ESPECTáCULOS
› XEITO NOVO ADELANTA SU QUINTO DISCO
“Al dinosaurio de lo celta, lo nuestro hasta le disgusta”
Es un grupo argentino, pero su alma vive en Galicia. Mañana, en el ND/Ateneo, Xeito Novo recorrerá sus veinte años de carrera: “Queremos recrear la fiesta de los pueblos gallegos”.
› Por Cristian Vitale
Un minidebate desde adentro acerca de las particularidades sonoras y de identidad de Xeito Novo, grupo folk-celta de larga data en la Argentina, no hace más que determinar su amplitud y pluralidad. Al filo de volver a presentarse en vivo –mañana a las 21, en el Teatro ND Ateneo–, tres de sus ocho integrantes (Gastón Lamas, Marcelo Fernández y Daniel Pazos) se traban en una amistosa pero aguerrida disputa de café, por suerte –para la integridad del bar– sin perder la compostura. A la pregunta de por dónde se filtra el elemento porteño en lo que hacen, cada uno responde distinto. “Yo creo que en la mixtura nosotros mezclamos ramas del folklore, el tango y de la música clásica inclusive con la música tradicional céltica”, dispara Pazos, gaitero, percusionista y único integrante original de los tres. “El sentimiento que guía es lo que en Galicia llaman morriña, que es como la tristeza de no tener la tierra cerca. Esta lejanía te va forjando un pensamiento distinto. Entonces, esa mixtura es la que enriquece la música celta hecha en Buenos Aires.” Fernández, flautista, va en otro sentido. “Yo no me arriesgaría a afirmar que es una fusión. Y no me parece en todo caso que la enriquezca, tal vez los gallegos la escuchen y les parezca algo así como el tango tocado por japoneses, qué sé yo.” Y Lamas, el más joven, modera el diálogo a tiempo. “Los comentarios que hacen en Galicia de nuestro grupo son alentadores, eso es lo que vale.” Como sea, el contrapunto reproduce en otros términos la pasión que suele caracterizar cada recital de Xeito que le fue facilitando, luego de un arduo trabajo de autogestión, el acercamiento a un público distante de genes gallegos, escoceses o irlandeses.
Tras un comienzo tradicionalista –el grupo se originó en 1984 dentro de la colectividad gallega y con una estructura instrumental simple basada en gaita, tambor, bombo y pandereta–, Xeito Novo fue quebrando y quemando etapas y prejuicios paso a paso: a un primer disco bello pero tibio en riesgos (Xeito Novo, 1986), le sucede otro cuya apertura la denuncia el título (Galiamérica, 1994) y un tercero (Campustellae, 1997) que los encuentra involucrados en una búsqueda más universal. “En un momento comenzamos a escuchar música de España que incluía teclados, violines, flautas, y nos preguntamos ‘¿qué pasa acá, todo está cambiando?’ y comenzamos a adaptarnos. Lo principal es estar abiertos de mente, escuchar las propuestas y no quedarse dormidos, porque si te cerrás te pasa como a los viejos que siguen escuchando a Gardel”, arriesga Pazos. De todas formas, el disco que marca el quiebre definitivo en términos de tradición o progreso es Luz de invierno, editado en 2000, donde participan León Gieco, Lito Vitale, Rodolfo García y el Chango Spasiuk. “El cambio se cristaliza en este disco, que tiene un sonido mucho más propio. Fue cuando perdimos el miedo a irnos de la línea celta y empezamos a probar con temas y arreglos propios. Hoy nos codeamos con los más grandes músicos del universo”, bromea Marcelo. Para el recital en el ND, Xeito prevé mechar los temas históricos que más identifican a sus seguidores con un par de composiciones que serán parte del próximo trabajo –el quinto–, que planean editar a fines de septiembre. “Tratamos de recrear la fiesta de los pueblos gallegos con temas que se tocaban antiguamente en bares y aldeas en los momentos de festividad”, sostiene Gastón. “La nuestra es una música que va ligada al corazón”, agrega Fernández.
–¿Fue duro abrirse camino en la selva? Cuando ustedes salieron no había un circuito de música folk celta en el país.
Daniel Pazos: –El primer disco no tenía batea donde ponerlo...
Marcelo Fernández: –Lo ponían en “new age”, que no tiene nada que ver con lo que hacemos. En la primera época se nos limitaba al circuito de la colectividad gallega, hasta que vimos que la cosa trascendía y comenzamos a crecer.
–Grabaron sólo cuatro discos en 20 años. ¿Cuesta ser prolífico en el género?
D.P.: –En términos de producción musical podríamos grabar tranquilamente un disco cada dos años, pero nuestro trabajo siempre fue muy casero y nos impidió ser más prolíficos debido, básicamente, a impedimentos económicos. Nos dimos la cabeza contra la pared durante años.
–¿Cómo tomaron los sectores más tradicionalistas la renovación que propusieron sobre todo en Luz de invierno?
Gastón Lamas: –Y al oyente de música gallega tradicional lo nuestro le suena demasiado moderno y al muy dinosaurio hasta le disgusta, diría. Igual, nosotros no abandonamos del todo la música tradicional gallega o celta, aunque sí salimos un poco de ella en términos compositivos.
–Muchos músicos de rock han experimentado con sonidos celtas: Jimmy Page, Ian Anderson, Mark Knopfler (de quien tomaron Local hero en Campustellae), Rod Stewart. ¿Qué opinan de ellos?
M.F.: –Anderson me gusta mucho como instrumentista, aunque no tanto sus temas. Me gustan los efectos que logra, el sonido, el despliegue en el escenario, pero me aburren un poco los discos largos. Los escuchás cinco minutos y son geniales, pero enteros te pudren. Igual, creo que Knopfler es el que más ha aportado en este rubro.