ESPECTáCULOS
› UN PROYECTO SOBRE LAS FECHAS DE NACIMIENTO DE LOS AUTORES
Obras sobre un día muy particular
Víctor Winer, Susana Gutiérrez Posse y Lucía Laragione son tres de los autores argentinos que participaron de un proyecto que también involucró a dramaturgos españoles: escribir piezas cortas sobre alguna noticia del día del propio nacimiento.
› Por Hilda Cabrera
El proyecto nació en Madrid, como un puente entre culturas que abrevia distancias geográficas y otras interiores, referidas a la propia personalidad, como retrotraerse al día en que se nació y hurgar los periódicos de ese momento y descubrir a través de la letra impresa qué hechos eran destacados entonces en la ciudad o el país de origen, y en el resto del mundo. Unidos para dar vida a un libro, cuyo contenido fue traspuesto a la escena, siete dramaturgos españoles y otros tantos argentinos elaboraron, con independencia de estilo y tema, obras inspiradas en una de las noticias publicadas la fecha en que nació cada uno de ellos. De ahí surgió el libro La noticia del día, compilado de piezas breves que coordinó la española Inmaculada Alvear. Publicado por La Avispa (editora y librería de Madrid), el volumen lleva prólogo del dramaturgo español Iñigo Ramírez de Haro, uno de los constructores de ese “puente”. Destaca allí la importancia de acortar “distancia”, palabra –a su entender– fundamental en los textos de los argentinos y en una vivencia que le pertenece. A modo de ejemplo, recorta un diálogo del texto de Susana Gutiérrez Posse y lo enlaza con un recuerdo de infancia: la imagen de sorpresa de su abuelo de Pontevedra ante el reclamo de la familia para que se estableciera en Madrid, porque, según opinaba aquélla, el abuelo “vivía muy lejos”. La respuesta del pontevedrés era invariable: “¿Lejos de qué? ¿Lejos de dónde?”.
Seis de las catorce obras publicadas pueden verse aún en una de las nuevas salas de Buenos Aires, el Teatro Puerta Roja, de Lavalle 3636 (4867-4689), donde los viernes a las 21 se ofrecen Demasiado cielo, de Susana Gutiérrez Posse; Categoría Sport, de Víctor Winer, y El día más feliz de nuestras vidas, de Laila Ripoll, dirigidas todas por Elvira Onetto y Carlos Bermejo. Los sábados (a las 20.30) los títulos son otros: Así en la tierra como en el cielo, de Itziar Pascual; Premonición, de Inmaculada Alvear, y 1º de Mayo, de Lucía Laragione. La dirección general es de Mariel Bignasco y la coordinación, de Gutiérrez Posse. Las otras piezas, en este momento fuera de cartel, son Aguada Quehué, de Jorge Huertas; Argentina y yo, de Carlos de Matteis; Travesía, de Susana Poujol; Lo que no se nombra, de Susana Torres Molina; La noticia del día, de Yolanda Dorado; Juan Belmonte, de José Ramón Fernández; Ultimo tango en Madrid, de Guillermo Heras; La biblioteca del diablo, de Juan Mayorga y El día más feliz de nuestra vida, de Laila Ripoll. Sobre este emprendimiento dialogan con Página/12 los autores argentinos Lucía Laragione, Susana Gutiérrez Posse y Víctor Winer.
–¿Titubearon al elegir la noticia real de la que iba a partir la escritura?
Lucía Laragione: –Mi viejo se había muerto unos meses antes de que empezáramos a escribir las obras. Yo no dudé: supe, de pronto, qué tenía que hacer. Fue clarísimo.
Susana Gutiérrez Posse: –Los tres integramos un taller de dramaturgia junto con los otros argentinos que figuran en este libro, salvo Carlos de Matteis, que se fue a vivir a España. Recuerdo que cuando Lucía trajo una primera redacción nos conmovió a todos. Ella nos dijo que era un homenaje a su padre.
–¿Hubo acuerdo previo sobre algún tema?
S. G. P.: –No. Cada uno compró los diarios del día de su nacimiento y eligió la noticia de forma individual. La experiencia fue compartida, pero no ese momento. Conseguimos los originales de distintos diarios de época: La Razón, La Prensa... Las páginas se rompían con sólo tocarlas. Susana Poujol (Travesía), que nació en Necochea, consiguió su ejemplar de Ecos Diarios.
Víctor Winer: –Yo tuve dos opciones: Clarín o La Razón. Me quedé con la primera plana de La Razón, que, quizá porque era domingo, contenía muchas noticias sobre deportes. Me decidí por la que anunciaba el triunfo del corredor Dante Emiliozzi. Esto motivó que Susana Torres Molina, que conocía a una de las hijas del copiloto Torcuato Emiliozzi me recibiera para ayudarme en ese mundo del turismo de carretera.
–¿Significó un regreso a la infancia?
