Jue 16.12.2004

ESPECTáCULOS  › FERNANDEZ & FERNANDEZ EN SINTONIA
CON EL REY JUAN CARLOS Y RODRIGUEZ ZAPATERO

“Estamos a las duras y a las maduras”

Cristina Kirchner y Alberto Fernández cumplieron el día de agenda oficial al más alto nivel en Madrid y escucharon compromisos de apoyo y difusión de buenas ondas en Europa. Las dos partes resumieron que España reconoce el esfuerzo argentino por la estabilización de la economía y la política de desarrollo tras la recesión.

› Por Martín Granovsky

Uno de los funcionarios españoles que participó en los encuentros de ayer con la comitiva argentina dejó una frase que ahora la realidad se encargará de poner a prueba. “Con ustedes estamos a las duras y a las maduras”, dijo bien castizo, quizá suponiendo que las duras ya pasaron. El resumen público de los contactos que mantuvieron Cristina Fernández de Kir-chner, Alberto Fernández y el embajador Carlos Bettini corrió por cuenta del segundo. “España va a impulsar que se conozca el esfuerzo que ha hecho y que sigue haciendo la Argentina, y los éxitos que se han alcanzado”, dijo antes de tomar el avión a Buenos Aires.
Fernández Alberto alcanzó a llegar justo de la entrevista con el rey al aeropuerto de Barajas. La reunión empezó recién a las siete de la tarde, después de un día que incluyó al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y a su principal asesor económico, Miguel Sebastián.
Fernández Cristina se queda un día más, para contactos en las Cortes y un toque de Gauguin.
Página/12 pudo saber que éste fue el resumen triple acordado por las dos partes tras las reuniones del día.
Uno, España reconoce el esfuerzo argentino por la estabilización de la economía y la política de desarrollo.
Dos, España se compromete a comunicar y a intentar que el resto de los países de su incumbencia (léase Europa) se solidarice con lo que quedó definido como “esfuerzo argentino”.
Tres, España está “absolutamente convencida” de que el rumbo oficial argentino “es el acertado”.
Vistos los tres puntos, al menos como fueron descriptos habría un cuarto en forma de pregunta: ¿qué les podemos cobrar por esto?
–¿Qué quiere cobrar España? –preguntó Página/12 a un funcionario argentino.
–Nada.
–¿Nada?
–Es obvio que cuando uno está en las malas después querrá estar en las buenas, pero eso queda para el futuro. Evidentemente, los españoles recordarán que alguna vez fueron los primeros.
Hasta anoche, ni consultas a españoles ni preguntas a argentinos dieron un resultado en materia de posibles promesas, por ejemplo, para renegociación de contratos o tarifas.
Tampoco habría habido una propuesta formal argentina para que el país se “desendeude” saliendo de la tutela del Fondo Monetario Internacional. Con su jefe de Gabinete y su mujer en España, el Presidente tocó ayer el tema en Buenos Aires. “Sabemos cuáles son los resultados del endeudamiento y la intervención permanente”, dijo. “Somos una de las expresiones más claras y más duras de lo que significa que una economía reciba pautas de organismos que tienen que ver con la realidad y funcionamiento del país.”
“Si logramos establecer estas pautas como políticas de Estado vamos a estar determinando un rumbo claro para la Argentina”, dijo Kirchner delante de sus ministros de Trabajo y Educación, Carlos Tomada y Daniel Filmus, del secretario general Oscar Parrilli y de sindicalistas. “Sin autonomía nacional no hay país”, dijo.
Y remató: “Obviamente no es el país que queremos tener, pero un país no se construye con voluntarismo. Ya sabemos lo que nos pasó por la concepción fundamentalista y mesiánica de creer que algunos pueden salvar a un país, el país se va reconstruyendo no desde el discurso sino desde la acción colectiva”.
“Son 15.000 millones de dólares”, dijo Cristina Kirchner en una entrevista con el diario ABC. “¿A cancelar de una sola vez y en un único pago?”, se preguntó. Para responderse: “No”. El proyecto, hasta ahora no bajado a tierra en un plan, parece un complemento a mediano plazo de la necesidad de ayuda en la negociación con los bonistas, el frente externo más acuciante del gobierno en los próximos meses.
