Dom 13.06.2004

ESPECTáCULOS

La danza, como plegaria moderna

Mauricio Wainrot y Carlos Trunsky explican la naturaleza del segundo programa del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín.

Por S. F.

“Porque soy un huésped en tu casa, lo mismo que mis padres, no me mires con enojo, para irme contento cuando ya no exista más.” El coreógrafo Mauricio Wainrot dice esta frase, que pertenece al salmo 38, como si la hubiera escrito él. Y aunque no es el autor original de estas palabras, el coreógrafo las reescribió en escena multiplicando y expandiendo los significados a través de distintos montajes. Se las apropió al mismo tiempo que las universalizó. Sinfonía de los salmos, una de las tres obras que integra el segundo programa del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (que se estrenó ayer), es una coreografía fundamental en la trayectoria del coreógrafo. Fue uno de sus primeros trabajos sinfónicos –estrenado en 1982–, en donde utilizaba muchos bailarines en escena. El itinerario artístico lo llevó a realizarla con el Ballet Royal de Wallonie (Bélgica), en 1991, y también en París, Suecia y Chile. “Me interesa hablar de la paz mediante una coreografía antibélica, que subraya una de mis preocupaciones fundamentales: la guerra y la pérdida de los símbolos culturales del hombre en una situación tan dramática. Soy una persona muy espiritual, pero no religiosa. Y en estos momentos de tanta violencia y angustia quise reformular una propuesta que revela el desamparo que sufre el hombre moderno”, explica el coreógrafo en la entrevista con Página/12, junto con Carlos Trunsky, que dirige Que la mar te devuelva, otra de las piezas que integra el segundo programa del año.
Además de las obras de Wainrot y de Trunsky, Ana María Stekelman aporta su coreografía Bésame –construida alrededor de diversas versiones del bolero de Consuelo Velázquez–, una propuesta basada en un lenguaje desestructurado y alejado de cualquier solemnidad, que se burla de las diferentes formas de la expresión amorosa. “El espíritu de la coreografía de Sinfonía... es el mismo, pero tuve la necesidad de reformularla con otro vocabulario”, comenta Wainrot, que ambienta musicalmente esta obra de “atmósfera emotiva, taciturna y pensante” con Igor Stravinsky. “El hombre ha sabido sublimar, a través de la cultura, la educación y el arte, el miedo a la guerra y a la violencia, pero lamentablemente hasta eso hemos perdido –añade el creador de Carmina Burana, El mesías y La consagración de la primavera–. Me gusta pensar en una comunidad que camine más junta y no tan divorciada, no sólo en la Argentina sino en el mundo entero.” Wainrot dice que disfruta cuando vuelve a invitar a otros coreógrafos, de generaciones y estéticas disímiles, que han dejado una marca en la compañía, como son los casos de Trunsky y Stekelman.
Trunsky reconoce que el disparador de sus coreografías son las emociones, que irán configurando distintos elementos narrativos de sus composiciones. “La danza es siempre narrativa, por más abstracta que sea. De algún modo, un cuerpo emocionado en el escenario, un sonido o una música son signos que se van integrando y que pueden derivar en una línea clara y visible. O se narra bien o mal, pero siempre se narra, aunque la obra sea muy abstracta”, sostiene el coreógrafo. Por eso no sorprende que defina a Que la mar te devuelva como si fuera un escritor: “Son tres cuentos coreográficos con prólogo y epílogo, que narran las pérdidas del amor”, con un diseño sonoro de Martín Bauer, sobre obras de Johann Sebastian Bach, Dmitri Sitkovetsky, Gyorgy Ligeti, Horatiu Radulescu y Jorge Chiquiar. Cuando terminó el proceso creativo, Trunsky descubrió algunos guiños, acaso inconscientes, hacia la historia de la danza contemporánea. No soy tan presuntuoso como para querer historiar la danza, pero había momentos en los que se percibía el estilo de las diferentes escuelas –señala–. Uno de los personajes está ligado a la danza moderna muy antigua. Hay un dúo que realiza una danza contemporánea más relacionada con lo clásico, que es distinto a lo neoclásico. Un trío que se apoya más en la danza-teatro por lo dramático, y en el último dúo aparecen elementos de las técnicas más actuales”.

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