ESPECTáCULOS
› “SERVICIO DE HABITACION”, UNA OBRA INCLASIFICABLE
El extraño hotel del Dr. Maslíah
› Por Silvina Friera
Anteojos a lo Woody Allen y bigotes a lo Groucho Marx, sin más escenografía que un teclado y su nuevo libro Servicio de habitación, Leo Maslíah demostró, una vez más, por qué resulta infructuoso cualquier intento de clasificar o encasillar sus espectáculos, obras de teatro, cuentos y producciones musicales. Desde la lectura de un fragmento del primer capítulo del libro hasta el cierre de la presentación, con la fusión de la “Zamba de Balderrama” y “No necesitamos otro héroe” de Tina Turner, las carcajadas exasperadas sublimaron el desánimo de numerosos seguidores del uruguayo que desbordaron la capacidad de la sala Jorge Luis Borges. Autor de Historia transversal de Floreal Menéndez (1985), El show de José Fin (1987), El lado oscuro de la pelvis (1989), Tarjeta roja (1991), La miopía de Rodríguez (1994) y Carta a un escritor latinoamericano y otros insultos (2000), entre otros, todos publicados por Ediciones de la Flor, el uruguayo explora y cuestiona las convenciones literarias con narraciones que, detrás de una aparente sencillez, responden a la paradójica relación entre la risa y el horror.
En Servicio..., Maslíah despliega una galería de personajes estrafalarios que, en las circunstancias más inverosímiles, transitan por un hotel en perpetua transformación. El aparente estilo fragmentario, cercano al gag absurdo que predomina en sus canciones, se conjuga con una narración en espiral donde irrumpen Simbad Geigy, Su Merced Mofan, un consagrado escritor que extravió los apuntes de su próxima novela, Gastón Gascón, de la Corporación Palo del Monte, Stella Maris Angelucci, promotora de una tarjeta de crédito (que recita hasta el hartazgo los beneficios que obtendrían los clientes de PICARD), Botones, empleado del hotel, entre otros. Los juegos semánticos y filosóficos de Maslíah, afortunadamente, provocan sensaciones ambiguas. Mientras leía con su habitual mezcla de parquedad y timidez un fragmento del primer capítulo, el público no paraba de reírse.
El efecto generado por la ironía con que Maslíah utiliza la palabra moisés, que alude al personaje bíblico, a la escultura de Miguel Angel y a un tipo de canasto, forma parte de esa obsesión del uruguayo por tensar al máximo el lenguaje: el modo en que reinventa las palabras y los mecanismos simbólicos y psicológicos que le permiten nombrar, a priori, cosas imposibles. Canciones como “Superman”, algunos tramos de Historia transversal... y Servicio de Habitación confirman lo que su compatriota Mario Levrero señaló sobre sus obras: “Parten del humor y el absurdo, pero, en última instancia, siempre ponen en tela de juicio alguna forma de crítica ideológica”. Cuando anunció la parte más musical, el autor, burlándose de los típicos entrenamientos que figuran en los libros de solfeo, improvisó un disparatado juego con las notas musicales, similar al juego que propone en “Prueba de sonido”, incluido en Opera, Castidad & Yogurt Diet. Continuó con un recorrido por clásicos de discos como Punc, I lique roc a Zanguango, como “Una fuga de Bach”, en la que hace coincidir el cuento Pulgarcito o con su versión musical sobre Caperucita Roja, “No sé cómo es la letra”, entre otros.
Maslíah, un usuario empedernido de Internet (tiene una página propia, leomasliah.com), readaptó “Sugerencias para la vida”, un mail que recibió de esas cadenas que pululan en la red. A modo de catálogo de instrucciones, Maslíah recomendó: “Memoriza la guía telefónica, tarde o temprano la respuesta que necesitas estará ahí”; “cuando te des cuenta que cometiste un error trata de modificar al resto del mundo, para que en ese nuevo contexto la acción realizada resulte correcta”; “nunca te rías de los libros que leen los demás, piensa que a alguien se los tenían que vender”, por mencionar algunas. La yapa de este “Cronopio” –según lodefinió un diario madrileño en los 90– vendría después: en el stand de Ediciones de la Flor, Leo dedicaba ejemplares a quienes se acercaban a saludarlo con una sonrisa, eso que provoca, aun sin proponérselo, toda vez que se presenta en público.