Sáb 20.04.2002

ESPECTáCULOS  › LAURENT CANTET EXPLICA “EL EMPLEO DEL TIEMPO”, SU NUEVA PELICULA

“Este es un film basado en la duda”

El director francés, que ganó el premio mayor del Bafici hace dos años con “Recursos humanos”, explica aquí la historia detrás de un personaje que lleva a cabo una enorme simulación sobre su vida. La argentina Sandra Gugliotta, en tanto, habla del reflejo de Buenos Aires presente en “Un día de suerte”, su ópera prima, que se exhibe hoy en la competencia oficial.

› Por Martín Pérez

Apenas comenzado el film, su protagonista sonríe sinceramente. Al volante de su auto, Vincent juega una imaginaria carrera con un tren que viaja en su misma dirección, por unas vías al costado de la ruta. Sonríe y acelera, hasta que un paso a nivel lo obliga a detenerse. El perseguido ha llegado antes que el perseguidor, y la barrera baja deja a Vincent mirando cómo el tren se pierde en la distancia. “Más que un film sobre un hombre que descubre que manejar le gusta más que trabajar, El empleo del tiempo es la historia de una persona que descubre que no quiere que su tiempo esté regulado por un uso profesional. Y dentro de este descubrimiento el auto es muy importante, porque es como una burbuja que lo aísla del mundo.”
Alto, canoso y sentado frente a una taza de té en un hotel céntrico porteño, quien habla es Laurent Cantet, director del film con el que –muy oportunamente– el jueves pasado se inauguró oficialmente el Festival de Cine Independiente porteño. Ganador de la competencia oficial del festival dos años atrás, con su contundente ópera prima Recursos humanos, Cantet está en Buenos Aires para acompañar a su nuevo film, que narra la historia de un hombre que fue despedido de su trabajo, pero que –sin sentarse a reflexionar demasiado sobre el asunto– decide seguir con su vida como si nada hubiese sucedido. Y así es como el film de Cantet presenta a Vincent: despertándose en su auto, desayunando café de autoservicio y leyendo el diario en un estacionamiento, para luego llamar a su mujer y hablar de los avatares de un trabajo que sólo sigue existiendo en su cabeza.
“Toda esa primera jornada que describe la película al comienzo sirve para describir la vida de un hombre feliz por existir”, explica Cantet, que reconoce sentir una cierta ternura por el protagonista de su film, construido a partir del caso real de Jean-Claude Romand, un hombre que durante dieciocho años fingió ser un médico trabajando en Ginebra, para la Organización Mundial de la Salud. En 1993, al ser descubierto su secreto, Romand se suicidó, luego de asesinar a su mujer, a sus hijos y a sus padres. “Prefirió matarlos antes que ser juzgado por ellos”, explica Cantet, para quien el caso de la vida real fue apenas el punto de partida para una historia que funciona como una profundización del tema del trabajo y la sociedad tal como era tratado en su película anterior. “Cada película impone su forma, y mientras que en Recursos humanos teníamos la necesidad de estar cercanos a lo real porque debíamos darle la palabra a gente que por lo general no la tiene, aquí lo que hacía falta era acceder a un universo interno”, explica su director. “Yo aquí quería mostrar a alguien que busca un lugar que no existe, así que lo crea en su imaginación. Y eso significa un avance con respecto a Recursos..., en donde su protagonista al final termina dándose cuenta de la inexistencia de ese lugar.”
Además del trabajo, ambos films de Cantet operan principalmente a partir de la relación padre-hijo. Dicha relación es el centro dramático de Recursos humanos, y también aparece como límite en la crisis no-laboral de Vincent. “Más que la relación padre-hijo, lo que a mí me interesa es la relación familiar. Describir su perfecta estructura social, un lugar muy íntimo y de mucho afecto, pero que también significa poder, frustración y explotación. Ahora bien, para la historia de Vincent, la figura del padre es clave porque representa las expectativas puestas en él por la sociedad”, explica Cantet, que reconoce que su film está estructurado de una manera que obliga al espectador a estar muy atento a lo que su protagonista va develando sobre sí. “Intentamos basar la película no en algo discursivo sino a partir de la duda y la inmersión en un terreno desconocido. Y así es como vamos descubriendo poco a poco al personaje”, cuenta el director, en cuyo relato resulta fundamental la aparición de Jean Michel, un personaje que descubre a primera vista todo lo que Vincent les esconde a sus familiares y conocidos, que sólo ven en él lo quequieren ver. “Jean Michel intenta ayudar a Vincent a conseguir lo que busca, es como su hermano mayor”, explica Cantet, que no casualmente eligió que semejante personaje clave fuese interpretado por Serge Livrozet, conocido en Francia ya que fue preso por robo –violentaba cajas fuertes– en su adolescencia, y en prisión escribió libros y se hizo militante, conociendo a Sartre y a Foucault luego de haber cumplido su condena. “A Livrozet lo descubrí en un debate por televisión, y pensé que era ideal para el papel. Y cuando me encontré con él, me di cuenta de que la película le hablaba mucho a su historia”, explica Cantet, que se sintió inspirado por una frase que leyó en su autobiografía. Escribió Livrozet: “Cuando comencé a trabajar, me dijeron que sería plomero. Ese día comprendí que me habían condenado a trabajos forzados por el resto de mi vida”.
Admirador del trabajo de Rossellini, por considerarlo un cineasta en el que se funde la mirada documental y el melodrama, Cantet es un director heterogéneo, pero en cuyo cine se mezclan de una manera homogénea tanto el concepto como la imagen sublime (es difícil olvidar el plano de Vincent caminando por el megaedificio del empleo que imagina para él) y el profundo trabajo actoral. De hecho, una de las claves de su film es, sin lugar a dudas, el gran trabajo actoral de su protagonista, Aurelien Recoing, que construye a su Vincent no como un convincente vendedor de sí mismo sino trasladando a su rostro todas las dudas del personaje. “Semejante interpretación es el resultado de un trabajo muy largo con él”, explica el director. “Conocí a Recoing un año antes de empezar a rodar, y trabajamos juntos durante ocho meses. En los primeros ensayos trabajaba con todo el cuerpo, pero de a poco le fui pidiendo que focalizara todo en su rostro.” Esta voluntad de trabajar largo rato con sus actores, que en muchas ocasiones no son profesionales, es algo que Cantet sueña con poder profundizar para su próximo film. “No sé exactamente de qué va a ser mi próxima película, pero sí sé que quiero ir más lejos en este punto, escribiendo muy poco y dedicándole más tiempo al rodaje y al trabajo de los personajes con los actores”, explica Cantet, al que es inevitable preguntarle si en ese nuevo film regresarán los temas del trabajo y la familia. “La verdad es que no tengo esos temas en la cabeza”, dice Cantet, al que se le escapa una sonrisa. Y agrega: “Pero nunca se sabe lo que puede aparecer en ese camino a descubrir”.

El empleo del tiempo se exhibe hoy a las 16.30 en la sala Hoyts 6. Repite el jueves a las 20 en el Lorca.

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