Mié 16.06.2004

ESPECTáCULOS

“Hablamos de la soledad y de la sensación de sentirse prescindible”

El actor Claudio Martínez Bel explica la naturaleza de Se busca un payaso, la obra del rumano Matei Visniec dirigida por Ana Alvarado. Allí comparte escenario con Enrique Federman y Héctor Malamud.

› Por Cecilia Hopkins

“La técnica del clown abre la posibilidad de ir a lo profundo en cuestión de instantes”, asegura el actor Claudio Martínez Bel, quien la adoptó, a lo largo de su carrera, como un modo de expresión teatral. Desde la semana pasada, junto a Enrique Federman y Héctor Malamud –baluartes del clown y de la comicidad, en general–, el actor acaba de estrenar Se busca un payaso, obra del rumano Matei Visniec, en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), bajo la dirección de Ana Alvarado. La escenografía pertenece a Alejandro Bracchi, el vestuario a Laura Pole-tti, en tanto que la música y el diseño de iluminación corresponden, respectivamente, a Cecilia Candia y Gonzalo Córdova. Exiliado desde 1987 en Francia, el autor se convirtió, tras la caída del Muro, en uno de los dramaturgos más representados en su país natal, con un festival enteramente dedicado a su producción. Pocos años después, a raíz del estreno francés de su obra Caballos en las ventanas, Visniec (que aún no tiene 50 años) comenzó a ser reconocido en toda Europa y Estados Unidos. Actualmente reside en París y trabaja como periodista para Radio Francia Internacional.
Martínez Bel acredita mucho escenario compartido con Federman: juntos interpretaron Cosas de payasos, texto del propio Martínez Bel, y continúan con las funciones de Perras, espectáculo que ya lleva tres años en cartel. La obra que ahora interpretan junto a Malamud presenta a un trío de payasos de edad madura, en plena decadencia económica –y tal vez, artística–, en la situación de competir por un único puesto de trabajo. Esto sirve de excusa para sacar a relucir viejas rencillas, aunque también antiguos afectos, si bien la lucha por conseguir aquello que sólo uno podrá alcanzar se vuelve despiadada. En la entrevista con Página/12, Martínez Bel cuenta que durante los primeros ensayos, para alcanzar el tono de la obra, Alvarado debió “nivelar la historia clownesca de cada uno” y, principalmente, ponerle coto al sinfín de situaciones cómicas que cada actor aportaba en función del texto. Porque si bien los personajes son payasos, “ellos no trabajan para el público, no funcionan como clowns, de modo que se actúa con la convención de la ‘cuarta pared’ que aísla a los personajes de la platea, comportándose como si estuviesen solos”.
–La existencia de público se vuelve fundamental en ciertas tareas y profesiones. ¿El actor siente que deja de existir como tal si pasa un tiempo sin actuar?
–Me parece que eso es lo que les pasa a todos, en general, y es una situación muy dura porque es difícil encontrar una actividad de reemplazo cuando se eligió la actuación como forma de vida. Y es porque no se tiene la felicidad de la exposición ante la mirada del otro. Cuando no se actúa se pierde esa necesidad básica. Y el hecho de tener que salir a buscar trabajo, cuando no suena el teléfono, es muy desesperante. Especialmente cuando el tiempo pasa y llega el deterioro. Aunque hay actores que mejoran con los años.
–De todos modos, la obra no se refiere solamente a personas vinculadas con el espectáculo...
–La obra trata de un grupo de personas que se han estancado en su tarea, que no se dieron cuenta de que el mundo cambió y ellos no. También habla del patetismo de la falta de trabajo y de la necesidad de contar con un proyecto propio, porque iniciativas de ésas han sostenido al país en momentos de crisis.
–El desarrollo de la obra consiste en un muestreo de los sentimientos de estos payasos en la misma situación. ¿Qué sensaciones cree que despiertan esas reacciones?
–La desesperación que ellos muestran a mí me parece comprensible y, en cuanto a la crueldad, es algo que está en todos, que hasta los chicos manifiestan. Sucedería lo mismo entre compañeros de oficina que antes trabajaron juntos en una empresa y de pronto se encuentran compitiendo por un mismo puesto de trabajo. Pero la obra, en realidad, es una metáfora acerca de la condición del ser humano, de la soledad, de la falta de certezas, de la sensación de sentirse prescindible. Lo que están buscando los personajes es recuperar algo que ya tuvieron antes y es la pasión, lo que da sentido y motivación a la existencia.

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