Vie 15.10.2004

ESPECTáCULOS  › OPINION

El alimento de las cámaras ocultas

Por Martin Becerra*

La sociedad que consume la cámara oculta se basa en la denuncia en lugar de la investigación periodística. La investigación es una articulación de informaciones y procesos prolongada en el tiempo; en cambio, la cámara oculta no es episódica y busca el efecto inmediato. La sociedad que consume la cámara oculta se alimenta de sospechas sobre la disociación entre el comportamiento público y el privado. El recurso de ocultamiento de la cámara reconoce en esa misma operación cierta desconfianza en la conducta doméstica de personajes públicos. La cámara oculta descubre un comportamiento antagónico del que se sostiene públicamente. La cultura de la cámara oculta habla de la sociedad argentina pos ’90, basada en la disociación entre lo que se dice y lo que se hace. Que este recurso tenga éxito se debe a que la sociedad está legitimando la utilización de esta tecnología para clausurar el abismo entre las palabras y las cosas.
La utilización de la cámara oculta habla de los valores que esa sociedad consagra. ¿Por qué motivos, entonces, no estaba difundido este procedimiento en la primera mitad de los ’70? No sólo por una limitación tecnológica. Fundamentalmente porque en esa sociedad no existía la disociación entre lo público y lo privado. Los iconos de aquella sociedad, ya sean políticos, deportistas o personajes mediáticos, se hacían cargo de su discurso, eran consecuentes con lo que decían. “La vida por Perón” no era una metáfora. Era una expresión literal.
El uso que los medios argentinos le están dando actualmente a la cámara oculta está ligado con la denuncia, con la “alcahuetería”. Su utilización busca causar el efecto inmediato. Utilizar este recurso para mostrar la preferencia sexual es detestable. El escrache de la cámara oculta pone en evidencia pública aquello que de ninguna manera se puede demostrar testeando de manera franca al interlocutor. Se dice que en los ’90 hubo mucho periodismo de investigación, pero, en realidad, hubo demasiado periodismo de denuncia. No es necesario el recurso de la cámara oculta para “destapar” ollas. El Swiftgate no se hizo con recursos ocultos de ningún tipo y ya sabemos lo que ocurrió.
* Docente UNQ y especialista en medios.

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