Jue 12.08.2004

ESPECTáCULOS

“Como cantante he sido demasiado respetuoso”

Caetano Veloso inicia esta noche su serie de shows en el Gran Rex. Ayer habló de su último CD, A Foreign Sound, cantado en inglés, y de su país: “A los brasileños, decir que somos alegres nos alegra”.

“La lengua inglesa es un poco fea para el oído latino, pero resulta bonita por su capacidad de síntesis, y su practicidad. Y además, es la lengua que se impuso, la que está en todas partes. ¿Que hay un poco de imperialismo cultural en eso? Un poco no, mucho. Ese imperialismo cultural es deseado por todos. La gente más pobre en Brasil les pone nombres en inglés a sus hijos”, señaló ayer Caetano Veloso refiriéndose a su último disco, A Foreign Sound, en una conferencia de prensa regida por su particular sentido de la armonía y la sobriedad. En rigor, el músico bahiano, que comenzará esta noche una serie de recitales en el teatro Gran Rex, estaba definiendo su postura frente a temas que activan su tendencia a la provocación gentil, enfatizada con esa sonrisa elegante que no admite réplica.
Caetano, a los 62 años, camisa y saco negros, paseó su fina estampa por los pasillos del hotel Hilton, saludó a los periodistas, aceptó con profesionalismo zen la superposición de preguntas y flashes y salpicó sus conceptos sobre diversos temas. Habló de su nuevo disco, en el que rinde homenaje a la música popular estadounidense, tan importante como la bossa nova en la génesis del tropicalismo. Allí versiona a Gershwin, pero también a Nirvana, a Cole Porter y Stevie Wonder. Es Caetano, en definitiva, quien termina influyendo sobre los materiales recibidos, invirtiendo las reglas básicas del “cover”. “Como cantante siento que he sido demasiado respetuoso. Aunque haya tanta arbitrariedad en la elección de los temas y tanta variedad en los arreglos, creo que estuve muy sobrio”, dijo ayer el músico, quien admitió que tiene otros dos proyectos fundados en canciones “ajenas”: una antología de la canción brasileña “de todos los tiempos” y un disco de canciones portuguesas.
Es la realidad la que debe adaptarse a su universo. O al menos eso parece. Caetano incorpora nostalgias con visión de futuro; modela vanguardias que se adaptan a un apacible destino clásico; somete a los bien pensantes a un juego de espejos difícil de sostener; resigna posibles identidades ideológicas en favor de un sentido común que lo encuentra siempre en lugares distintos. No es fácil lidiar con Caetano. La periodista de Crónica le observa su origen contestatario y la buena llegada que tiene hoy su música en las clases altas. El músico amaga incomodarse, pero prefiere estirar los alcances de su cintura política: “En el comienzo de mi carrera también la clase alta disfrutaba de mi música, quizá más que ahora. En cambio, a las clases populares he llegado más que nunca en esta última década. Esto es estadístico”. La siguiente respuesta encubrió, sí, un dardo envenenado, teniendo en cuenta el ámbito. Consultado sobre la posibilidad de ser amigo de un “político” (en este caso el funcionario Gilberto Gil, actual ministro de Cultura del gobierno de Lula), Caetano contestó: “Sí, creo que sí. Se puede ser amigo de un político, quizá sea más fácil que ser amigo de un periodista”. Y volvió a sonreír. Y habló de la felicidad: “La placidez viene de mi madre. Ella es feliz y canta. Tiene 97 años. Y cuando yo canto también me siento feliz, independientemente de los dolores humanos”.
Unos minutos después, destrozó otro mito: ahora resulta que la alegría no siempre fue brasileña. Veloso aporta otra mirada sobre el slogan turístico: “La canción brasileña era considerada una canción triste. Hasta los sambas de carnaval eran de una tristeza infinita. Y a fines de los ’60, con Vinicius y otra gente de la bossa nova y del tropicalismo, empezamos a definirnos como ‘no tristes’. El fútbol también fue importante en esto. Y en los ’70 apareció el mito de los brasileños alegres. Una afirmación de la alegría bajo la dictadura. Hoy creo que los brasileños somos más alegres. O por lo menos, decir que somos alegres nos alegra”.
Por último el rock: “El rock es basura, su historia es ser basura. ¿Por qué ganó esa increíble fuerza mundial? Porque es basura. Cuando empezó Presley a cantar cosas muy primarias y precarias, mientras el mundo escuchaba a Miles Davis, Chet Baker, Sarah Vaughan, todos sabíamos que aquello era basura. Y ellos también. Y todas las veces que trató deconvertirse en algo más respetable, surgió una fuerza desde adentro mismo del rock: el punk, que quiere decir basura, el grunge, que significa basura. Entonces el rock es basura”.

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