Ambos fueron un valioso secreto compartido por pocos. Uno porque su vida y su obra fueron muy breves, el otro justamente por todo lo contrario. Esta noche, en el ciclo “Tarde o Temprano” del Festival, es posible asomarse tanto al reservado Nick Drake como al excesivo Harry Smith, gracias a dos documentales que tal vez no sorprendan dentro de su género, como sucede con A skin too few, de Jeroen Berkvens, y American Magus de Paola Igliori. Pero que funcionan como un eficaz punto de partida para asomarse a una obra personal, intensa y muy poco difundida.
Si bien ambos personajes tienen mucho que ver con el mundo de la música popular contemporánea –y de manera algo limítrofe, cada uno a su manera, con el rock–, el único de ambos que realmente fue un músico propiamente dicho fue el británico Nick Drake. Músico de culto para los degustadores del folk inglés más melancólico de los 60 y 70, Drake fue un artista fuera de época, y los tres discos que editó en vida se difundieron poco y nada. Su leyenda, sin embargo, con el correr del tiempo fue agigantándose dentro del culto a los artistas malditos del rock, tanto por la increíble calidad de aquellos álbumes como por su final trágico, víctima de una sobredosis de antidepresivos.
Nacido en Birmania y educado en Cambridge, Drake forma parte dentro del rock inglés de la generación de Richard Thompson o John Martyn, músicos de culto con largas y respetadas carreras. Todo lo contrario a Drake, que murió en 1974, a los 26 años, luego de editar tres discos en los apenas cuatro años que duró su carrera artística, entre 1969 y 1972. Poco es el material que se conserva del reservado Drake , y dentro de estos límites el logro del holandés Berkvens es, esbozar una biografía que ilustre sobre su personalidad. Aunque para sus fanáticos el atractivo del trabajo -por momentos peligrosamente necrofílico– sea poder ver el cuarto de Nick en la casa de sus padres y filmaciones de cuando el músico tenía apenas 4 años (su único documento cinematográfico), así como escuchar de primera mano la historia oficial en entrevistas a su descubridor Joe Boyd o su hermana Gabrielle.
Conocido dentro del mundo del rock por ser el responsable de la mítica Anthology of American Folk Music, un trabajo a partir del cual la música popular estadounidense tomó contacto con sus raíces, algo que hizo posible al rock de Dylan en adelante, si algo queda claro luego de ver American Magus es que Harry Smith fue mucho más que un mero compilador. A partir del libro del mismo título, compilado por ella, la neoyorquina Paola Igliori apenas si alcanza a asomarse con su documental a la vida y obra de ese increíble artista multimedia, brujo, curioso, desequilibrado, borracho y genio llamado sencillamente Smith. Pero el Smith que presenta Igliori no es precisamente un tipo común. Venerado por cineastas como Jonas Mekas, intelectuales como Allen Ginsberg o personajes del ocultismo como Aleister Crowley, Harry Smith supo ser una suerte de expansivo antropólogo popular, dueño de una obra artística como pintor e incluso pionero de los dibujos animados. Todo sorprende en la vida de Smith, que con apenas ser responsable de Anthology... se hubiese asegurado por derecho propio un lugar en la historia del arte de este siglo. Pero su visión fue mucho más lejos, transformándolo en una especie de Macedonio Fernández detrás de cualquier Borges que se haya siquiera acercado a su vasta y heterogénea obra. A diferencia del trabajo sobre Drake, el gran problema de Igliori no es la carencia de material sino el exceso, lo que convierte a American... en un interminable desfile de historias, teorías y revelaciones vinculadas a un personaje fascinante, casi desconocido e inabarcable.

American Magus se exhibe hoy a las 21.15, y repite el sábado a las 17.30. A skin too few se exhibe hoy a las 23.30, y repite el domingo a las 14.30, todas en el Cosmos.