ESPECTáCULOS
Un debate sobre cómo escribir en la era de las asambleas populares
Osvaldo Bayer, Horacio González y Martín Caparrós participaron de una charla organizada por la flamante Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina para abordar el tema del papel de los creadores en un país cruzado por debates, protestas y crisis.
› Por Silvina Friera
A pesar de que muchos expositores y el público en general afirman que esta 28 edición de la Feria del Libro es un “milagro”, el contexto de ajuste y recesión, las estampidas de precios y los vaivenes del dólar son fantasmas que sobrevuelan el predio de La Rural y amenazan con pulverizar el lema de este año: “Una ciudad de libros”. En la mesa redonda “La escritura entre la cacerola y la pluma”, organizada por la recientemente creada Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, el escritor Osvaldo Bayer, el sociólogo y docente universitario Horacio González y el escritor y periodista Martín Caparrós esbozaron la relación entre la escritura y el momento en que se produce. Los tres reflexionaron sobre la crisis, al calor del ruido de esos utensilios domésticos que se transformaron en un emblema de resistencia, que fue transformando los sonidos cotidianos de la ciudad.
Bayer, columnista de Página/12, repasó los últimos cien años de la historia argentina. “Hipólito Yrigoyen huyó de la Casa de Gobierno, Perón hizo exactamente lo mismo. Y el último ejemplo, Fernando de la Rúa, abandonó el poder en un helicóptero. Son símbolos de nuestra época, no hay ningún sacrificio, nadie realmente forma trincheras, ni siquiera con los muebles de la Casa de Gobierno, para defender la democracia”, explicó el autor de La Patagonia rebelde. “Tenemos que luchar para lograr una verdadera democracia. Decir basta a los dos partidos (el radicalismo y el peronismo), que nos han gobernado durante casi 100 años, basta del Ejército”, sostuvo Bayer. “Los presidentes democráticos no supieron desarmar al Ejército, no lograron encajarlos bien en la democracia.” El escritor comentó que en las asambleas populares está surgiendo un lenguaje nuevo. “Son un medio para aprender democracia y empezar el camino hacia el paraíso. Las mujeres hablan más que los hombres. En la Asamblea de San Telmo, un hombre se quejó de los planteos femeninos. Una mujer tomó la palabra y le dijo, contundente, que había 89 mujeres participando y sólo 19 hombres”, ejemplificó el autor.
González hizo hincapié en dos tipos de literatura: la del dolor, representada por Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, y la del compromiso, que tiene en Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, a su máximo exponente. “Siempre aparecen dificultades frente a la escritura porque es necesario construir elementos que sean creíbles, para colocarnos nosotros, supuestos autores de una escritura, en situación de sentirnos legítimamente una autoridad que habla sobre la injusticia”, subrayó González. “El problema es el modo en que se configura ese momento para estar en condiciones de hablar del dolor o de la injusticia que sufre los demás.” Según González, las cacerolas tienen un enorme poder metafórico porque son un elemento de la vida doméstica, ligada a la privacidad. “De alguna manera, el tránsito rápido de la esfera privada a la pública está representando el sentido general de la protesta, del dolor y de los deseos de justicia.” Para el sociólogo, el ruido que producen las cacerolas es “el de la batalla, de la ebullición de los acontecimientos, del torbellino de la historia”.
“En la historia de la literatura es tan importante la vida activa, el compromiso y el dolor, como la vida contemplativa”, agregó González. Y nada mejor que demostrar cómo Facundo y Operación Masacre perduran como libros de indispensable lectura. “Fueron dos grandes libros porque sus autores no quisieron escribirlos. Sarmiento dijo que hubiera preferido producir otro texto. En el prólogo de Walsh sucede lo mismo, confiesa que estaba haciendo otra cosa. Lo que hacen creíbles estos libros, la materia íntima en nuestro contexto literario, es que sus autores se vieron obligados a escribirlos por la vida pública.” Finalmente, para cerrar el círculo entre las cacerolas y las plumas, Caparrós eligió desentrañar el papel de los intelectuales y sus tentaciones o falacias. “El rol del intelectual, al menos en Argentina, desapareció por las represiones militares. Fue menguando porque ese modelo estaba basado en la hegemonía de la palabra escrita como forma central de la comunicación. Ahora existen formas de discursos que son más potentes que la palabra escrita”, comentó el autor de La voluntad.
“Uno de los problemas básicos del intelectual, pos caída de las certezas marxistas, es que el discurso afirmativo, que funciona en política, no sirve para la reflexión”, señaló Caparrós, que presentará su reciente libro Qué país, el próximo 1º de mayo a las 20 en la Sala José Hernández. “Por la sensación de urgencia del momento se me ocurrió entrevistar a una docena de personas significativas para entender lo que está pasando y lo que puede llegar a ocurrir en la Argentina. Yo fui una especie de banquito para que se suba el otro”, reveló Caparrós. “Sentí que había producido un gesto político claro: trabajar en mi oficio y producir este tipo de libro, como una forma de intervención política.”