Mar 15.06.2004

ESPECTáCULOS  › LOS NOTICIEROS, REPOSICIONADOS LUEGO DE LA CRISIS, SIGUEN MIDIENDO BIEN

La realidad continúa siendo tema del día

Los espectadores parecen haberse cansado de los ciclos periodísticos, pero no de las noticias. Con renovados recursos visuales y la misma estructura, los canales de aire dedican 19 horas diarias a los informativos.

› Por Emanuel Respighi

El clima social, ese termómetro natural que marca con cierto tino el andar del país, ya no es el mismo que recalentaba a temperaturas infernales hacia finales del 2001. En aquellos días, que desembocaron en la renuncia de Fernando de la Rúa a la presidencia, la gente salía a las calles; los que no, seguían los acontecimientos a través de los noticieros, que alcanzaban cifras inéditas de audiencia: la realidad vendía. Aun cuando el clima se ha templado, los noticieros viven por estos días su propia “primavera” televisiva. Con diferentes perfiles, los noticieros de los canales de TV abierta funcionan con buen rendimiento y un alto encendido televisivo. De hecho, las ediciones centrales de los mismos superan por amplio margen la media de rating de los canales, algo no del todo común en tiempos pasados, cuando el rol de los noticieros no era el de aumentar el rating de los canales, sino otorgar prestigio a la pantalla. Un extraño fenómeno que hoy se percibe a gran escala: la realidad interesa cada vez más.
Hay algunos datos que reflejan la buena performance: cada uno de los cinco canales de aire tiene en este momento, al menos, tres ediciones diarias de noticieros (el que más posee es Canal 7, con cinco envíos contando Desayuno); entre todos los canales, son poco más de 19 horas diarias que la TV argentina dedica exclusivamente a las noticias; en la mayoría de los casos, los noticieros se extienden más de la hora prevista, alcanzando envíos de hasta hora y media, como el caso de Telenoche o la edición del mediodía de Telefé Noticias; tanto en la franja horaria de las 19 como en el de la medianoche, el 70 por ciento de los televidentes sentados frente al televisor sintonizan en esos horarios algunos de los noticieros que se emiten.
Las causas del fenómeno informativo son variadas, según la mirada. “Lo que sucedió en el país es que hubo un tiempo en el que parecía que ser opinador sobre política y economía era casi una moda nacional, que terminó de hartar a la gente en relación a los (programas) periodísticos”, ensaya en una suerte de explicación Francisco Mármol, director de contenidos del noticiero de Telefé. “Al haber –continúa– menos periodísticos, entonces ha crecido el lugar del informativo en las programaciones. El auge de los informativos es un hecho local, que no ocurre en otros lados del planeta. La gente se cansó de la perorata de los periodísticos: ahora va en busca de la información a un canal y en un horario determinado”.
En la misma línea, Milena Zapata, productora general de Telenoche y En síntesis, señala: “Hay una cuestión saludable de la sociedad, y es la de interesarse por este tipo de propuestas periodísticas. En general, lo periodístico interesa desde siempre. La diferencia con otros tiempos es, tal vez, que ahora hay menos periodísticos, por lo que la gente se volcó a los noticieros. Por eso hay más ofertas. No es casual que a la medianoche haya cuatro noticieros, en un país y en una franja horaria donde en otro tiempo estaba Tinelli con un programa de humor”.
A diferencia de los responsables del 13 y Telefé, Diego Kolankowsky, gerente de noticias de América, no se anima a hablar de “fenómeno” noticioso para describir el buena andar de estos ciclos. “En el 2002, corralito y crisis social mediante, los noticieros han medido mejor”, aclara. Sin embargo, Kolankowsky no tiene dudas de que la tormenta que sufrió el país a fines de 2001 tiene mucho que ver con el interés actual de estar informados. “Se percibe que la gente se apegó a la costumbre de estar informada diariamente a partir de los hechos de diciembre de 2001. Se ha hecho una costumbre que me parece va a ser muy difícil de perder. Además, aunque no pase un hecho trascendental, en estos momentos la Argentina está viviendo un cambio consustancial en la relación poder político-ciudadanos. La gente está inquieta con lo que pasa en el país”, describe el también productor general de La cornisa, el ciclo conducido por Luis Majul. Pese a la realidad caliente y la menor cantidad de ciclos periodísticos que argumentan los productores, hay una cuestión que no se debe pasar por alto cuando se analizan las motivaciones que derivan en un mayor número de informativos en el aire: