ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A LORRAINE LEBLANC, INTEGRANTE DEL GRUPO, QUE DEBUTA HOY
“La gente es feliz al ver a Stomp”
En su segunda visita, el grupo tomará el Luna Park para demostrar hasta qué punto cualquier objeto puede convertirse en un instrumento.
› Por Mariano Blejman
Para entender qué es Stomp conviene imaginarse una combinación de percusión y comedia musical, ritmos con objetos como tachos de basura, escobillones, encendedores, cajas de fósforos, que se convierten en una sinfonía. Puede haber encendedores que se cierran y se abren, varas de madera que golpean el piso, bolsas plásticas y cualquier elemento del cual se pueda obtener sonido. Es un espectáculo poderoso nacido de la tradición de las bandas callejeras. Stomp ganó numerosos premios mundiales de “danza alternativa”, por darle un mote, ya que el show de la agrupación inglesa –que estará desde hoy hasta el 29 de agosto en el Luna Park, a las 21– es difícilmente clasificable. “Cada noche hacemos un show diferente”, cuenta la negra Lorraine LeBlanc, una de las integrantes de la banda.
La premisa de Stomp es percutir, frotar, rasgar, soplar cualquier objeto, para construir una pieza afinada con elementos de uso doméstico. La performer LeBlanc habla desde Río de Janeiro, a punto de venir a hacer ruido en Buenos Aires. Un sonido salido de los márgenes de Brighton, al sur de Inglaterra. Y que la inglesa se llame LeBlanc es una paradoja, ya que es tan negra como el sonido en su interior. Había hecho coreografías en teatro y series de TV hasta que conoció a Stomp en 1997. LeBlanc vive en Brighton, aunque eso de vivir también es un decir, porque se la pasa de gira. El fenómeno Stomp se expandió por el mundo, con un gran arraigo en Argentina, al punto de que en estos momentos hay otros dos grupos similares dando vueltas: los israelíes de Mayumana (donde hay un argentino) y los excelentes performers locales de El Choque Urbano.
“Nunca vi a los otros grupos, pero me parece bien si Stomp inspira a la gente a hacer algo similar”, dice LeBlanc sin meterse demasiado en la interna del fenómeno. El éxito hizo que marcas como Heineken, AT&T y Coca Cola los contrataran para sus campañas publicitarias. Por los avisos de las tarjetas de crédito Jaccs (Japón) y Apples (Australia) ganaron el cotizado León de Plata, en el Festival de Cannes 1992. Es una buena forma de financiar giras costosas, debido a la cantidad de integrantes y de materiales que tienen que transportar. Uno de sus directores, Steve McNicholas, dice que Stomp aprovecha al mundo comercial para financiar sus “bizarras obsesiones”. “Cuando empezó, todo sucedía en la calle. Ahora trabajamos en teatros, en el off Broadway. Nos gusta la calle, aunque para mantenernos necesitamos tocar en un teatro”, se sincera LeBlanc.
“La compañía tiene 12 artistas en viaje, aunque cada noche sólo ocho salen al escenario. Por eso, cada vez hay un show nuevo. Además, el director se la pasa buscando nuevos objetos para incorporar en cada país que visita”, cuenta la artista. ¿Y cuál es el lugar para la improvisación en un espectáculo cronometrado? “Siempre aparecen distintas oportunidades, distintos sentimientos, distintas ganas de hacer algo diferente cada noche. No todo está escrito. Cada noche es diferente, como cada persona es diferente”, insiste LeBlanc. Hasta podría decirse que Stomp es una banda de jazz, pero con instrumentos eminentemente percusivos. La banda callejera se convirtió a mediados de los ‘90 en un gran negocio: “Cuando era chica, jamás creí que podría vivir de andar golpeando cosas que encuentro por la calle. Había visto Stomp por televisión, pero no los conocía realmente hasta que los vi. Realmente me gustaron y me dije que tenía que estar allí”. Lorraine LeBlanc se presentó en una audición en Londres y la tomaron en el acto.
Stomp fue creada en Inglatera en el verano de 1991, después de diez años de colaboración entre sus creadores, Luke Cresswell y Steve McNicholas. Trabajaban juntos en 1981 en la mítica banda callejera Pookiesnackenburger y el grupo de teatro Cliff Hanger. Stomp tuvo su première en el teatro Bloomsbury de Londres y también en Assembly Rooms en Edimburgo, donde se convirtió en la Alternativa de los Críticos de The Guardian y ganó el premio del Daily Express como Mejor Danza Alternativa. En 1993 comenzarían las grandes giras por Melbourne, Hong Kong, Dublín, Boston, Italia, Francia, Canadá e Inglaterra.
Pero LeBlanc todavía no conoce Buenos Aires. Estuvo antes en México, San Pablo y Río de Janeiro. “La gente de América latina es increíble. Hemos encontrado muchas cosas para nuestros shows, siempre sumamos algo de cada país.” Además de inspirar a la gente, Stomp suele hacer workshops para dar a conocer sus técnicas, aunque no hay noticias de que se vaya a hacer uno aquí. “No sabemos si vamos a poder tocar en la calle, aunque siempre nos gusta salir a dar una vuelta –cuenta Lorraine–. Si nos va bien esta semana, tal vez podamos volver más adelante”, se entusiasma. Ahora, la negra LeBlanc tiene una idea bastante clara de su show. “Cuando nos mira en el escenario, simplemente, la gente se siente feliz. Tan felices como nosotros. Se produce una vibración, un feeling que hace un show totalmente accesible para cualquiera. Además es un show que no necesita lenguaje hablado, se puede entender en cualquier parte del mundo”, cuenta LeBlanc, quien deja una reflexión para el final: “Si la gente joven les pega a cosas puestas en las paredes los padres suelen retarlos. Si estás en Stomp no te retan sino que te aplauden, ¿no es una buena forma de crecer?”.