Sáb 06.04.2002

ESPECTáCULOS

El hombre que logra que miles se desnuden sin temor al ridículo

A las 6.30 de la mañana, el fotógrafo estadounidense Spencer Tunick retrata hoy a una multitud de desnudos en 9 de Julio y Avenida de Mayo.

Por Mariano Blejman
@Si viene de una noche agitada en casa de su pareja, deambula con resaca espesa por las calles de Buenos Aires, o quiere hacer esta mañana algo diferente, preste atención. Hoy a las 6.30 A.M., en Avenida de Mayo y 9 de Julio, en el mismo lugar donde el 20 de diciembre la policía baleaba inocentes, docenas de personas se desnudarán para una foto. Delante de ellos estará Spencer Tunick, un fotógrafo estadounidense que ha dado la vuelta al mundo desvistiendo a gente para inmortalizarla en una imagen. Para el encuentro ya se anotaron más de 400 personas. Todos están dispuestos a poner el cuerpo frente al objeto fálico más imponente de Buenos Aires: el Obelisco. “Uso a las personas desnudas como una abstracción. Busco la tensión que se genera entre la anonimidad del espacio público y la vulnerabilidad del cuerpo humano”, sugiere Tunick a Página/12. Si usted está leyendo esta nota después de las 6.30 AM, lo que es por demás probable, se perdió la oportunidad de salir en la foto.
Cuerpos de todos los portes han posado para él: flacos, rubios, negros, estirados, obesos y chatitos por donde se los mire. Las fotos de Tunick convierten a la sexualidad en objeto de contornos sugerentes. Las siluetas se transforman en líneas a veces débiles y otras agresivas. Son ombligos y pezones que se pierden en el horizonte gris, violento y desteñido de los grandes espacios urbanos, como si estuvieran durmiendo. “Los cuerpos son puros. La gente necesita sentirse bien con sus cuerpos, fuera del materialismo. Es una nueva forma de usar el cuerpo. Por eso invito a la gente a estar desnuda con un extraño al lado.” Tunick ofrecerá una pieza de su obra a cambio de una imagen de su cuerpo.
Tunick tiene 32 años. Es petiso, tiene una voz chirriona y no es muy fashion. Pero debe tener algún secreto para lograr que en Melbourne, por ejemplo, se hayan desvestido para él 4500 personas. ¿Por qué? “¿Además de mi buena pinta? Déjeme pensar... Si quiero juntar trescientas personas tengo que llamar a cinco mil”, confiesa. No tiene otra explicación que su talento fotográfico. Se le han desvestido doctores, abogados, artistas, bomberos y periodistas. Incluso –una ironía del mundo libre– se han desnudado clandestinamente aquellos que trabajaban para el alcalde, quien prohíbe con vehemencia sus producciones en New York, su ciudad natal. “La que viene es gente que, sobre todo, no escucha a Los Backstreet Boys”, describe Tunick, que ama el amanecer. “Uno se siente importante en la calle durante las madrugadas. Tal vez porque no hay nadie. Las ciudades tienen una energía especial a esa hora. Cuando empecé a ser popular y la gente quería posar para mí, elegí la mañana.” Tunick inventó un mundo diferente tratando de sacar al cuerpo de contexto para mirarlo “como una flor o como un pescado”.
De padre fotógrafo, comenzó retratando desnudos individuales en las ciudades de New York, Texas, Georgia, Los Angeles, New Jersey y Alaska. Como mucha gente “quería posar para mí y no daba abasto con todos”, convocó en 1994 a un grupo de personas a posar en la puerta de las Naciones Unidas. El operativo fue un éxito, pero Tunick tuvo problemas con la policía. Siguió de forma ilegal y sufrió varios arrestos hasta que en Los Angeles logró reunir por primera vez a cien personas que se destaparon frente a sus lentes. Después de haber fotografiado la 5ª Avenida, las Torres Gemelas y el Central Park inundado de cuerpos sin ropa de forma sorpresiva (para el resto), Tunick pidió, al fin, un permiso para hacerlo una vez más en New York. Se lo negaron, pero apeló hasta la Corte Suprema, que le dio lugar. Aun así, el alcalde de New York sigue deteniéndolo cuando puede.
Terminada su primera exposición en blanco y negro en New York, Tunick viajó por el mundo en busca de colores de cuerpos y almas. “Simplemente sucede así. Alguien me invita a ir a su país y allí estoy al poco tiempo. Australia, Canadá, Suiza y Argentina me han apoyado desde el gobierno y eso me pone contento”, dice Tunick. También estuvo en China, Corea del Sur o Sudáfrica. “En esos países los colores de la gente dan una sensación única.” Lleva siete meses viajando y Sudamérica era su último reducto virgen. “Había estado en Antártida, y en Ushuaia; después fui a Australia y ahora volví a Buenos Aires. Elegí esta ciudad porque tengo un amigo argentino que quería que viniera.” Organizar una de estas fotos lleva meses de logística, por lo que sólo puede hacer seis tomas por año. Cada una le lleva menos de media hora. Durante sus visitas, aprovecha para realizar fotos de desnudos individuales. ¿Por qué el lugar elegido? Tunick estuvo dos veces en Egipto. “Los obeliscos me recuerdan a la niñez y amo las grandes avenidas, como las de New York City, y aquí se juntan las dos cosas”. De todos modos, el Obelisco no será el eje de la foto. Se encontrará, sugerente, detrás de la gente. “También quiero trabajar con la publicidad de la 9 de Julio”, cuenta.

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