ESPECTáCULOS
El cine de las tierras de Lula tiñe a Buenos Aires color verde amarelho
A partir de hoy, en el Complejo Village Recoleta, llega una nueva edición del Gran Festival de Cine Brasileño, destinado a presentar en sociedad un panorama de la actual producción, con diez preestrenos.
› Por Horacio Bernades
Un año atrás tuvo lugar la Semana del Nuevo Cine Brasileño, donde se presentaron, entre otras, Carandirú, Madame Satâ y Durval Discos, estrenadas más tarde en nuestro país. Ahora, nuevamente organizado por Artkino Pictures de Argentina y el Grupo Novo de Cinema e TV de Brasil y otra vez en el Complejo Village Recoleta, llega el Gran Festival de Cine Brasileño, destinado a presentar en nuestro país un panorama de la actual producción en la tierra de Lula. Integrado por varias de las películas de aquel origen que mayor repercusión internacional tuvieron durante el último año, dentro del lote de diez títulos se destacan O outro lado da rua (premiada en Mar del Plata en marzo pasado), Houve uma vez dois verôes y O homem que copiava (las dos películas que a la fecha completó el portoalegrense Jorge Furtado), así como los documentales O prisioneiro da grade de ferro, Nelson Freire y Glauber, o filme. Encabezada por el presidente de Ancine (equivalente brasileño del Incaa) y con presencia de funcionarios y empresarios del sector, el talentoso Furtado y el asombroso Lázaro Ramos (Madame Satâ en persona) serán los nombres más rutilantes de la delegación.
Ganadora de varios premios en festivales internacionales (incluido el de Mejor Película Latinoamericana, en la última edición del de Mar del Plata), O outro lado da rua es la ópera prima de Marcos Bernstein, guionista de Estación Central. Interpretada por la protagonista de aquélla, Fernanda Montenegro, y Raúl Cortez –aquel temible patriarca de A la izquierda del padre–, O outro lado da rua galopa a dos caballos, entre el policial urbano y la comedia romántica de tercera edad. Cruce improbable entre La ventana indiscreta y Sol de otoño, todo comienza cuando la solitaria Montenegro empieza a salir con Cortez, que según todo lo indica podría ser el asesino de su esposa. Buena recorrida por festivales hizo también Narradores de Javé, segundo largo de Eliane Caffé, de quien en Argentina se había conocido Kenoma. Narradores de Javé es una fábula sobre los relatos, la oralidad y la vida comunitaria, a partir de la decisión de los habitantes de un pequeño pueblito, que para impedir su próxima desaparición resuelven recopilar las historias del lugar.
Tras ganarse una ancha reputación con sus cortos, Jorge Furtado saltó al largometraje con Houve uma vez dois verôes y enseguida realizó O homem que copiava, protagonizada por el estelar Lázaro Ramos. Ambas (la segunda, sobre todo) dan testimonio del talento narrativo y la fuerte impronta literaria que parecería signar el cine de Furtado, tan amante de desvíos, imprevistos y digresiones como de relatos en off, que rebosan gracia y encanto. Historia de amor playero y adolescente, en su primera parte Houve uma vez ... se parece a la española Krampack, para ponerse casi siniestra más tarde. Con Lázaro Ramos en el papel de un timidísimo empleado –historietista por vocación–, en O homem ... las digresiones verbales y visuales están a la orden del día, con intercalaciones de animación, interrupciones de la cronología y sorpresivas derivaciones policiales.
Tercera película de Guel Arraes (hijo de un ex gobernador de Pernambuco y niño mimado de TV Globo), Lisbela e o prisioneiro se centra en un personaje que –a la manera de los de Manuel Puig– vive soñando con héroes del celuloide. Opera prima de Hector Dhalia, Nina reúne a dos mujeres desesperanzadas en un cuarto de pensión en San Pablo, mientras que Garotas do ABC, de Carlos Reichenbach, hace foco en un grupo de operarias de esa misma ciudad. Los tres documentales que completan la semana presentan facetas destacadas. Presentada en la última edición de Cannes, Glauber, o filme es una suerte de collage alrededor de la figura del gran Glauber Rocha (una personalidad que parecería no admitir otra clase de enfoque) y cuenta sobre todo con una filmación que el realizador, Silvio Tendler, logró registrar durante el entierro –muy movido, según se anticipa– del realizador de Dios y el Diablo en la Tierra del Sol. Filmada en la gigantesca cárcel de Carandirú un año antes de su implosión definitiva, O prisioneiro da grade de ferro les da algo más que voz a los prisioneros: su realizador, Paulo Sacramento, directamente puso la cámara de video en sus manos, para que ellos mismos filmaran buen parte del documental. De allí el subtítulo: Autorretratos. Finalmente, Nelson Freire representará la presentación en Argentina de quien está considerado uno de los documentalistas clave del cine brasileño contemporáneo. Se trata de Joâo Moreira Salles, quien no es otro que el hermano de Walter Salles (realizador de Diarios de motocicleta) y que aquí también se acercó a su protagonista de manera atípica. En las antípodas del documental biográfico, este retrato en movimiento del máximo pianista clásico del país vecino está (des)organizado a la manera de un mosaico, con 31 partes que podrían estar tanto en el orden que se presentan como en cualquier otro.
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