ESPECTáCULOS
› VARGAS LLOSA, DE VISITA
Espectador de lujo para la señorita
Este jueves, el escritor y dramaturgo peruano vendrá a presenciar la puesta de La señorita de Tacna, en el Maipo.
› Por Hilda Cabrera
Mamaé cuenta historias reales y fabulosas, y “así lucha contra la muerte y los fracasos, adquiere cierta ilusión de permanencia y de desagravio”. El escritor Mario Vargas Llosa se refería de esa manera (en un artículo de 1980 impreso en el programa de mano de La señorita de Tacna, obra que se ofrece en el Teatro Maipo) a la envejecida Elvira, enamorada en su juventud de un oficial chileno en la Tacna ocupada durante la Guerra del Pacífico. Eso mismo podrá manifestar ahora en persona. Será el invitado de lujo en la función del jueves, en la sala de Esmeralda y Corrientes, donde el elenco, con Norma Aleandro en el papel de Elvira y Ernesto Claudio en el de Belisario, aporta sensibilidad y compromiso bajo la dirección de Oscar Ferrigno. Este montaje se basa en la puesta original del fallecido actor y director Emilio Alfaro, quien estrenó esta pieza sobre el amor y el paso del tiempo en la Buenos Aires de 1981, con Aleandro en los mismos roles que hoy desempeña.
Nacido en la peruana Arequipa en 1936, con radicaciones, durante su niñez y juventud, en Cochabamba, Piura y Lima, Vargas Llosa no se desentendió de la escena: “Ningún género manifiesta tan espléndidamente la dudosa naturaleza del arte como una representación teatral”, sostuvo en el prólogo a la edición de otra pieza suya, Kathie y el hipopótamo, de 1982. Allí aludía a la “naturaleza impostora” del teatro y a la misión, ya en este caso de toda escritura de ficción, de “embaucar” a espectadores y lectores “fraguando ilusiones”. Ese mundo que es mezcla de fábula y realidad alentó al parecer la construcción de todas sus piezas, desde la inaugural La huida del inca, escrita en 1952. Las siguientes fueron Kathie y el hipopótamo, estrenada en Caracas en 1983; y La Chunga, de 1986, puesta en Lima, y en 1996 en Buenos Aires, con Marta Bianchi en el protagónico. Esta pieza, en parte desprendimiento de La Casa Verde, novela que –según declaró– surgió de una cabaña así pintada y era una casa de putas en el barrio de La Mangachería, fue vista en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, dirigida por Jorge Hacker.
Como opinó en aquella ocasión Bianchi, la Chunga está entre las mujeres con “alma de heroína”. Esta señora, regente de una taberna, debía librar una batalla para no ser fantoche de los otros. Otra obra, distinta de las anteriores por su tono político, es El loco de los balcones, retrato de un anciano profesor de historia del arte que se propone restaurar los balcones de la Lima virreinal, destruidos ante el avance de nuevas edificaciones. Esta pieza, estrenada en Londres en 1993, implica una crítica a los funcionarios y burócratas de fines de la década del ’80 y comienzos del ’90, aun cuando la trama se desarrolla en 1950. En un pasaje de la obra, ese profesor de arte dispuesto a salvar los balcones de estilo mudéjar de la antigua Ciudad de los Reyes amenaza: “Conozco bien las tarifas del doctor Quijano, que bien remunerado autorizaría la demolición de la Catedral de Lima”.
Por entonces, Vargas Llosa había ingresado con fuerza a la política, al punto de postularse en 1990 para presidente de Perú, representando al Frente Democrático (Fredemo). En cuanto al teatro, El loco... no fue la última. Ojos bonitos, cuadros feos, la descripción del enfrentamiento de un crítico de arte con un joven marino que intenta vengar a su novia, fue estrenada en 1996, en Lima. Además se realizaron montajes de sus textos, algunos locales, como la traslación escénica de su novela Pantaleón y las visitadoras, de 1973, en el Teatro Presidente Alvear. El texto ridiculiza al ejército peruano que, enviado a la región amazónica, es atendido por prostitutas. Aunque menos publicitadas que sus novelas, y menos conocidas que sus ensayos y artículos, las piezas teatrales de Vargas Llosa fueron editadas en su totalidad. Así lo hicieron Seix Barral, que publicó El loco de los balcones, La Chunga, Kathie y el hipopótamo y La señorita de Tacna, y la peruana Peisa, que dio a conocer Ojos bonitos, cuadros feos.