ESPECTáCULOS
› LA OFERTA SEXUAL SE AFIANZA EN LA TELEVISION
El sexo es la mejor pantalla
El especialista en comunicación Alejandro Kaufman y el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff analizan la tendencia. Martín Kweller, de Endemol, dice que “la gente se siente cerca de lo que ve”.
› Por Emanuel Respighi
Las escenas fuertes se suceden a cada rato. La apertura sexual en televisión ya no conoce distinción de géneros y se expande como tema recurrente de los programas de la tarde, las telenovelas, los unitarios y los noticieros. La bandera del gancho sexual es llevada bien alta por Historias de sexo de gente común, el ciclo de ficción que hizo realidad en pantalla buena parte de las fantasías sexuales del Kamasutra, mostrando mucho más de lo que habitualmente se ve en un programa no pornográfico (fellatios, orgías, sexo entre hombres, violaciones, etcétera). El mundo de las travestis también se suma al fenómeno: a partir de la relación que une a los personajes interpretados por Florencia de la V y el Puma Goity en Los Roldán, una tribu de transexuales y travestis intenta aprovechar un momento en el que la elección sexual ya no se oculta, sino que se muestra como un valor agregado, una marca personal. El sexo se ofrece en la TV y la gente responde con altos niveles de rating.
La pantalla 2004 le abre el juego al sexo sin pruritos; hasta el sacerdote se deja llevar por la libido, como ocurre en cada capítulo de Padre Coraje. Y un género tradicionalmente tan rígido como el de las telenovelas forma parte del fenómeno: una década atrás los televidentes debían esperar meses y meses para que los enamorados se dieran un beso, ahora el momento esperado llega en los primeros capítulos, con revolcones incluidos. Ya nada es lo que era. Es más: a esta altura es casi imposible imaginar un programa televisivo que no haga referencia –verbal o visual– al sexo.
“Que haya más sexo en la TV no es ni bueno ni malo: simplemente responde a lo que sucede en el mundo cotidiano”, señala Martín Kweller, ideólogo de Historias de sexo de gente común y propietario de Endemol Argentina. “El sexo –continúa– es parte de la vida de la gente, de las parejas, de los adolescentes... Y todo lo que forma parte de la vida cotidiana rinde en la TV porque la gente se siente cercana a lo que ve. La TV acompañó el proceso natural que se da en la sociedad. El fenómeno actual tiene que ver con lo que pasa hoy, donde crece la oferta del travestismo en Argentina. ¿O es igual la cantidad de gente que busca travestis hoy que la que lo hacía quince años atrás?”
Aun cuando acepta que la TV suele responder a una coyuntura social, el profesor de Comunicación Social de la UBA Alejandro Kaufman apunta en otra dirección: “El sexo opera igual que la violencia: son mecanismos muy eficaces para afectar sensiblemente a los espectadores. Al no tener mediaciones de ningún tipo, crean la sensación de que la gente puede tocar a las personas a través del sexo. Son formas de comunicación penetrantes: atraviesan cualquier filtro. Por eso es tan utilizado el modelo femenino para incentivar el consumo. El sexo tiene una relación metonímica con la mercancía. De ahí la exaltación sexual para vender cualquier producto”.
Paradoja o consecuencia, lo cierto es que esta apertura sexual de la TV se da justo en el momento en que diversas estadísticas señalan que en los últimos años los argentinos tienen menos relaciones sexuales que en otros tiempos. “Hay varios motivos para la disminución de relaciones sexuales: el stress, las cargas sociales, el desempleo son cosas que inciden negativamente en la búsqueda de placer”, explica Juan Carlos Kusnetzoff, sexólogo y director del Programa de Sexología Clínica de la Facultad de Medicina de la UBA. “En este contexto, puede que la oferta de mirar novelas erotizantes es una forma de los televidentes de buscar en la TV un consuelo a su vida sexual. Un consuelo menor, pero consuelo al fin. Porque está claro que un discurso erotizante, como el de las telenovelas de las 13 o las 19 horas, es infinitamente más gratificante que ver una mujer desnuda. La sensualidad se nutre de la alusión y no exactamente de la visión directa de la genitalidad como prima en las películas porno”, subraya el especialista que, además de dar consejos todos los miércoles en Perros de la calle (de 10 a 14 por la Metro), recibe consultas personales al mail juanck@ ciudad.com.ar.
Gays, lesbianas, travestis, vedettes, culos, tetas, cámaras ocultas con famosos en situaciones comprometidas: elementos que la TV ofrece a cada instante como si fueran parte del elenco. “Pero no es que la TV incita a la gente a tener sexo: la TV es consecuencia de lo que sucede en el mundo. De lo contrario, la TV atrasaría. La fuerte presencia sexual no sólo está en la TV: en el cine, en los diálogos de los restaurantes y en las revistas también hay sexo”, aclara Kweller, productor de Historias de sexo de gente común, cuya primera temporada finaliza esta noche. Aun aceptando que la oferta sexual televisiva responde a una cuestión comercial, Kusnetzoff celebra el fin de un tema tabú en la pantalla chica. “El sexo, ya sea de forma encubierta, alusiva o indirecta, vende siempre. No sólo en la TV, sino también en literatura, en las páginas de Internet y en cualquier medio de comunicación masiva. ¿Por qué? Porque durante siglos, no años, ha quedado oscurecido, diluido y hasta ha muerto gente en el pasado por decir que tuvo placer en algún momento. Esto nutre nuestro mundo occidental judeocristiano. Que ahora haya una apertura no sólo de las piernas sino también de las neuronas de los argentinos es altamente positivo.”
El estímulo sexual en un medio donde prevalece la imagen no es casual. “La nuestra es una televisión que siempre está intentando construir estimulaciones del mayor grado de agresividad posible”, apunta Kaufman. “Si no es el sexo –argumenta–, es la violencia, el suspenso, el peligro... Todos rasgos generales de la TV, pero que en la TV local están gravemente exacerbados, produciendo efectos de disgregación social. Los capos de la TV actúan como los especuladores de la Bolsa: no les importa lo que ocurre con la economía, si se produce una debacle o no, sino que apuestan a la ganancia inmediata y lo que pase después no tiene importancia. Estos especuladores apuntan a que haya escándalo todos los días. Y esta lógica condiciona al público, al que mantiene sobreexcitado en una relación que termina siendo adictiva.”
Sin embargo, el analista de medios aclara que la necesidad de buscar impacto no es exclusividad de la TV, sino que es un fenómeno social. “Este –concluye– es un fenómeno que el menemismo ha instalado en la lógica de los medios argentinos. No es algo específico del sexo ni de la TV, sino de la cultura de la ganancia inmediata. Es un mecanismo que por sus mismos fines conlleva una indiferencia por el daño que se pueda causar. Incluso, se lo honra en nombre de la libertad de expresión, pero en realidad opera de manera contraria: no hay menor interés por lo que desean los otros actores sociales.” Y cierra: “Los programas culturales suelen ser levantados porque no hay sexo, violencia, polémica: no hay tensión. Por eso en TV se tilda de aburrido a todo aquello que no tenga estimulaciones directas, ya sea a través de la violencia o el sexo”.