”. Hay mucho nivel y diversidad, y eso te obliga a mantenerte a full, con buenos músicos, un repertorio atrayente y un show presentable.
–¿Se sienten incomprendidas, teniendo en cuenta el reducido espacio que tiene el jazz en la Argentina?
Laura Hatton: –Más que incomprensión es falta de difusión. El jazz es un género que tiene poca manija y el común de la gente, exceptuando los músicos, consume lo que le pasan en las radios: rock, cumbia y cuartetazo. Ojo, me parece bien que se pase música argentina, y es más: debería existir una ley como tienen en Brasil, que obligue a las radios a pasar el 60 por ciento de música autóctona para que el folklore y el tango tengan más cabida. Pero también debería existir mayor difusión del jazz. Salvo un par de audiciones como la del Nano Herrera, nadie nos presta atención.
–¿Es sólo un problema de difusión o hay algo en el género que marca cierta distancia entre el público masivo y ustedes?
Jorgelina Alemán: –Mi abuelo siempre lo decía, creo que debemos buscar un equilibrio entre ambas situaciones. El jazz no tiene que ser esa cosa incomprensible que se hizo en los ‘50 sino tratar de llegar a la gente con un espectáculo para la gente. Hay muchos músicos, elitistas, que tocan para ellos y se pierden la parte fundamental, lo popular de compartir la calentura de un show con el público.
D.O.: –No hay que dejar de lado que el jazz es una música elaborada y en consecuencia más difícil de digerir que otros géneros, esos que podés escuchar en la radio mientras hacés la comida. Exige mucha concentración.
Ludmila Fernández: –Hay prejuicios y desconocimiento. En la Argentina está instalado el mito de que el jazz es raro y complejo, y eso no ayuda.
–¿Existen caminos abiertos a la experimentación en el jazz?
L.H.: –Hay muchos músicos de jazz que son muy cerrados y no escuchan otra música. Esa actitud le pone un límite al futuro. Pero como el jazz es la música de la diversidad, la libertad y la experimentación, no podés cerrarte. Chick Corea te puede gustar o no, pero nadie puede negar sugenialidad, como tampoco la de Miles Davis, Charlie Parker o todos los que se atrevieron a generar una renovación para que la historia siga su curso.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux