Por M. P.

No sería faltar a la verdad asegurar que la idea de hacer un film de Gatúbela nació con la aparición del personaje en el segundo Batman de Tim Burton. Hasta es posible cronometrar el momento exacto en que esa idea debe haber anidado en el cerebro –y el bolsillo– de más de un ejecutivo de Warner: cuando Michelle Pfeiffer pasa la lengua por el rostro de Michael Keaton. Pero aquella Gatúbela debe de haber pasado al olvido cuando ese Batman II de Tim fue un fracaso en boleterías. Y eso a pesar de sus reconocidos logros artísticos.
Con Burton y Pfeiffer fuera de carpeta, durante un tiempo se llegó a mencionar a Nicole Kidman como Gatúbela. Pero tantas idas y vueltas terminaron por ubicar en ese sitio finalmente a Halle Berry, cuya foto con el disfraz correspondiente debe haber batido records de artículos anticipando una película. Y eso cuando era un secreto a voces que la película en cuestión tenía más que un problema. Con la dirección del francés Pitof (Jean-Christophe Comar), el responsable de los efectos visuales de las películas de Jeunet y Caro, hay que reconocer que Gatúbela es un producto muy bien realizado visualmente. Pero como película es tal vez el producto más fallido que haya dado el negocio de los superhéroes de este Hollywood tan especializado en vender rápido un film antes de que todos se den cuenta de lo malo que es. Su historia es un cúmulo de lugares comunes; con su belleza natural increíblemente oculta, Berry como Gatúbela es casi un dibujo animado, acompañada por personajes de serie televisiva, y encarnando una acción que jamás resulta interesante.