ESPECTáCULOS
› UNA MINISERIE URUGUAYA
Otro club barrial que sale del pozo
La dirige Adrián Caetano y se suma a la movida de los clubes de barrio.
POR J. G.
La miniserie se llama Fútbol Club y se suma a la movida de relatos sobre clubes resurgentes, pequeños cuadros de fútbol de los barrios que sintetizan, como ninguna otra figura, la salida de la crisis. Pero esta vez la ficción (basada en la historia de un club real) llega desde Uruguay, con la firma de Adrián Caetano, quien logró que su ficción (hoy a las 23.15 en The Film Zone) fuera la primera en cruzar las fronteras del país vecino. Se cuenta la historia del club Rambla Jrs. a la manera de un docurreality representado por actores, basado en cada uno de los escollos de un club que había interrumpido los partidos por falta de ingresos y ocupaba el último puesto en la tabla de la B y hoy –después del boom, comparable al entusiasmo criollo por el ex perdedor Yupanqui– es campeón en la Primera A. “Lo interesante es el cuento de muerte y resurrección –dice Alvaro Armand Ugon, uno de sus protagonistas en la entrevista telefónica con Página/12–, una epopeya moderna en un pequeño barrio de un país muy chico dando esperanzas de que todos podemos ser Uruguayos campeones, como se llamó el ciclo en el Uruguay.”
En Fútbol Club, Caetano respeta las claves de su filmografía: entremezcla actores profesionales con gente común (la hinchada real de Rambla Jrs.) hasta generar un realismo sucio que apoya el relato en un potente aire melancólico. La historia que empieza a narrarse es la de un club que tuvo un apogeo (entre las décadas del 30 y 60) y lo fue perdiendo todo hasta no tener recursos para organizar un partido. Fundado en 1913 en un barrio obrero del oeste de Montevideo, el Rambla Jrs. llegó a ser el tercer equipo más grande después de Peñarol y Nacional, representó el sueño uruguayo inconcluso al declararse en quiebra y acumular cada vez más deudas en cada nueva temporada. Pronto, en la ficción, comienza ese tonito levemente demagógico, ese canto a “la solidaridad de la barriada” –dicen en la productora De Taquito– contra intereses personales y otras mezquindades. “En Uruguay –sigue Alvaro Armand Ugon– se llamó Uruguayos campeones y generó cosas insólitas: simultáneamente, en la ficción y la realidad, el Rambla de la vida real y el de la pantalla empezaron goleados por seis a cero y terminaron ascendiendo entre los primeros.” Quedan anécdotas tragicómicas como la del fan agitando la bandera y muerto de un infarto ante tanta emoción provocada por el primer gol en varias décadas.
¿Se encontrarán marcas de Caetano? Que no se espere el relato zarpado a lo Disputas, la transgresión temática de Tumberos, sino un tonito emotivo cercano a la alegoría. “Pero sí se va a ver esa costumbre tan típica del director, de combinar actores profesionales con gente común. Los barrabravas se apasionaban, casi en forma demencial”, cuenta el actor. Los fans siguieron el proceso de grabación desde cerca, se entusiasmaron, primero, encarnando una dimensión alternativa en la que quebraban el fracaso, y luego del estreno, comprobando la profecía autocumplida. “La Argentina –sigue el actor Armand Ugon– tiene mucho que ver con la salida de la crisis de este equipo. De hecho el técnico que llega a resolver la situación (encarnado por el actor Carlos Belloso) es un técnico argentino con muchos de los rasgos de Marcelo Bielsa, así de callado, medio loco.” Dice el actor que en ese nudo argumental se expresa una idiosincrasia: la de uruguayos con la mirada fija en la Argentina, para criticar, asignar varios de los males propios y ajenos o simplemente para consumir productos de la industria cultural. “Somos de un sentimiento –dice– de hermano menor respecto de la Argentina, nos vanagloriamos de ese perfil bajo, nos pasa lo mismo que a ustedes pero con mejor prensa.” Ese técnico –anticipan en De Taquito– es el alter ego de Caetano, un tipo que sabe mucho, bien técnico, de hablar poco, “un poco mal de la cabeza –dice Armand Ugon–, pero artífice del triunfo”. El club Rambla Jrs. resume la virtud perdida, es el antídoto contra el imperio de los no lugares (aeropuertos, shoppings), compone una movida que trasciende el caso puntual para entusiasmarse con relatos de perdedores redimidos. “La gente quiere escuchar y ver esas historias –dice el actor–... por algo es el único programa de mi país que logró pasarse en toda América latina.”