En los últimos años y con películas como Nueve reinas y El fondo del mar como emblemas, jóvenes directores argentinos han procurado entroncar con géneros cinematográficos de cuño estadounidense. Sobre todo, el policial y la comedia. En esta ocasión es el debutante Juan Taratuto (33 años, proveniente de la publicidad) el que prueba el trasplante, con base en un subgénero tan codificado como la comedia romántica. Y debe decirse que si el resultado es logrado a medias, el intento no es para nada indigno.
A diferencia de otras expresiones del género, en las que el interés se reparte por igual entre ambos miembros de la pareja, No sos vos, soy yo tiene un protagonista excluyente. Se trata de Javier (Diego Peretti), que es médico y al comienzo de la película está de novio con María (Soledad Villamil). Unas pocas secuencias y diez minutitos son suficientes para que el espectador sienta hacia María la misma explosiva combinación de desconcierto, irritación, furia y odio liso y llano que la chica provoca en Javier. Casi no hay fantasía masculina negativa que no se encarne en esta chica que primero “le hace la cabeza” a su novio para casarse y radicarse en Estados Unidos, en la escena siguiente ya tiene todas las dudas posibles sobre su decisión, luego viaja sola (después de la boda) y más tarde le pide a él que se le sume. Para finalmente –cuando el pobre tipo ya está en viaje a Ezeiza– anunciarle por teléfono que prefiere que no vaya, porque no está segura de quererlo. ¡Y todavía falta lo peor! Se trata de cierta revelación que terminará hundiendo al tipo en un pozo anímico, haciéndole perder el trabajo y poniéndolo al borde del suicidio.
¿Era necesario construir semejante monstruo femenino para hacer de Diego un personaje simpático? Nada indica que sí. Pero también es cierto que con la desaparición de María es como si la película se sacara de encima su peor lastre (que no es la chica, sino el modo en que se la mira) y de allí en más se suelta. Beneficiada por algunos buenos secundarios (sobre todo, la pareja integrada por Hernán Jiménez y una Mariana Briski extrañamente contenida) y un puñado de situaciones logradas (un lance fallido con Bernarda Pagés, Peretti convertido en versión criolla de Clouseau, una desternillante sesión de sinceridad por parte del psicoanalista Marcos Mundstock), No sos vos... tiene sus mejores instantes a partir del momento en que Diego no idea mejor solución para su soledad que comprarse un perro.
El veterinario (Roly Serrano) es un chanta y el perro crece y crece y resulta ser un gran danés. Pero lo que más importa a fines genéricos es que Julia, la empleada de la veterinaria (Cecilia Dopazo, mujer del realizador y coguionista de la película), es linda, simpática y una posible candidata amorosa. ¿Que el triángulo hombre solitario-perrito-chica medio piantadita de la veterinaria ya se había visto en El turista accidental? Sí, verdad, pero nadie dijo que la película de Taratuto aspirara a la originalidad. A lo que aspira –de a ratos lo logra más que otros– es a cierto timing, gags que mantengan viva la llama, algún que otro chiste bien puesto. Con unos temas de Jorge Drexler que por alguna razón suenan como de César “Banana” Pueyrredón y momentos “serios” que están al borde mismo de la cursilería (cierto diálogo en una cocina, entreJavier y Julia), debe reconocerse que a la normalmente no muy expresiva Cecilia Dopazo no le sienta nada mal su personaje de chica ligeramente ida.
El resto lo sostiene el infalible Peretti, capaz de convertir a su personaje en un tipo lastimero, temible, despreciable, risible, querible. En ocasiones, todo al mismo tiempo.