Vie 13.08.2004

ESPECTáCULOS  › “LOS SECRETOS DE PAPA” APUESTA A LO SEGURO Y CONOCIDO

La fábrica de pastas Pol-ka

La nueva tira de Canal 13 se apoya en el sólido histrionismo de Dady Brieva, pero no busca un ápice de renovación frente a productos anteriores. El rating le dio 23,3 puntos, contra 34,6 de Los Roldán.

› Por Emanuel Respighi

Sin perder en ningún momento el tono costumbrista que caracteriza a las telecomedias de la factoría Pol-ka, el miércoles finalmente comenzó la promocionadísima tira Los secretos de papá (lunes a viernes, a las 21.30, por Canal 13). Tras la polémica que se originó luego de que Adrián Suar postergase imprevistamente el lanzamiento del programa, el primer envío de la tira que protagoniza Dady Brieva mostró un fresco que condensa la mayoría de fórmulas televisivas con las que Pol-ka en su momento renovó la narrativa diaria televisiva, pero que a una década de su nacimiento huelen a rancio, ante la evidencia de la reiteración. Cierta atmósfera barrial, el despliegue de entrañables personajes que se contraponen a los malos muy malos, el encuentro casual y accidentado entre los enamorados y los enredos que giran alrededor de la familia de la casa de pastas Crivaletti fueron algunos de los tantos clichés con los que Los secretos de papá intentará revertir la tendencia a favor de Los Roldán en el horario central de la TV argentina.
Con una mayor expectativa de la que posiblemente había el lunes pasado –día original de estreno–, la propuesta pergeñada por Suar para aminorar el fenómeno Roldán salió a la cancha con la promoción extra que le significó el inédito atraso de 48 horas en la emisión del programa. Y según lo que se pudo evaluar en el primer round de la competencia entre las “telecomedias populares para toda la familia”, el rating no le dejó un sabor amargo a ninguna de las dos partes. Aunque –como era de suponer– la competencia del miércoles por la noche terminó por favorecer a Los Roldán, que promedió 34,6 puntos de rating, la jugada de Suar no fue mala teniendo en cuenta que los 23,3 puntos que logró medir el debut sin cortes comerciales de Los secretos de papá elevaron el rating habitual del 13 en esa franja horaria en más de 12 puntos (Los pensionados apenas si promediaban 11 puntos). Una disputa que, alimentada por todo lo que ocurrió en los últimos días, logró incrementar el encendido televisivo de la noche del miércoles en más de diez puntos.
Así como en anteriores oportunidades las tramas de Pol-ka se centraron en la vida cotidiana de taxistas y colectiveros (Gasoleros), boxeadores (Campeones), soderos (El sodero de mi vida) o futbolistas (RRDT, Son amores), en esta oportunidad los enredos y las confusiones se desarrollan en el seno de una fábrica de pastas. En un tono de comedia más fino que el mosaico grotesco de Los Roldán, la trama escrita por Ernesto Korovsky (Gasoleros, El sodero de mi vida) y Ricardo Rodríguez en Los secretos... prefiere indagar en las relaciones que se entrelazan entre un grupo de personajes de estirpe barrial. Un mundo plagado, por supuesto, de humor, pero apoyado en dosificadas cuotas de ternura y drama.
La propuesta de Los secretos..., entonces, desarrolla una línea de conflicto a partir de la rutina familiar de sus protagonistas. La historia se centra en Rubén Jilguero (Brieva), un actor de segunda línea que vive bajo el cuidado protector de su mamá y las recriminaciones de su hermano mayor. Contratado por un programa de TV para que demuestre que en la casa de pastas Crivaletti se discrimina a los empleados por sus preferencias sexuales, Jilguero se hace pasar por gay para que lo echen del negocio y obtener la prueba. Una misión simple, pero que cambia de objetivo luego de que Rubén se enamore de Eugenia (Gaetani), la nuera del dueño de la fábrica (Alberto Martín), y de la nada le aparezca una hija adolescente (Luisana Lopilato). Dos hechos que, obviamente, modificarán la vida de Rubén para siempre.
En una opción que desde su mismo germen no tiene otra posibilidad que apostar a lo seguro y no experimentar en lo más mínimo, se destaca el carisma que transmite Brieva desde su caricatura grotesca, pero no burda, del gay de pañuelito al cuello, gorrito multicolor y modales afeminados. Como con Tucho en Gasoleros y Alberto Muzzopappa en El sodero de mi vida, el humorista vuelve a demostrar el talento y la facilidad que posee a lahora de hacer humor en ficción. Un don que, sin embargo, no por su eficacia bastará para mantener la atracción del público a lo largo de los 170 capítulos previstos. Habrá que ver, entonces, cómo evoluciona una historia cuyo peso, por el momento, parecería descansar demasiado en el histrionismo de Brieva.

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