Jue 17.06.2004

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA A NORBERTO NAPOLITANO, PAPPO, UNO DE LOS PERSONAJES EMBLEMATICOS DEL ROCK ARGENTINO

“En algún momento hay que ponerse serio y responsable”

En el enorme colectivo que compró y acondicionó para salir de gira, el guitarrista habla sobre la presentación de su último CD, Buscando un amor. Cuenta también por qué tocó con Los Piojos en Vélez, se despega de su hijo Luciano y dice que Spinetta “sólo hizo rock cuando estuvo con los músicos de Pappo’s Blues”.

› Por Cristian Vitale

En el bar de la vuelta del taller de Pappo, en La Paternal, están pasando Desconfío por la radio. Lo cantan dos parroquianos, la chica que sirve y el dueño. Es un boliche de barrio. El Carpo y sus amigos suelen ir a tomar café o vino o a triturar comidas caseras. “Es el único lugar donde tenemos cuenta”, bromea Julio, representante y amigo del guitarrista desde hace años. “Sí... ja. Es una suerte”, asiente Norberto Napolitano. Frente al bar hay otro taller. “¿Van a ver a Pappo?”, pregunta el mecánico. “Está con la moto. Hay un humo infernal.” En los alrededores de la plaza Boyacá lo conocen todos. Nació ahí hace 54 años y es “su” barrio. “Ahora vamos al bar y hablamos”, promete después de un ensayo matinal mientras enciende su Harley Davidson, sin moverla. “Vení, antes te muestro el micro.” En la calle Remedios de Escalada, frente a la persiana del taller, hay un enorme ex Chevallier modelo ’95 que la organización Pappo compró para llevar a las huestes blusero-metálicas de gira. “Mirá, acá está la cocinita, éste es un privado para mí con cama doble y televisor –le brilla el colmillo izquierdo–, atrás hay seis camas marineras y un baño con ducha.” Pappo recorre el móvil de punta a punta. Está como nene con chiche nuevo. “Acá estaba el velocímetro... pero el chofer lo sacó porque lo cagábamos a piedrazos... ja”, se burla apoyado en su típica sonrisa.
Ambientado y contento, olvida la propuesta del bar y decide hacer la entrevista en el asiento de adelante, mirando el barrio por el parabrisas. “Luego de mil vueltas elegimos El Teatro porque tiene buena acústica y porque no pensamos en algo masivo. No sólo yo decido, también los músicos, la producción, la discográfica, los consejeros, entendés”, explica sobre la demorada presentación de Buscando un amor, que será mañana a las 22 “puntual”, exige.
–¿Desde cuándo tan puntual?
–Vamos a tocar más de dos horas y hay que entregar el boliche a la 1. Lo más importante hoy pasa por cumplir los contratos. Venimos siendo más prolijos de lo que muchos esperaban. Hay que cumplir con los horarios, si no todo el esfuerzo del disco se va al carajo. Uno en un momento de su carrera se tiene que poner serio y responsable... hoy estoy levantado desde las 9.
Además de todas las canciones del flamante disco, entre ellas Mejor que vos, Katmandú, Quizás mañana –menos los 5 covers en inglés–, el Carpo promete un jugoso recorrido histórico con El hombre suburbano, El viejo, Fiesta cervezal, Longchamps boggie. “Y vamos a terminar con Rock and Roll y Fiebre”, anticipa. Sin pregunta de por medio justifica la ausencia de Rock Me Baby o Thrill is Gone, los covers. “Son bonus tracks que están pero no están. Las radios no los tienen en cuenta. Los hicimos para proyectar el disco afuera... como diciendo ‘en Argentina existe una banda de blues que canta en inglés’. Alguno lo va a escuchar y va a decir ‘contratemos esta banda’”, se entusiasma.
–¿Qué es Buscando un amor?
–Un ejemplo de experiencia y madurez. Refleja haber pasado por todos los intentos de buscarle vueltas a la guitarra para terminar como empezaste: guitarra, cable y equipo. Para tocar así hay que tener bien claro lo que se quiere y no aplicar yeites de más. Esta es la diferencia del disco: la decisión.
–¿Lo plantea como una vuelta a la pureza sonora de otros tiempos?
