ESPECTáCULOS
“Encontrar cuál es la voz y cuál es la vibración de un personaje”
Graciela Oddone es protagonista en I due timidi, la ópera de Nino Rota que hoy se estrena en el Colón. La puesta es de Mario Camarano y la dirección musical de la brasileña Ligia Amadio.
› Por Diego Fischerman
La apariencia es la de una comedia de enredos. Un joven y una muchacha se enamoran a primera vista pero son incapaces de confesarse sus sentimientos. Desmayado uno y confundida la otra, ambos se casan con quien no corresponde y son infelices hasta que vuelven a descubrirse. El final, sin embargo, es negrísimo. “Es que no es una comedia; la obra es terriblemente trágica pero con ese gesto costumbrista que tiene el cine italiano de la época”, dice Graciela Oddone. La notable soprano argentina será la protagonista de I due timidi, una ópera compuesta por Nino Rota, precisamente una de las personas que le dio a ese cine muchos de sus rasgos distintivos. La obra se estrenará hoy en el Colón, como parte de la temporada de la Opera de Cámara del teatro, que dirige Marcelo Lombardero. “La música es hermosa y el libreto es de alguien que tenía una gran experiencia en ese tipo de cine”, describe la cantante.
Ganador de un único Oscar, por la música de la segunda parte de El padrino, Rota fue el compositor de la exacta banda de sonido para toda una manera de entender el cine pero, sobre todo, su mezcla de evocación y extrañamiento le dio el sello definitivo a la estética de Federico Fellini. Alumno de composición de Ildebrando Pizzetti y de Alfredo Casella, protegido de Toscanini, amigo de Stravinsky –ante quien se presentó a los 12 años diciendo “yo también soy compositor”– e iniciado en el cine con el fascismo –su primera banda de sonido fue Treno popolare–, Rota encarnó una estética que tenía a Ottorino Respighi como referente y en la que el principal punto de partida era el rechazo al futurismo y la reivindicación de los estilos italianos anteriores a la hegemonía musical alemana. Su tesis doctoral para la Universidad de Milán tuvo como tema a un teórico y compositor renacentista, el veneciano Gioseffo Zarlino. Y de esa misma época, 1937, es la bellísima –y arcaizante– Sonata para flauta y arpa. Rota escribió varias óperas, entre ellas Il capello di paglia di Firenze, Torquemada y La vista maravigliosa, basada en un relato de H.G. Wells. I due timidi fue estrenada en 1950, en una transmisión radial. En realidad, había sido pensada justamente para esa función ya que su composición se había debido a un encargo de la RAI. La primera representación escénica fue en Londres, tres años después.
“Lo más importante, antes de comenzar los ensayos de una obra, es encontrar cuál es la voz que tiene el personaje. Cuál es su vibración”, explica Oddone, que encara este papel apenas unos días después de haber deslumbrado como una conmovedora Blanche en la ópera Diálogo de carmelitas de Francis Poulenc. También este año fue la extraordinaria protagonista de Anna O, de Marcelo Delgado sobre libro de Elena Vinelli, en el Centro de Experimentación del Colón. “No sólo es importante poder entrar en un personaje. También es fundamental poder salir”, agrega. Todas sus interpretaciones se caracterizan por un altísimo compromiso dramático y ella lo explica con sencillez: “Es un juego”. Un juego que, en su caso, viene desde la niñez. “Cantaba todo el tiempo. Mi abuelo italiano me estimulaba lo musical y me ayudó mucho. Me traía al centro, desde San Miguel, a los ensayos del Coro de Niños. Y con el coro participé en muchas óperas. ¿Qué cantaba además? Cosas horribles e inconfesables. Me sabía todas las letras. Las sé, todavía. Me encantaba Ginamaría Hidalgo, las canciones de los festivales de San Remo. Todas esas cosas. Pero, en realidad, más allá del juicio que pueda hacer ahora, todo ese repertorio fue importantísimo para mí.”
–¿Encara sus personajes con alguna clase de preparación actoral en particular?
–Hice teatro aunque no estudié todo lo que debería. Lo que sí hice fue pisar el escenario desde muy chiquita. Y me parece que eso me ayudó a plantarme siempre desde una perspectiva lúdica: entrar en los personajes y divertirme. No importa si el papel es cómico o dramático. Necesito divertirme. Me atrae todo ese trabajo de buscar dentro mío lo que pueda tener en común con ese personaje. Y, también, el rechazo que pueda tener por él. A uno le toca, a veces, incluso hacer personajes que son detestables. Y también hay que encontrarlos. Eso me parece divertido. Pero también pasa otra cosa. Al principio yo tenía muchas dificultades para encontrar mi camino dentro de lo vocal. Entonces me refugiaba en lo actoral.
–¿En qué aspectos lo dramático se apropia de lo musical?
–En el sonido. En cómo habla un personaje. En sus inflexiones. Y ese habla, en la ópera, es el canto. Lo ideal sería que la manera de cantar cada personaje fuera realmente distinta, que tuviera un sonido propio, como lo tiene cada persona.