ESPECTáCULOS
› FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE
EL FESTIVAL MUESTRA UN NIVEL DESPAREJO EN LA COMPETENCIA OFICIAL
Cuatro ensayos sobre mundos interiores
“Kwik Stop”, “L’uomo in più”, “The Mars Canon” y “Lavoura arcaica”, todas ellas óperas primas, privilegian a sus personajes por sobre la realidad que los rodea. Se destaca la última, brasileña, una trágica saga familiar.
› Por Horacio Bernades
Tras un comienzo dominado por películas volcadas a interpelar la realidad circundante, la competencia oficial del IV Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente tiende a recogerse, en estos días, sobre mundos más interiores. En los más diversos registros, tanto la road movie estadounidense Kwik Stop como la tragicomedia napolitana L’uomo in più, el drama íntimo japonés The Mars Canon y la trágica saga familiar brasileña Lavoura arcaica ponen el foco no tanto en el ambiente que rodea a los personajes sino en los personajes mismos, enfrentados a cuestiones como la identidad, la familia y las complicadas opciones vitales. Operas primas todas ellas, estos films de tan disímiles orígenes parecen coincidir en que ninguna de esas circunstancias resulta sencilla para nadie, presentando sus personajes distintos grados de inestabilidad personal, afectiva y sexual.
También son sumamente diversos los logros de este grupo de films, planteando incluso en algún caso su pertinencia, en el marco de un festival cuyo sentido debería ser el de acercar al público porteño muestras de un cine inquieto y renovador. Esa interrogación surge ante películas como Kwik Stop, primer film como realizador del actor estadounidense Michael Gilio, y L’uomo in più, del napolitano Paolo Sorrentino. Ninguno de los dos da la sensación de saber qué se quiere contar, y cómo. Kwik Stop oscila entre la road movie y el estacionamiento, en las inmediaciones de un pueblito de imprecisa ubicación. El cuarteto protagónico está compuesto por un aspirante a actor que parece haber visto demasiadas películas de James Dean, una adolescente casi sin experiencias, que las vivirá todas juntas (porros, embarazo, cárcel y maternidad), una camarera dispuesta a perdonar como sea al patán del que se enamoró, y un viudo enamorado de su propio duelo. Como sus personajes, Gilio parece en medio de una perpetua deriva. Esta lo lleva del sarcasmo fácil a la comedia absurda, y de allí al melodrama íntimo. Nunca llega a ninguna parte.
Una hibridez semejante muestra Paolo Sorrentino en L’uomo in più. El realizador napolitano sigue en paralelo, durante la primera mitad de los años 80, a dos personajes que tienen el mismo nombre y apellido. Hay un Antonio Pisapia-futbolista y un Antonio Pisapia-cantante melódico (estilo Festival de San Remo), que pasa de la condición de ídolo nacional a la de despojo humano. Aunque la idea del doble pueda hacer pensar en William Wilson, de Poe, Silvia Prieto o la obra entera de Borges, no se busquen aquí geometrías narrativas ni perplejidades existenciales. Como Gilio, Sorrentino pasa de la comedia burlesca a la sátira, de ésta a la crítica de época y costumbres y de allí al melodrama autoindulgente, como quien se saca una camisa y se pone otra. Por el bien de la competencia, es de esperar que no aparezca, de aquí al fin del festival, otra película estéticamente tan irresponsable como L’uomo in più.
Coherencia estética no es lo que le falta a The Mars Canon. Shiori Kazama narra una historia de amores desencontrados con enorme fluidez y delicadeza, con una paleta de colores apastelados en la que no se registra el menor desacople. Como en Kwik Stop, hay aquí un “cuadrángulo” de personajes de lados desiguales. Más variadas son, sin embargo, las opciones amorosas y sexuales, encarnadas sobre todo por la protagonista, que se debate entre un hombre casado del que no puede despegarse, un muchachito tan simpático como adolescentón y una chica absolutamente determinada a conquistar su corazón. Capaz de cualquier exabrupto con tal de conseguir lo que quiere, esta última parecería la única capaz de sobresaltar el equilibrio de la realizadora, que sólo en el plano final se entrega a una definitiva desazón. Pecando de excesiva moderación, The Mars Canon es una película irreprochable, en el mejor y el peor de los sentidos. Si al film japonés lo beneficiaría una mayor cuota de riesgo, ésta le sobra, en todos los sentidos, a Lavoura arcaica, en la que el cineasta brasileño Luiz Fernando Carvalho adapta una revulsiva novela de su compatriota Raduar Nassar. Ambiciosísima saga familiar de casi tres horas, ya las primeras imágenes sumen al espectador en una doble perplejidad. Parece imposible que la sorprendente composición y textura de sus encuadres, la arriesgada clave baja en que el autor decidió iluminarlos (como si las esculpiera, pausadamente, en medio de la noche) y el modo en que las modela (acudiendo, cuando es necesario, a deformaciones de carácter alucinatorio) sean obra de un debutante. Más inaudito aún es que semejante grado de experimentación plástica sea producto de alguien que, como Carvalho, se formó dirigiendo televisión.
Si en términos de gramática y estética visual Lavoura arcaica se manifiesta de entrada como un film de radical singularidad, el cuadro se completa con unos diálogos resueltamente literarios, otra riesgosa apuesta que Carvalho sostiene a fuerza de una apabullante convicción. Pronto queda claro que esa apuesta está al servicio de la historia, una tragedia familiar que lleva en su vientre la fiebre y el tabú del incesto, y que Carvalho narra con la solemnidad de una tragedia griega y la desesperación y visceralidad de una novela de Dostoievski. Animada por una voluntad blasfema y extremista (hay más de una escena en la que la herejía religiosa alcanza grados nunca vistos), Lavoura arcaica mantiene la apuesta a lo largo de sus 170 minutos y la lleva al límite. Una obra mayor, sin duda, que recompensa de sobra los apuntados desniveles de programación.
L’uomo in più: Hoy a las 16.15 en el Hoyts 6, mañana 22.45 en el Lorca. The Mars Canon: Hoy a las 17.15 en el Hoyts 9, mañana 14.30 Hoyts 11. Lavoura arcaica: Hoy a las 19 en el Hoyts 10, mañana a las 16 en el Hoyts 6 y el viernes a las 18.30 en el Hoyts 6.