S. G. P.: –Creo que los tres nos empezamos a sentir un poco niños. Mi obra proviene de una noticia, cuyo título era “De tal palo, tal astilla: por la ruta del hijo viene Mme. Mermoz”. Se refería a la madre de Jean Mermoz, el aviador francés que, en un avión correo, unió Marsella con una ciudad patagónica. La madre venía a recibir una medalla en honor a su hijo, desaparecido, porque ni el cuerpo ni el avión fueron encontrados. Yo me inicié en la escritura a través del género epistolar y pienso que este tema de las cartas pudo haberme influido. Uno se descubre a sí mismo atando cabos a medida que escribe.
V. W.: –Después de esta experiencia nos dimos cuenta de que hasta la noticia más inocente y oculta en cualquier diario del día del nacimiento de cada uno guarda relación con la propia vida. Yo quise hacer, por ejemplo, una obra “humorística”, pero no lo logré totalmente.
–El personaje del padre de Categoría Sport es demasiado autoritario para una obra humorística...
V. W.: –En el texto no, pero en la traslación escénica se logra comicidad a pesar de ese trasfondo autoritario. A mí la puesta me ha devuelto a mi “lugar de origen”, y de manera sorprendente. Ese padre es parte de la relación fantasmagórica que uno carga en su vida respecto del padre o de los padres que conoció. Mi padre era viajante, lo veía menos de lo que hubiese querido, y quizá por eso digo esto.
–Su visión de lo paterno no es la de Laragione, por ejemplo, en duelo al escribir la obra...
L. L.: –Mi mirada sobre el personaje de Jorge Calvo es tierna, pero irónica respecto de cierta izquierda de la época que llamaría inocente.
S. G. P.: –En este momento descubro que los tres hemos escrito obras vinculadas con los padres, los hijos, y por ahí alguna abuela. Es curioso: quizá porque las elecciones que uno hace nunca son totalmente libres, o por la importancia que le damos al papel que juegan las diferentes generaciones en nuestras vidas. El título que habíamos propuesto para el libro era “Teatro del nacimiento”.
–¿Acaso porque nacer es más que una noticia?
S. G. P.: –En mi caso, sé que mis obras están atravesadas por cuestiones de ausencia. Yo tenía un año cuando perdí a mi padre, y mientras leía las noticias del día de mi nacimiento, pensaba en él, que además era periodista.
L. L.: –En los tres está esa relación con las otras generaciones, y también en algunos autores españoles, como Inmaculada Alvear. Allí, una hija que se sacrifica por su padre.
–Eso no sucede en la pieza de Guillermo Heras Ultimo tango en Madrid...
S. G. P.: –Quien, curiosamente, toma el tema de la muerte de Eva Perón.
–Pero como algo asociado a un país, a un lugar donde vivir...
L. L.: –Quizá porque de todos estos autores españoles Guillermo es el que sostiene una relación constante con la Argentina. Es interesante ver cómo ha logrado captar lo esencial de una forma de vida de la época.
–¿Cómo modificó esta experiencia a la propia escritura?
V. W.: –Creo que en la convivencia con las obras españolas se fue mostrando un nuevo lenguaje. Después, y por diversos mecanismos de lapuesta en escena, se logró conformar un espectáculo único. En este sentido uno se siente agradecido.
S. G. P.: –Se trató de preservar el rasgo de “noticia”. Eso permitió relacionarlas, aunque en las obras españolas estén muy presentes la atmósfera de la época franquista y el peso de la religión. Es muy fuerte la pregnancia del pecado, de la censura y la culpa. En las nuestras los “temas” son otros, y más variados.
–¿Quedaron misterios sin develar en ese “retorno” al nacimiento?
S. P. G.: –Demasiados. Contactarse con el pasado es un ejercicio interesante.
L. L.: –Para nosotros fue de conmoción.
V. W.: –Y de mucha lágrima. A mí me angustió enormemente escribir esta obra. Había partido de otra imagen, distinta, muy fuerte, que después abandoné. Preferí ésta del padre que quiere retratar a su pequeño hijo como un futuro y triunfante corredor de automovilismo. Mientras escribía esta obra mantenía a mi lado una fotito de la infancia que me habían tomado siendo niño en la rambla de Mar del Plata.
S. P. G.: –El aviador francés Jean Mermoz murió muy joven. Yo quería saber cómo llegó a hacer de correo, y ahí se me mezclaron cosas de la infancia, como tener un planisferio siempre a la vista. Algo que además sigo teniendo en casa.
L. L.: –Mientras estamos hablando, recuerdo algo mío, una tarjetita que encontré revolviendo cosas y que habían preparado mis padres, Raúl Laragione y Sara Papiermeister, aunque ellos escribieron allí Raúl Larra y Sara Papier. Anunciaban mi nacimiento. Mostraba a una cigüeña, y el texto terminaba con unas palabras que retomo en la obra: “En este día de sol y esperanza”.
V. W.: –Después supimos algo más sobre esto.
L. L.: –Fue impresionante. Yo le regalé el libro a Isidoro Gilbert, quien fue amigo de mi papá. De los oradores de ese 1º mayo que menciono en la obra, Rodolfo Ghioldi, Alcira de la Peña y Jorge Calvo, al único que no conocía era a éste. Muchos años después, por el amigo de mi padre, me enteré de que Calvo fue muerto por la policía. Lo mío fue una intuición sobre el pasado.