Consultado sobre ese tema, un funcionario argentino dijo que “los españoles se comprometieron a ayudar y a colaborar”. No aclaró si la colaboración alcanza al envío de mensajes a Rodrigo Rato, director gerente del FMI. Pero más allá de la idea argentina, a menudo cándida, de que en los otros países la continuidad estatal es absoluta, el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular de José María Aznar y Rato están en el peor momento de su relación histórica. Tan malo es el vínculo que el martes Rodríguez Zapatero y su gabinete acompañaron en pleno al canciller Miguel Angel Moratinos a una interpelación de los diputados, para evitar una moción en su contra. La crítica conservadora contra Moratinos, el canciller que retiró a las tropas españolas de Irak, terminó derrotada por 187 votos contra 133.
Moratinos fue acusado por el PP por presuntas “actitudes marxistas”. Los conservadores estaban irritados por la denuncia socialista de que el PP había apoyado el fallido golpe contra Hugo Chávez en Venezuela.
La discusión, como contexto, no le vino nada mal a la comitiva argentina, porque de algún modo América latina había quedado instalada en sintonía con la posición que aquí tiene la mayoría del país.
Sobre la deuda no hubo propuesta formal pero sí intercambio de opiniones.
La conclusión oficiosa del Gobierno es que la iniciativa, o la idea, tiene el visto bueno ya de España y de los Estados Unidos a través de Colin Powell.
Más allá de una frase que trascendió (“España no va a abandonar a la Argentina”), los argentinos estuvieron muy discretos sobre su reunión con el rey Juan Carlos y la reina Sofía: la Casa Real no gobierna y no debe aparecer gobernando. Sin embargo, la monarquía tiene información on line sobre América latina, y Juan Carlos fue uno de los interlocutores que los Kirchner más frecuentaron desde el 25 de mayo del 2003.
Quienes conocen al rey saben que hay un nivel de generalidad mayor en los encuentros con él, pero saben también que la política siempre está presente y suele tener nombres y apellidos, aunque menos que en una entrevista con Rodríguez Zapatero o con Sebastián.
Los argentinos afirman haber escuchado una frase: “Este es el gobierno más proargentino de la historia de España”, citaron a un funcionario de la Moncloa, la Casa Rosada madrileña.
También dijeron que repasaron la situación regional (Bolivia incluida, donde YPF Repsol tiene enormes yacimientos de gas) e insistieron en que las autoridades políticas refrendaron la promesa de las empresas medianas de España de generar una segunda oleada de inversiones.
Sin contar las superganancias de las privatizadas, Fernández & Fernández se beneficiaron estos días del reciente nivel de actividad económica argentina que les repuso el mercado, aun en pesos, a las grandes empresas. También aprovecharon que Kirchner siempre trató especialmente bien a Rodríguez Zapatero, desde cuando le dijo que ganaría las elecciones, un día en Buenos Aires, naturalmente antes del atentado de Atocha y las mentiras de Aznar, a cuando, hace poco, viajó a Costa Rica por pedido especial de los españoles.
“Somos buenos pagadores”, escuchó Kirchner en San José, un poco en broma pero no tanto, del propio Moratinos.
“Los españoles creen más en nuestro futuro que algunos sectores argentinos”, narró un diplomático que comentó ayer Bettini luego de su estreno oficial como embajador. “Entienden qué es esto de recuperar la confianza, contagiarla, transmitirla e inducirla.”
Para el futuro queda una agenda muy amplia, y también algunas incógnitas que no fueron cerradas. La forma, el ritmo y el nivel de recomposición de tarifas, obsesión de los lobbyistas argentinos de las empresas de servicios, no son el único misterio a develar.
Un punto clave es qué pasará con el proyecto de ley de régimen de servicios públicos enviado por el Ejecutivo al Congreso. Incluye partes que según las empresas son fastidiosos, como la responsabilidad de las casas matrices sobre el comportamiento de las filiales, y fija el compromiso de que una vez sancionado pasará solo un año hasta que se discuta y apruebe un régimen especial de control sobre los hidrocarburos. El gobierno de Carlos Menem privatizó el petróleo sin un sistema de supervisión de costos y formas de explotación.

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