ESPECTáCULOS
“El strip tease es una herramienta de trabajo”
La actriz española Mónica Lleó se define como “stripticista”. Entre los espectáculos que presentó aquí condujo un taller en el que desplegó sus investigaciones sobre la técnica del desnudo.
› Por Cecilia Hopkins
Mónica Lleó nació en Las Palmas, Islas Canarias, aunque su formación como actriz transcurrió en Barcelona, en el Institut del Teatre. Durante su breve visita al país presentó un unipersonal de su autoría (De Canarias con amor hizo funciones en Capital, Córdoba y La Plata), participó de Santuario Estresada, una performance-instalación ideada y dirigida por la dramaturga Diana Raznovich, y condujo un taller de características atípicas, referido a un género que singulariza a esta actriz que vivió en Buenos Aires entre el ’95 y el ’99. Porque Lleó pasó años elaborando una técnica teatral del desnudo, desde que se propuso experimentar e investigar sobre el strip tease. No obstante, aclara en la entrevista con Página/12: “No soy una stripper sino una stripticista (como existen malabaristas, equilibristas y artistas, en general) en la medida en que mi trabajo no se apoya en el lucimiento del cuerpo sino en el imaginario del espectador”. Partiendo de la etimología del término (To strip, significa, en inglés, “quitarse la ropa” y to tease, significa “engañar”), Lleó define a esta actividad como “hacer magia sin revelar nunca el truco, porque lo que importa no es lo que se muestra sino cómo se lo exhibe”.
Una vez que terminó sus estudios, Lleó –quien antes se había dedicado a la gimnasia deportiva– tuvo necesidad de romper con las convenciones del realismo teatral: “Investigué de manera muy metódica, tenía ganas de hacer algo distinto, divertido, y me interesó la idea de experimentar con la mirada del público, con mirar a aquel que mira”. Así, comenzó a recorrer bares y cabarets, pero muy pronto comprobó que lo que abundaba por todas partes eran los shows de desnudo “que parecían un mercado de carne, con un franeleo barato que no tenía ni media gracia”. Fue por eso que comenzó a trabajar desde un punto de vista teatral, armando coreografías, jugando con las prendas. Su búsqueda estética comenzó a profundizarse cuando conoció a Juan Brossa, dramaturgo catalán ya fallecido, famoso por sus poemas visuales, quien le reveló un mundo aparte con su libro Strip tease y el teatro irregular, “donde describe los strips tease que a él le hubiera gustado ver”, cuenta Lleó. Hoy alterna su trabajo como actriz con las animaciones que realiza en fiestas privadas. Cuando se vino a Buenos Aires le ofrecieron coordinar talleres de strip tease, actividad que sigue realizando cada vez que se lo solicitan, especialmente dirigida a actores y bailarines y a todo aquel que “quiera jugar, divertirse, vencer su timidez, dedicárselo a su pareja”.
–¿El strip tease es, en parte, un acto de histeria?
–En un punto hay algo de histeria porque, para mi gusto, hay que seducir sin enseñarlo todo. Bueno, algo hay que mostrar, porque si no se vuelve un fraude. Pero me parece que el strip tease está más ligado al engaño: cuando parece que alguien se va a sacar una liga, de pronto se quita un aro. El desnudo total, en cambio, no presenta ninguna expectativa.
–¿Un stripticista tiene fecha de vencimiento?
–Para mí, así como se puede cantar hasta que se tiene voz, del mismo modo se puede jugar con el cuerpo mientras se lo tiene. En uno de mis talleres tuve una alumna muy mayor, como de 70, que hizo un strip tease vestida de tigre, muy glamorosa. Se puede mostrar sólo la espalda. Lo que importa no es el cuerpo que se enseña sino la fantasía que se crea.
–¿Qué beneficios le aporta su técnica a un actor?
–Es una herramienta de trabajo. Un strip tease enseña a trabajar con el cuerpo como soporte, es una vía para abrir la creatividad. La imagen es lo que más golpea. Uno de los strip tease más impresionantes del cine es, para mí, el de Rita Hayworth quitándose un guante en la película Gilda.
–¿Qué encuentra en la mirada de los otros cuando trabaja?
–Alguna vez me ha pasado que, mientras hacía un strip tease zarpado me miraban a los ojos. En la mirada aparece lo que se quiere transmitir. Cualquiera puede mentir con su forma de vestir y con sus cirugías estéticas, pero el poder de la mirada es tremendo. Yo encuentro que acá se mira mucho, que ésta es una ciudad muy carnal y erótica, muy de tacto. Uno ve miradas muy impresionantes, y algunas me hacen cruzar de vereda.