Mar 12.10.2004

ESPECTáCULOS  › LA PANTALLA GRANDE PIERDE CONTRA LA CHICA

La TV paga se anticipa a los lanzamientos en salas de cine

En el último mes se estrenaron en Buenos Aires tres películas que ya antes se habían visto en la televisión por cable.

› Por Mariano Blejman

Algo raro está pasando en esa convivencia que el cine tiene con la televisión desde hace décadas. Las cadenas panregionales están rompiendo una lógica de su propio mercado. Históricamente, un film hacía el siguiente recorrido: empezaba en el cine, seguía en video, iba al pay per view, al servicio premium, después pasaba al servicio básico y, finalmente, llegaba a la tele abierta. Pero las cosas cambian: en el último mes se estrenaron en Buenos Aires tres películas que ya antes se habían visto en televisión, rompiendo esa lógica. El documental Balseros, sobre la emigración clandestina a Miami de cientos de cubanos, dirigido por el periodista catalán Carlos Bosch, se dio primero en HBO y recién después se estrenó en cines; Madame Satâ, celebrada ópera prima del brasileño Karim Aïnouz, también se dio primero por Cinemax antes de llegar a la pantalla grande (lo que determinó una queja formal del distribuidor local a la emisora de TV); mientras que Matándome suavemente, primera incursión hollywoodense del chino Chen Kaige, se vio en Movie City en julio, agosto y septiembre y recién la semana pasada llegó a las salas. Página/12 analizó el fenómeno con distribuidores, programadores locales y productores internacionales.
Cinecanal, Movie City y The Film Zone pertenecen al grupo LapTV, y suelen pasarse las películas de una señal a otra. Mientras los films independientes saltan etapas de distribución en el Primer Mundo, la llegada a las cadenas panregionales hace que compitan con ellas mismas. LapTV es una sociedad de cuatro grandes estudios de Hollywood (Universal, MGM, Paramount y Fox) que se ven sólo en América latina. Una vez que los grandes pierden sus derechos de exclusividad (por el paso del tiempo), las películas para América latina pasan a Movie City, que sólo recibe estrenos. “Muchas veces, las películas más chicas pasan directamente al VHS o al DVD”, cuenta Marcelo Boccia, de LapTV, aunque se pierde la novedad con el consiguiente abaratamiento de costo. El 30 por ciento de la programación de Movie City estrena grandes producciones, el resto es cine independiente o que tuvo alguna nominación en festivales como Cannes, Biarritz o San Sebastián.
El per saltum en los pasos de distribución suele suceder cuando las películas medianas son tomadas por grandes distribuidoras que aceleran la exposición. Pero algunos independientes podrían necesitar otro tiempo en cartelera para encontrar su público. “Después de la crisis se cortó el estreno de películas internacionales, pero ahora volvimos a estar parejos con el resto del mundo en lanzamientos”, cuenta Boccia.
Además, las distribuidoras compran derechos de los films y esperan hasta el final de fecha para estrenarla y comienzan a competir con las cadenas panregionales que adquirieron los derechos en países centrales. “En esos casos, los cines pueden estrenar pero no pueden pedir que no la pongamos”, dice Boccia. Movie City es una de las principales señales premium en América latina.
Por otro lado, muchas películas que podrían estrenarse con fechas más tempranas llegan con demora al país ante la falta de salas disponibles que la reglamentación de cuota de pantalla impuesta por el Incaa intenta solucionar. Pero la solución apunta a resguardar el trabajo del cine nacional, dejando en un cuello de botella películas independientes de otros lugares del planeta.
La película española Balseros, que relata la vida de cinco cubanos durante siete años después de salir de Cuba, se dio durante noviembre de 2003 por HBO, pero recién se estrenó comercialmente en cine el 9 de septiembre, con la presencia de su director. El productor español de Balseros, Loris Omedes, cree que su documental no está destinado al gran público: “Cuando se hace un documental no se sabe la repercusión internacional que tendrá. Por tanto no existe una estrategia clara de distribución”, señala. Balseros despertó interés entre los distribuidores locales por la nominación al Oscar que recibió en 2003. “Lo conseguimos por el apoyo en Estados Unidos de HBO”, dice Omedes. Además, piensa que es superior la venta a una cadena de los derechos de emisión de un documental que esperar la taquilla en un país lejano.
De cada ticket vendido en el cine, el 50 por ciento va al exhibidor, y del restante se descuentan las copias en 35 milímetros y la publicidad. El 25 por ciento del resto va para el distribuidor y el otro 25 por ciento al agente internacional. “¿Nos haremos ricos con tres copias en 35 milímetros en cines alternativos al otro lado del Atlántico? Somos productores para contar historias que ayuden al mundo a ser un poco mejor. Y creo que hemos cumplido el objetivo”, dice Omedes. Para Boccia, “la televisión posibilita ver películas que en el interior, o en países como Bolivia, Paraguay o Ecuador, ni llegan al videoclub”.
Algunos distribuidores se preguntan si el salto en los pasos de distribución puede terminar perjudicando al film, puesto a competir consigo mismo. Pero es evidente que el cine es el que sale más perjudicado: los promedios habituales de los canales de cable que emiten películas rondan entre un punto y medio punto de rating. Esto es: entre 50 mil y 100 mil personas. Público ínfimo para la tele, pero suficiente para justificar un estreno de cine.

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