la económica. Como la estructura de noticias funciona durante todo el día, a los canales no les ocasiona gastos extras sumar nuevas ediciones a su programación. De hecho, las distintas ediciones del noticiero de un canal se valen del mismo material para abastecer los diferentes envíos. Muchas veces se modifica el videograph y la edición para que la reiteración no sea percibida por el público. En otras ocasiones, ni siquiera se realiza el “camuflaje”, emitiéndose los informes tal cual salieron al aire en ediciones previas. “Lo económico influye pero no es una variable determinante”, señala Kolankowsky. “Es verdad –admite– que la estructura de noticias genera material las 24 horas por el mismo dinero, ya se tenga una edición diaria o tres. Pero la diferencia es que ahora la gente se interesa por los noticieros: hay audiencia a toda hora.”
En la temporada 2004 de la TV argentina no existe una biblia “universal” sobre la manera en que se presentan las noticias. Con el objetivo de diferenciarse del informativo de la competencia (en la mayoría de los casos comparten horarios), cada informativo recurre a sus propios libros dogmáticos, con estilos diferentes. “Hubo un cambio en la manera en que se maneja la noticia en Argentina”, apunta Mármol, que desde hace tres años dejó su cargo en Antena 3 para cambiarles la cara a los informativos de Telefé. “Hace unos años, los noticieros principalmente se peleaban por ser más sensacionalistas y buscaban el impacto. Ahora todo es diferente y cada noticiero encontró su estilo. América tiene una mirada mucho más superficial sobre lo social, sin tanto análisis; el noticiero del 9 da más bandazos informativos; el 13 es un noticiero de opinión, y nosotros contamos la historia sin mechar opinión. A diferencia del 13, con Mónica y César, el de Telefé es un noticiero más reposado que de autor, en el que la presencia de los conductores es muy fuerte”, diferencia el español.
De identidad definida, los noticieros pueden cambiar los nombres de los conductores –tal el caso de Telenoche, en el que María Laura Santillán y Santo Biasatti reemplazaron recientemente a Mónica Cahen D’Anvers y César Mascetti–, pero no la línea editorial, ni mucho menos el formato. “Los cambios en los conductores de Telenoche no trajeron aparejadas modificaciones en términos de contenidos. Básicamente, Telenoche es un noticiero con opinión que se mantiene. Tanto Santillán como Biasatti tienen largas trayectorias y opiniones formadas”, detalla Zapata, aun cuando admite que se trata de una nueva etapa para el noticiero más visto del país. “Cada uno –agrega– tenía programas propios y, al aceptar estar al frente de Telenoche, cedieron protagonismo en términos de participar en una estructura ya consolidada. Pero a la vez aportan novedades, como las notas que Santo y María Laura hacen fuera de estudio.”
Tal vez por ser el canal de aire más periodístico, la información es la prioridad por la que se maneja el pulso de la programación de América. Ante hechos más o menos trascendentales, cualquier programa de América es susceptible de ser levantado para ceder paso a la información con móviles en vivo. “El nuestro –señala Kolankowsky– es un noticiero que está en la calle y con la gente. Mónica Gutiérrez fue a Santa Fe cuando las inundaciones, Guillermo Andino fue hasta la casa de los padres de Abril, la nena trasplantada. Con el caso Blumberg hasta montamos la escenografía del noticiero en plena calle. Estamos siempre donde está la noticia.”
Uno de los parámetros determinantes es la estética que acompaña a los noticieros. La música que ambienta los informes, el uso de la cámara lenta, el insert (imagen) sobre uno de los márgenes superiores de la pantalla al momento en que los conductores presentan las noticias y el permanente uso del videograph: recursos visuales que no escapan al formato noticioso. “De a poco se empezó a generalizar esta manera de narrar y hablar a través de términos integrales, aun cuando el trasfondo periodístico sea el mismo. Mientras no interfiera en la información, sino que refuerce el sentido, los recursos audiovisuales –como el clip musical– son valederos”, acuerda Zapata, de Telenoche. Porque en la era del zapping, la edición frenética y el videoclip, ya no alcanza con leer las noticias y presentar las imágenes de los acontecimientos: ahora hay que confeccionar “shows periodísticos”, en los que conviven desde el problema de la deuda interna hasta el affaire Soldán-Rímolo-Süller. “Es que –apunta Kolankowsky–, además de ser noticieros, son programas de TV.”

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