ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA CON LOS INTEGRANTES DE EL DESCUEVE
El viaje del espectador
El grupo de danza-teatro reestrena Patito feo, que invita al público a una singular travesía erótica y reflexiva.
Por Analia Melgar
A quince años de su nacimiento, ha llegado la hora de que El Descueve se asuma como grupo consagrado. Aunque sus integrantes lo desmientan de palabra y suspiren por más éxito del que ya tienen, es claro que hace rato que dejaron de ser ignotos, conocidos por unos pocos excéntricos. Sus espectáculos y su nombre viajaron por el mundo y circulan entre buena porción de los habitués al circuito teatral argentino. Ya se los vio en salas de avenida Corrientes, del Complejo Teatral de Buenos Aires y del Teatro Colón. Pero, como dice la diva de los mediodías, el público siempre se renueva y surge quien se pregunta qué es El Descueve, estos cinco artistas –Gabriela Barberio, Mayra Bonard, Carlos Casella, Ana Frenkel y María Ucedo– que organizan un sistema rotativo de dirección para cada una de sus obras.
Parte de la originalidad del grupo probablemente radique en la imposibilidad de definir sus productos con un solo término. “Si quieren saber, que nos vengan a ver”, sintetiza Casella, en una estrategia para conseguir copar la sala donde presentan su último trabajo. Patito feo estrena un nuevo teatro de la zona de Abasto. Las funciones, viernes a las 21.30 y sábados a las 22.30, se realizan en el Cubo Cultural, en Zelaya 3053. Ellos debutaron en 1990 con Criatura. Integraron el elenco de VillaVilla con De La Guarda. Actuaron en Inglaterra, Alemania, España, Holanda y Estados Unidos, entre otros países. Hoy El Descueve puede vanagloriarse de tener una estética propia. Con la estructura aproximada de un varieté o un musical, escenas de danza, canciones y teatro construyen su estilo como una totalidad híbrida, híbrida como sus creadores, formados en disciplinas diversas y capaces de virar una conversación del pensamiento abstracto al chiste grueso.
Patito feo, estrenado en noviembre de 2003, vuelve a transitar el erotismo que caracteriza al grupo. Se nutre de la historia del cuento de Andersen para mostrar lo que está detrás de la realidad visible. Mientras Bonard dirige y cuida su segundo embarazo, los otro cuatro intérpretes suman tres invitados al escenario: Daniel Cuparo, Juan Minujín y Susana Szperling. Diego Vainer es el autor de la música original (“también a la venta en todas las disquerías; señora, compre Patito feo”, pregona Casella), y se agrega Dejà vu, canción de Diego Frenkel. Masivamente conocido por Hermosura, donde la sexualidad era la temática imperante, El Descueve coloca su nueva propuesta en la misma dirección anterior.
–¿En que se parecen y en qué se diferencian Hermosura y Patito feo?
C. C.: Nuestro código siempre va por el mismo lugar. Nuestras obras están enganchadas, son sucesivas. El que venga a ver Patito feo va a recibir una corriente similar a la de Hermosura. Pero esa obra tenía una fuerte concepción de show, como nuestra versión de un cabaret o de una revista. Esta, en cambio, sucede entre cuatro paredes, dentro de una casa.
M. B.: Esta obra tiene una estética distinta porque aparentemente es mucho más sobria.
A. F.: Es el lenguaje del Descueve profundizando sobre su propio lenguaje.
–¿Qué materiales aportó cada integrante del grupo para armar esta obra?
A. F.: Para una nueva obra partimos de distintos lenguajes. En este caso, escuchamos muchas melodías hechas con cuerdas, material que se plasmó pero no de manera explícita.
M. B.: Para mí, las películas de Hitchcock y las de Buñuel fueron un inspirador: Ese oscuro objeto del deseo se me hacía parecida a Patito feo.
C. C.: Queríamos trabajar el suspenso. Nos basamos en una estética del blanco y negro, con una evocación de los años ‘50. Imaginamos que la obra transcurriría en el norte del globo. Si alguien abriera una ventana de la escenografía, vería una montaña con nieve. También hay escenas que se carajean un poco y recuerdan a Alicia en el país de las maravillas.
–Y en los resultados, ¿qué ideas lanzan al espectador?
A. F.: Nosotros sólo conducimos al espectador, no lo obligamos. Planteamos un viaje poético con preguntas existenciales. Para nosotros, en Patito feo está el tema de la muerte. El Descueve humoriza sobre las cosas trascendentes. Usar humor es una manera de ser profundo. El día a día es existencial. Preguntarte de qué vas a vivir mañana es existencial.
–¿Creen que estos planteos llegan al público o en sus obras predomina lo erótico?
M. B.: Como nos conectamos emocionalmente, siempre aparece lo sexual como signo vital: estados animales, salvajes, primarios, de la naturaleza del hombre. Está bueno que nosotros aportemos nuestra propia visión de la sexualidad porque, en general, lo sexual está dentro de patrones, de formas, de comercio, de la tapa de la revista con la cola-less.
C. C.: Trabajar con la sexualidad es como una jeringa que va directo a la recepción sensorial. Pero en El Descueve la sexualidad está dentro de un marco teatral. Que un chico se garche un sillón es un trampolín que dispara hacia otra cosa. Es más, si nuestro público buscara carnalidad, se quedaría con hambre. El que ve Patito feo, si se deja conducir y se relaja, se come un viaje. Pero relajarse y dejarse llevar es un laburo para el espectador.
–¿Cuál es la formación de los integrantes del Descueve y cómo entrenan regularmente?
C. C.: Carlos Casella: gay. (Se ríe.) Claro, mi formación es básicamente sexual. No, en realidad, me formé en el Teatro San Martín. Hice contact, kung-fu y canto. Daniel y Juan, que son invitados, tienen formación más teatral y Susana es una bailarina de años.
M. B.: Yo hice varios años en la Escuela Nacional de Danzas y luego estudié composición con Margarita Bali, contact, canto y piano. Pero nuestro trabajo creativo es pura experimentación. Para entrenarnos, salimos a correr, hacemos abdominales, clases de danza y yoga como una manera de mantener el cuerpo tonificado, laxo y alineado.
A. F.: Yo me formé en el San Martín, con millones de clases de danza, teatro y música, como María. Pero mi verdadera formación fue buscar un lenguaje con El Descueve. Es importante absorber técnica, nutrirse, tomar clases, para después tener la libertad de elegir.
–¿Cómo arman sus coreografías?
A. F.: Milagrosamente logramos armarlas entre todos. En general los coreógrafos buscan variedad, nosotros, al revés, somos bastante austeros. Usamos pocos movimientos, mucha repetición, con el sentido de entrar en estados, sin pensar en la innovación.
C. C.: Y a veces nos encaprichamos con algo. El movimiento es caprichoso, como un juego. De repente, un movimiento sólo con coup de pied. Después, un desarrollo sólo de rodillas.
–A pesar de lo difuso de la clasificación, ¿El Descueve ya salió del circuito off?
C. C.: No. Sólo podemos morder a veces un poco de otro circuito más comercial. Quizá nos asociamos con producciones que nos hacen despegar, como CIE-Rock&Pop o Ideas del Sur o el Teatro San Martín. Vamos saliendo.