Estación Central fue la película brasileña que pavimentó el camino para el posterior desembarco en Buenos Aires de Ciudad de Dios y Madame Sata, cada una con su estilo y convocatoria. Ahora, con el eco de aquella tierna película de Walter Salles, llega el tiempo de conocer algo más de la buena música que se produce en Brasil, país vecino, adversario futbolero, faro cultural y fuente inagotable de talento artístico. No es novedad en Buenos Aires, ni mucho menos: Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, Maria Bethania, Chico Buarque, Milton Nascimento, Djavan son nombres y visitas acostumbradas para el público porteño. Sin embargo, algo nuevo puede nacer a partir del ciclo musical Estación Brasil, organizado por el Instituto de Intercambio Cultural Ensamble al Sur, que comenzará en el Teatro Gran Rex esta noche con el show de Arnaldo Antunes y continuará mañana con el extraordinario Tom Zé. El próximo fin de semana, se completará la programación con las presentaciones de Naná Vasconcelos (viernes 1º de octubre) y Adriana Calcanhotto (sábado 2).
Cada uno de estos artistas, e incluso quienes oficiarán actos de apertura (Luis Tatit, Consuelo De Paula y Mónica Tomassi), representan un lado poco conocido de la música brasileña en Argentina. De todos ellos, apenas Vasconcelos resultó un visitante más o menos asiduo. Antunes, ex líder de Titas –una banda fundamental del rock brasileño de los ochenta y noventa– y mentor del exitoso proyecto conjunto Tribalistas (junto a Marisa Monte y Carlinhos Brown), apenas pasó por Buenos Aires cuando tocó con su grupo en el Estadio Obras en 1998, y luego en 2002 para una exposición de caligrafías titulada Cérebro seco en el Centro Cultural Borges. Allí mismo, realizó una performance poética que cobra con el paso tiempo un cierto valor mítico. Ahora, llega para brindar un show en el que presentará su disco Saiba, el séptimo de su etapa solista y el primero grabado luego del suceso de Tribalistas. Como vocero de la generación pos punk, Antunes escribió varias de las mejores canciones de rock de las últimas dos décadas en Brasil, dotadas de una precisión fotográfica y vuelo poético poco usuales. Hoy será tiempo de verlo en acción al frente de una banda de músicos que lo acompaña desde los tiempos de sus anteriores ediciones, Um Som y Paradeiro. El menú de esta primera parte del ciclo se completa con Tom Zé, mañana. Este hombre-artista de 67 años con un largo camino de locura, depresión y genialidad, deslumbró el año pasado durante un inclasificable show concretado en el marco de las noches de Brasil del IV Festival Internacional de Teatro de Bs.As. Allí cantó, habló, bromeó, escupió, hizo música con moladoras y comió papel de diario, todo en el transcurso de una performance musical que abreva en las fuentes del tropicalismo y la MPB, y de ahí se dispara al espacio exterior.
El próximo fin de semana será el turno del multiinstrumentista Naná Vasconcelos, quizás el nombre más conocido del cartel y en quien se acumula una foja de servicios poblada de notables: colaboró con Milton Nascimento, Gato Barbieri, Don Cherry, Pat Metheny, Jean Luc Ponty, Egberto Gismonti y siguen las firmas. Su música instrumental también surge de la raíz misma del sonido de Brasil pero vuela en dirección al jazz y se bifurca hacia cualquier camino que la improvisación depare. El sábado 2, la gaúcha Adriana Calcanhotto cantará por segunda vez en Buenos Aires –la primera, notable, ocurrió en La Trastienda en 2001– y vendrá esta vez con un nuevo disco, Adriana Partimpim, una muestra acabada de su eclecticismo, esta vez orientado a un cierto tipo de música al que le queda corto el rótulo de “infantil”. Calcanhotto es una de las mujeres que abre puertas en el mundo, congénere de Marisa Monte y Bebel Gilberto, antecedente de María Rita y Fernanda Porto entre otros, capaz de versionar sola con su guitarra a Manu Chao (Clandestino) y de reinterpretar el sonido disco de Madonna (Music), apenas acompañada por el sonido del piano.