ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A PABLO MILANES, QUE ESTA NOCHE ACTUA EN EL ESTADIO LUNA PARK
“Mi nostalgia no es meramente personal”
El músico cubano dice que ese sentimiento es generacional, pero también político y social. “Sigo siendo revolucionario”, dice.
› Por Karina Micheletto
Pablo Milanés parece moverse ante los grabadores con la comodidad de quien afronta lo inevitable, con la sonrisa justa, escudado en un pequeño séquito de asistentes. Llegó a la Argentina con muchas ganas de compartir momentos con buenos amigos de larga data –como la cena con que lo recibieron Mercedes Sosa, Pablo Aznar y Juan Carlos Baglietto, entre otros colegas y admiradores locales. Su show de esta noche (a las 21 en el Luna Park) forma parte de una gira que lo trajo desde Bolivia y que continuará por Chile y Colombia. Tiene nuevas canciones para mostrar, dice enseguida. No sólo algunas de los dos discos que acaba de grabar y que aún no tienen nombre –uno con temas de su autoría y de otros poetas y otro junto al salsero puertorriqueño Andy Montaner–. También, adelanta, aquellos temas inéditos pero no nuevos, de esos que no se sabe bien por qué fueron quedando afuera de los diferentes discos.
Claro que esta noche estarán también los clásicos que el cubano inmortalizó con su timbre único, tan cálido, tan técnicamente perfecto, desde Yolanda hasta Yo pisaré las calles nuevamente o El tiempo pasa. Esos por los cuales –y a través de los cuales– sus colegas le cantaron Querido Pablo y Pablo querido, en diferentes momentos de su vida. Esos que crearon lazos con un público fiel que lo sigue esperando en la Argentina, quizá con otras banderas y consignas que en aquellos recitales de la primavera democrática, quizás con las mismas, menos expuestas.
Pasaron veinte años desde aquellos recitales en Obras Sanitarias que ya forman parte del folklore local, cuando Pablo Milanés y Silvio Rodríguez llegaron para dar un par de funciones y terminaron haciendo quince. El del Luna Park también es un escenario conocido para Milanés. Como otras veces en la Argentina, su show no pasará por pirotecnias lumínicas ni escénicas, como tampoco pasa lo suyo por allí. “Simplemente me sentaré en una banqueta y cantaré”, detalla él cuando se le pregunta por lo que trae para esta noche. Eso sí: allí estarán algunos de sus amigos de siempre. Mercedes Sosa, Pablo Aznar, Fito Páez, y los que vayan acercándose. Y allí estará Pablo Milanés, con 61 años que transformaron aquella cara que quedó congelada en las fotos del recuerdo, esa extraña enfermedad congénita que no lo doblegó, sus veinte operaciones, su fe en la Revolución, su voz inconfundible, rindiendo homenaje a aquellos Días de gloria por los que no teme declararse nostálgico en su último disco.
Hace tiempo que Milanés y Silvio separaron los caminos que los llevaron a fundar un movimiento del que aún se sigue nutriendo buena parte del cancionero latinoamericano, la Nueva Trova Cubana. El moreno minimiza las diferencias y larga una sonrisa tranquila ante la pregunta de rigor, seguramente escuchada una y mil veces alrededor del planeta: “Sí, sí, espero que en algún momento nos volvamos a juntar. Como espero que nos volvamos a juntar con Noel Nicola o con Sara González (otros integrantes de la Nueva Trova), y con todos aquellos amigos con los que cantaba y ya no canto por razones... de la vida, que nos ha llevado por distintos derroteros”, explica con didáctico discurso. “Es que la gente se cree que La Habana tiene nomás dos cuadras, y es enorme. No nos cruzamos todos los días con todo el mundo”, aclara. “El nuestro no fue un divorcio ideológico”, aclara. “Los dos somos revolucionarios”, aclara. “Y eso es lo importante”, sigue aclarando.