–Tiene el mismo entusiasmo que mi primer disco. Grabar es una experiencia maravillosa, es como dar a luz algo que uno tuvo tanto tiempo encerrado en la mente. Ya me venía preparando para esto. Me alquilé una quinta en Luján para arreglar y componer. Hay que estar fuera de actividad y solo para crear. Mientras Pappo enumera los músicos que integran su banda –Bolsa González, batería; Yulie en bajo, Luis Robinson en armónica y Nico en teclados–, estalla en otra carcajada de tono grave y contagioso. “Sabés a quién me hace acordar éste –señala al fotógrafo, que está inclinado sobre el volante para hacerle una foto desde abajo–, al Preso, ja, ja. Le falta la boina y la bufanda, qué hijo de puta. Y vos sos Minguito.” No puede parar de reírse. Trata de recordar cómo se generaban las trifulcas en Operación Ja Ja, cuenta un par de scketches. Y vuelve.
–Menos el tecladista, hace mucho que conserva esta banda.
–Y... desde Blues Local. Pasaron como 15 años.
–¿Le pasa lo mismo que cuando grabó Blues Local?
–Totalmente. Los discos del medio no marcan nada. Caso cerrado, Pappo y amigos y Pappo sigue vivo fueron el reflejo de Blues Local, que sí marcó un punto de referencia en mi carrera. Este marca otro.
–¿Qué parámetro toma para demarcar este quiebre?
–Blues Local era una parada de Marshall con el tipo diciendo “quiero tocar”. Ahora es lo mismo. Tenemos que seguir marcando puntos de referencia para que uno pueda decir: “la época de Blues Local”, “la época de Buscando un amor” y así.
–Luciano, su hijo, editó el disco Más Rock and Roll. ¿Qué tiene de Pappo?
–Si tiene algo de mí no me doy cuenta, porque lo veo todos los días. Cuando llamo a la casa la madre me confunde con él por la voz. Es lo más parecido que tenemos.
–¿Y la forma de tocar? Usted le produjo Rock Pesado, el disco anterior...
–Tal vez va por un lado más heavy, pero también toca Jimi Hendrix. Igual preferiría hablar de mí. De él, que hable él. Todo el mundo me pregunta por mi hijo y a él de mí. Nos pusimos de acuerdo para separar las carreras artísticas.
–Ya es la tercera vez que Los Piojos lo invitan a tocar. Esta vez fue en Vélez ante 45 mil personas. ¿Qué implicó para usted?
–Fue un gesto amable. Ellos vinieron a grabar a mi disco, no los podía plantar.
–¿Lo invitan muchas bandas?
–Puff!!... lo que pasa es que a veces no puedo. Esta vez coincidió que no tenía nada que hacer ese fin de semana. Además fue premeditado, lo ensayamos. No fue como otras veces que caigo y no sé ni en qué tono están.
–¿Es la banda que más le gusta del rock argentino de hoy?
–Me gustan también Almafuerte, La Renga, Divididos... las ro- ckeras. Hay muchas bandas que están siguiendo los pasos que les marcamos nosotros, los que empezamos con todo esto.
–¿Y cuáles son las que no hacen rock?
–Depende. Hay gente que opina que hay otro rock, que es el rock nacional. Pero no existe... rock hay uno solo. El ska es ska, no es rock. Hay bandas que son espantosas y que las pasan en la radio como “rockeras”. Por eso, en los colegios, en vez de folklore del año ’23, tendrían que pasar temas míos y decirles a los chicos: esto es rock. Después ponerles a Los Pericos y decirles, esto no. Todo lo que sea parecido a Purple, Zeppelin y Sabbath es rock.
–Usted, Charly y Spinetta son los tres iconos de la historia del rock argentino ¿A Spinetta por ejemplo lo considera parte del rock?
–Cuando empezó sí. Después no hizo más rock. El tiene su propia música. Hizo rock solamente cuando estaba con los músicos de Pappo’s Blues: Black Amaya y David Lebon (Pescado Rabioso). El siempre fue así, lo conozco desde que nació.
–¿Qué pasó con Riff, luego de los dos regresos?... ¿quedó ahí?
–Nos vamos a juntar para mi cumpleaños y para festejar los 25 años de la banda en el 2005... si es que seguimos vivos.

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