Producida por la Fundación Raoul Wallenberg, que preside Baruch Tenenbaum, la intención de Legado es levantar una suerte de memorial cinematográfico, en homenaje a los “gauchos judíos” que, provenientes de la Rusia zarista, se establecieron en el litoral argentino a fines del siglo XIX, muchos de cuyos descendientes siguen hoy radicados en la zona. Originada en una idea del propio Tenenbaum, que nació en una de esas colonias y confiesa “no haberse ido nunca de allí” (al menos en sentido figurado, ya que vive en Nueva York), como suele suceder con los proyectos que se proponen como homenajes, Legado es un film de tan loables intenciones como escasas virtudes cinematográficas. Tal vez porque el cine necesita de tensiones, contradicciones, imprevistos, y los homenajes, en su monolítica voluntad celebratoria, tienden justamente a reprimir todo asomo de conflicto.
Con formato de especial de TV, no beneficia a Legado la linealidad del guión, que arranca con la llegada de los primeros inmigrantes –que huían de los pogroms antisemitas y vinieron sobre todo en el buque alemán “Weser”– y tiende desde allí sus líneas hasta llegar a hoy. Esa linealidad parece corresponderse con la línea dramática, que subraya esfuerzos, dificultades, sacrificios, privaciones, voluntad de integración a la nueva tierra y apego al terruño. No hubiera estado mal que se confrontara, por ejemplo, el destino de estos colonos (algunos de cuyos descendientes aún le agradecen a Julio Argentino Roca lo que hizo por ellos) con los de los indios a quienes el mismo general masacraba, porque de esa confrontación pudo haber surgido alguna luz algo menos transparente sobre el proyecto de país en el que estos nuevos colonos vinieron a asentarse. O que, contrariamente, se detallaran con más esmero las razones por las cuales en la segunda mitad del siglo XX, el mismo país que casi un siglo atrás había recibido a estos inmigrantes de brazos abiertos, ahora los dejaba ir.
El único asomo de conflicto dramático e histórico surge de algunos testimoniantes que protestan contra la burocratización y sospechosos manejos administrativos de la Asociación de Colonización Judía, fundada por el Barón Hirsch a fines del siglo XIX, con la intención de ayudar a los colonos. De modo absolutamente tradicional también, el documental reconstruye la historia de Moisés Ville y otras colonias, intercalando testimonios de los sobrevivientes con un relato en off, y en idisch, por la actriz Shifra Lerer. Al fondo suenan, solemnes, los compases de la Suite de los Inmigrantes compuesta por Vivian Tabbush y Javier Zentner.