ESPECTáCULOS
El mal chiste de estar en el medio
Mariana Briski vuelve a la carga con su unipersonal La del medio, en el que sondea situaciones, paradojas e idiosincrasias.
› Por Cecilia Hopkins
Tres años después del estreno de La del medio, su primer espectáculo unipersonal, Mariana Briski vuelve a la escena. Conocida por sus apariciones televisivas en Cha cha cha y en VideoMatch, en sus comienzos y, más recientemente, en Primicias y Resistiré, en La del medio Combo 2, la actriz interpreta a siete personajes “extraídos del medio, es decir, directamente de la realidad”, según explica en una entrevista con Página/12. Otra razón que influyó en la elección del título fue el hecho de que la actriz es la segunda de tres hermanos, y que ha pasado su infancia “en el medio, mientras los demás me decían que yo debía entender a uno por ser el mayor, y al otro por ser el menor de la casa”. Briski vuelve a elegir el formato del café concert, porque se entusiasma con el ida y vuelta que se produce a partir del discurso de sus personajes, frente a una platea reunida en torno de las mesas de un bar: “La gente trae consigo todo lo que le pasó durante la semana y, al relacionarme con ellos, también los textos se transforman en función de la realidad”. Así entonces, los cambios en los guiones escritos por la actriz con la colaboración del director, Diego Leske, nunca provienen de un trabajo de reescritura previo sino de una tarea de observación: “Durante la semana me conecto con el medio, tomo nota y registro... la gente necesita hablar de sí misma, pero de ninguna manera intento hacer demagogia ni que alguien piense que el espectáculo tiene un sentido terapéutico”. Los personajes de Briski hablan de la realidad desde el disparate. Así, la aristócrata de Teresita entiende que las crisis sociales son realmente entretenidas, en tanto se enamora de un piquetero y pasa su tiempo inventando microemprendimientos. Alma, en cambio, deseosa de “encontrarse a sí misma”, prueba todo tipo de actividades y, de tanto insistir, genera adicciones hasta por la soda. Pero al momento de hablar de la discriminación, la actriz propone un caso especial: “A Deby (quien es judía, igual que yo) no la discriminan por esa razón (como ella supone) sino, sencillamente, porque es una persona insoportable”.
“La comicidad es la forma que tengo de contar mi tragedia, es un lenguaje que no tiene que ver con entretener sino con el poder de decir”, analiza Briski, quien insiste que primero es necesario formarse como actor para luego descubrir el modo personal de enfocar la realidad: “Yo veo el mundo desde el humor y esa mirada es la que descubre los aspectos más sangrantes de uno mismo”. Sobrina de Norman, ella también dicta clases de comicidad, como el actor y director solía hacer hasta hace un tiempo, pero no cree que un actor “aprende a ser cómico”. Lo que sí se puede es, tal como puntualiza, “desarrollar una búsqueda para que un actor descubra si la comicidad es un lenguaje que él puede asumir efectivamente, porque así como no todos podemos ser médicos o ingenieros, no todos pueden ser actores cómicos”. Nacida en Córdoba, la actriz no reconoce haber tomado demasiados elementos del humor típico de su provincia, al que describe como a “un humor ácido e ingenuo a la vez, que se ríe del comentario y de la comparación”, si bien reconoce que en su familia “esa forma de comicidad estuvo siempre muy presente: la cargada, la ironía, el absurdo, la parodia, fueron las paredes de mi casa”. Pero, en cambio, Briski considera que su comicidad “no tiene la rapidez que es propia del humor cordobés, porque lo mío es más pensado y más burgués, si se quiere”. La actriz, que pronto iniciará una gira por las provincias del Noroeste del país, reconoce que está intrigada en relación con cómo será recibido el espectáculo allí, “porque en Buenos Aires se aceptan algunas cosas, no porque seamos más amplios que en otras partes sino porque estamos acostumbrados a ver una mayor cantidad de propuestas”. Si bien Briski no sabe a ciencia cierta qué hace reír al público, en general, ella ensaya una expresión de deseo: “Pienso que tendríamos que empezar a reírnos desde una mirada interna que nos muestre lo que no queremos dejar ver, como una forma vital de cuestionamiento. Porque demasiadas veces nos reímos mirando al otro y no mirándonos a nosotros mismos”.