ESPECTáCULOS
El cine argentino pierde pantallas
Un repaso por el mapa de la exhibición en el país habla de lo desprotegido que se encuentra el cine local en las multisalas.
› Por Mariano Blejman
La semana pasada, productores y exhibidores se enfrentaron (en público y en privado) por los graves problemas de exhibición que tiene un puñado de películas argentinas, como Luna de Avellaneda de Juan José Campanella, Los guantes mágicos de Martín Rejtman, El abrazo partido de Daniel Burman y La niña santa de Lucrecia Martel –todas de un cierto éxito comercial–, frente al avance de los tanques de Hollywood, que estrenan simultáneamente con centenares de copias. Es el caso de Troya, Harry Potter, El día después de mañana y la inminente Shrek 2. Pero ¿quiénes son los dueños de los cines? ¿Cómo cambió el panorama de la exhibición en los últimos años? ¿Cómo hacerle frente a Hollywood, cada vez más dispuesto a quedarse con todo? Un repaso por el mapa de la exhibición en la Argentina habla de lo desprotegido que se encuentra el cine nacional.
Hay una tendencia a analizar: mientras más pantallas tuvieron los multisalas, menos porción de la torta tuvo el cine argentino en cantidad de espectadores. En el 2003 hubo un 9 por ciento de público de films argentinos, en el 2004 se estima que un 5 por ciento de público verán películas argentinas, aunque los estrenos argentinos representan el 16 por ciento del total. Según Leonardo Racauchi, de la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantalla (CAEM), Hoyts, Cinemark, Village y Showcase fueron ganando paulatinamente un espacio en cantidad de pantallas que representan y sobre todo un porcentaje mayor sobre la facturación. Esto es: representan el 30 por ciento de los 1003 cines del país, pero tienen un 65 por ciento del público y un 74 por ciento de la facturación. En el 2003, los multicines recibieron 22 millones de personas y recaudaron 120 millones de pesos, sólo en compra de entradas (cifra a la que habría que sumarle la facturación por pochoclos y gaseosas).
Entre los motivos del crecimiento de los multicines, para Racauchi, de la CAEM, está la “confortabilidad, la oferta de películas, la asociación a la idea de una salida en familia”. En el 2003, según un estudio del Sindicato de la Industria Cinematográfica (SICA), hubo 33 millones de espectadores en todo el país. La cadena Hoyts recaudó el 24 por ciento (44 millones de pesos), los Village el 19,3 por ciento (35 millones) y Cinemark 14,7 por ciento (27 millones). Entre las salas argentinas que no pertenecen a las grandes cadenas internacionales juntaron 19,2 por ciento. Rolando Bebilacqua, gerente de los Atlas (que tiene 41 salas en todo el país), cuenta que “cine tradicional no es igual a viejo: los cines independientes se modernizaron, se equiparon y algunos también se convirtieron en multisalas”.
Desde hace ocho años, cuando apareció el primer Village en el shopping de Mendoza, la exhibición cambió no sólo de manos, sino también de nacionalidades: “El multicine fue una actividad nueva, la multipantalla no existía, pero generó una reapertura de salas en todo el país”, cuenta Leonardo Racauchi, de la CAEM, conformada por los complejos Village, cuyos capitales provienen de Australia; Hoyts, mitad australianos y otra mitad de Estados Unidos, y Cinemark y Showcase, ambos de Estados Unidos.
En marzo de 1997, en pleno auge neoliberal (que incluía alfombras brillantes y pochocleras), llegó el Cinemark a Puerto Madero, Showcase de Haedo y el Hoyts de zona oeste, convirtiendo los cines en uno de los más poderosos no-lugares del planeta. Así como los aeropuertos, los shoppings o los locales de comida rápida, los cines perdían personalidad: era igual ir al cine en Haedo, en Abasto, Nueva York o París. Hasta se podían ver las mismas películas. En la época de oro del cine argentino, la Argentina llegó a tener cerca de 3000 salas en todo el país. En 1951 se estrenaron 59 films, un record que sólo podría equipararse este año, si se realizan todos los estrenos posibles (hay en las gateras cerca de 100). Curiosamente: más films argentinos se estrenan, menos lugar queda para el cine nacional
Existen dos tendencias extrañas en el crecimiento, de caída y auge de las salas argentinas: mientras aumentaba la cantidad de salas en los últimos seis años, bajó la cantidad de espectadores promedio por sala.
Los espacios INCAA pusieron un aire fresco frente a la avalancha de tanques hollywoodenses, pero se corre con dos riesgos: convertirse en un ghetto y no satisfacer la calidad de proyección que requieren también las películas argentinas. Es notorio el ingreso de Hollywood sin tope a las pantallas: Harry Potter estrenó con 140 copias, Shrek 2 estrenará con 114 y Troya superó también las 100 copias. Los multicines no detendrán su crecimiento y apostarán a mayores inversiones para el año que viene. Página/12 pudo saber dos próximos proyectos: estrenarán un nuevo complejo Village Caballito, pero además los complejos están decididos a meterse en la producción de películas para reinvertir los grandes dividendos que les concede el público local. Vienen por más.