ESPECTáCULOS
› CHANY SUAREZ, TREINTA AÑOS CANTANDO
“Me gustan esas canciones que pueden hablar por mí”
La cantante, que comenzó hace tiempo a renovar la música popular, se está presentando con un espectáculo mínimo: un piano y ella, a solas.
Por K. M.
“Maestro, La Arenosa acá la está rompiendo”, le contaba por teléfono, exultante, Chany Suárez al Cuchi Leguizamón desde Los Angeles. “¿No estaremos haciendo penetración cultural?”, la chicaneaba él. Pasaron muchos años y Chany Suárez sigue difundiendo con su singular fraseo el repertorio de autores fundamentales del cancionero, desde el Cuchi o Alfredo Zitarrosa hasta Astor Piazzolla, pasando por Silvio Rodríguez, Milton Nascimento o Joan Manuel Serrat, quien se encargó de felicitarla personalmente cuando escuchó su versión de Y el amor. Por estos días, la cantante está festejando sus treinta años de trayectoria con una serie de conciertos que finaliza este sábado a las 22 en Notorious-Gandhi (Corrientes 1743).
No te rindas es el nombre del espectáculo, igual que su último disco. Esta vez sólo acompañada por un piano, Suárez asume este ciclo como un desafío. “Estoy acostumbrada a trabajar con una banda que viste las canciones, que permite proponer climas muy dinámicos. Esto de desnudar la voz sola con el piano te expone mucho. Me doy cuenta de que es más difícil que aquello que me proponía en un principio, y que tantos detractores tuvo”, dice la cantante.
–¿A qué se refiere?
–Cuando empecé con esto, allá por mediados de los ‘70, me largué a darle un tratamiento no convencional a la música popular, y tomé autores que eran desconocidos en ese momento, o que circulaban muy under. En aquel entonces hubo muchos detractores de mi propuesta, una zamba con bajo eléctrico o con batería era toda una transgresión para la época. Hoy es lo más común. Entonces ahora vuelvo en otra dirección. Muestro qué se puede hacer sólo con la comunión de voz y piano, con la voz ahí adelante, desnuda.
–Su repertorio es bastante amplio en cuanto a autores y géneros. ¿Cuál es el criterio de selección?
–En principio es difícil lograr versiones de temas con los que no te identifiques mucho. Ese es el primer criterio, sentir una canción cercana, sentir que habla por vos. Yo siempre me abrí hacia un panorama latinoamericano definido. Y siempre fui curiosa, una buscadora. En el ‘75 versioné a Serrat, cuando acá todo el mundo preguntaba quién es ese gallego. En el ‘82 hice Mujeres y La maza, que tampoco eran conocidos acá. En los ‘90 me pasó lo mismo que nos pasó a todos los que no tuvimos espacio: me hice fuerte mostrando afuera de mi país lo que acá no tenía cabida. Y ahí volví a confirmar el poder de la canción. Es emocionante ver a todo un público aplaudiendo de pie Zamba del laurel, sin saber una palabra de español. Queda claro que el disfrute de la música pasa por otra dimensión, una frecuencia de vibración espiritual.
–¿Siente que ahora hay más espacio para propuestas como la suya?
–En realidad sigue habiendo pocos espacios, pero los intérpretes tenemos una mayor carga de resistencia, más ganas de proyectar cosas. Unos años atrás todo se veía... paralizado. Ahora por lo menos existe alguna posibilidad de movimiento, aunque no es fácil: hay que empujar mucho, hay que poner pulmón y ovarios, como digo yo.
–De todas formas, los artistas populares no parecen encontrarse demasiado, no hay muchos proyectos en común.
–Es cierto, en este momento tendríamos que estar más unidos. Siento que estamos muy ocupados en generar cosas que nos llevan mucho trabajo y energía, porque los artistas tenemos que remar de cero cada disco, cada recital. Aun así hay pequeños momentos de dicha. Cuando presenté mi disco el año pasado, por ejemplo, tuve la suerte de hacer coincidir horarios y reunir a muchos amigos que me acompañaron en ese momento tan importante: Víctor Heredia, Litto Nebbia, Rubén Rada, Jairo, Peteco Carabajal, Yamila Cafrune, Magdalena León, Víctor Hugo Morales, Héctor Larrea, Antonio Carrizo, Marcelo Simón, tantos... Estaba tan feliz... Sentía que todos estábamos realmente compartiendo un escenario. Si esos momentos todavía son posibles, quiere decir que hay mucho por hacer.