Después de sufrir una poco frecuente enfermedad ósea (el mal de Pelter, que afecta sus huesos inferiores), que lo llevó a varias operaciones en Cuba y Estados Unidos, Milanés está recuperado gracias a un estricto plan de dietas y ejercicios. Dice que ya no trabaja con el ritmo de antes, pero que ese cambio de ritmo no tiene que ver con su enfermedad. “Uno cambia con la edad, ya no quiere alejarse de su casa, hacer giras tan largas, esas cosas”, explica. Aun así, sigue componiendo, y los materiales de los que se nutre, dice, son universales: “Quien dice la palabra injusticia sabe que despertará un sentimiento de rebeldía, quien habla de dominio absoluto sabe que todos comprenderán de qué se trata. Los temas siguen siendo los mismos”.
Uno de los médicos que atendieron a Milanés fue también médico de Diego Armando Maradona. El cubano no se queda afuera a la hora de opinar sobre esos amores compartidos por Cuba y la Argentina, el fútbol y Maradona. “Esta llegada fue más discreta que la anterior, se pidió un lugar de mucha privacidad y así se hizo, por suerte más seriamente que la vez anterior. Creo que Maradona sí puede llegar a recuperarse, depende de su voluntad. Allá sobra la voluntad para que él lo logre. Ahora falta la suya.”
En su futuro, dice, no hay ningún escenario político al estilo Rubén Blades, aunque alguna vez pensó que sí, pero le duró poco: “Una vez fui diputado por un período de cinco años, pero nunca fui a las asambleas, así que no me fue muy bien”, cuenta, y minimiza sus encuentros con Fidel Castro: “No tengo ninguna relación con él, salvo encuentros fortuitos, muy de vez en cuando. Cuando nos reunimos charlamos pero de cosas banales: fútbol, béisbol, esas cosas que nos gustan a los cubanos”. “No comparto absolutamente sus ideas. Comparto las mejores”, sintetiza. Para la Revolución, Milanés guarda todos los elogios (“sigo pensando en la misma Revolución, aunque rectificada y con menos errores”). Para su implementación, eso que se conoce como régimen, las salvedades. El siempre tuvo una postura crítica respecto de lo que denomina “burocracia oficialista”, aunque, a la hora de dar especificaciones, prefiere hablar sobre la totalidad. “La imperfección de Cuba llega a tantos errores que son innombrables. Como su perfección tiene tantas virtudes que son innombrables. Muchos errores, muchas virtudes. Las suficientes como para mantenerme allí, con todos sus errores.”
–No parece demasiado interesado en especificar esos errores.
–Es que son demasiados. No es que esté eludiendo respuestas. Me parece que el hecho de decir que no estoy de acuerdo con cosas ya deja claro que tengo criterios contrarios. No hace falta especificar.
–¿Por qué dejó en claro tanta nostalgia por los tiempos pasados en Días de gloria?
–Porque es un sentimiento personal, generacional, y por último político y social. Un sentimiento que abarca muchos símbolos, y por eso quise explicitarlo. No son solamente mis días de gloria, son los días de gloria de toda mi generación, de todos los pasos que ha dado la Revolución. No es una nostalgia meramente personal.
–Usted afirma no tener diferencias políticas con Silvio. Sin embargo, parece más crítico de la Cuba actual.
–Tenemos distintos enfoques sobre la Revolución, pero lo principal es que somos revolucionarios los dos. Los dos la defendemos de distintas maneras pero la defendemos, y es lo importante. No hay un criterio antagónico desde el punto de vista ideológico, todo lo contrario.
–¿Está al tanto de la situación política actual argentina?
–Claro, muy al tanto. Aunque todavía no veo los logros concretos, siento que al menos hay una visión de esperanza y una honestidad de por medio que puede llevar al país a levantarse y tener otra esperanza de vida. Eso que hace falta: un futuro.
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