ESPECTáCULOS
› LA PLAZA PROSPERO MOLINA SE PUSO HOT
Un Cosquín con Les Luthiers, Julio Bocca y hasta topless
El bailarín abrió la quinta luna junto a Cecilia Figaredo, que exhibió lo suyo en un contexto impensado. Anoche, el Chaqueño Palavecino certificab su poder de convocatoria.
› Por Karina Micheletto
La apuesta arriesgada de la programación de Cosquín de este año –junto con Les Luthiers, que actúan esta noche– resultó más que redonda. Julio Bocca entró al sector de artistas de la plaza Próspero Molina pasando inadvertido para tanto folklorólogo con el ojo entrenado para detectar otro tipo de celebridades, y salió perseguido por una multitud de flamantes admiradores, como si se tratara de la máxima estrella folk. Lo que pasó en el medio, sobre el escenario, fue un espectáculo que incluyó tango y folklore, homenajes a Domingo Cura y Waldo de los Ríos, Norma Viola y el Chúcaro Santiago Ayala, y un topless que quedó como lo más jugoso para el comentario de vecinos del día siguiente.
Bocca abrió la quinta luna junto a la primera bailarina Cecilia Figaredo y el Ballet Argentino, frente a unas seis mil personas que siguieron entusiasmadas las coreografías propuestas por Ana María Stekelman. Fue un tango piazzoliano el que introdujo el semidesnudo de Cecilia Figaredo, poco imaginable en el contexto coscoíno. Sandra Mihanovich se sumó interpretando Tonada del viejo amor y el final, a todo despliegue con La patrulla de Chango Rodríguez, fue aplaudido largamente por un público que no salía de su asombro. Bocca, Figaredo y Mihanovich terminaron enfundados en un poncho coscoíno que les obsequiaron, y dejaron a la Próspero Molina de pie. A Bocca se le complicó más la salida posterior. La fiebre de repentinos fans del bailarín provocó corridas, aullidos femeninos y una persecución a su combi que terminaron resistiendo por más cuadras, claro, los entrenados integrantes del ballet oficial Camín.
La programación siguió con dos propuestas destacables. Laura Ros, una chica con padre y abuelo que marcan una herencia fuerte (los Tarragó Ros), pero que se largó a cantar, definitivamente, por un camino propio. La propuesta de Ros carece de estridencias y apela a la escucha atenta, todo un desafío para un escenario festivalero como éste. Casi como una impertinencia, la chica se sentó e interpretó dos temas bellos y lánguidos, Baguala para las dos, de su hermana Irupé, y un gato cancionado de su autoría. Le siguieron los responsables de una de las mejores propuestas discográficas del año pasado en materia del folklore, el dúo de los mendocinos Raúl Tilín Orozco y Fernando Barrientos. Algo que llevó al locutor oficial a presentarlos diciendo que “aparecieron como de la nada el año pasado”, borrando de un plumazo la historia de dos músicos con un largo camino en el panorama cuyano. Orozco y Barrientos mostraron su repertorio marcado por gatos y tonadas con aires de rock y con bellas letras que dejan atrás el paisaje del vino y los que lo toman como único elemento convocante de la música de Cuyo. En el final prendieron velas y dedicaron el tema Monstruo de barro a los muertos en la tragedia de Cromañón y a sus familias.
El encargado del cierre fue Jairo, que nuevamente hizo gala de su hábil manejo del público de festivales. El hombre de Cruz del Eje recorrió en la primera parte de su espectáculo su repertorio tradicional: Antiguo dueño de las flechas (Indio Toba), por supuesto, y clásicos como Piedra y camino y esos otros de su repertorio que relatan pequeñas historias con introducción, nudo y desenlace. Luego presentó temas del disco que sacó el año pasado, Ferroviario. La Gran Cacharpaya final (ese espacio reservado para nuevos intérpretes y no tanto que quedan fuera de la programación que se ve por la tele) incluyó a gente como Ica novo y Los Nietos de Don Gauna, que siguieron con música hasta bien entrada la madrugada.
Anoche la plaza mostraba un histórico lleno total con el Chaqueño Palavecino, que sigue siendo el artista más convocante del momento. La inversión en su cachet, el más caro de todos los programados (cobró 40 mil pesos), rindió sus frutos. Las plateas centrales para ver al cantante del chambergo se agotaron hace una semana, y el miércoles a primera hora de la tarde ya se habían terminado las últimas localidades. Durante todo el día la gente siguió acercándose hasta las boleterías de la plaza a pesar del cartel que hacía rato no se colgaba en Cosquín: “No hay más localidades”.