ESPECTáCULOS
“Hacer jazz con sonido argentino”
El Quinteto Urbano es uno de los pocos grupos de ese género que suenan distintos. Hoy a la noche presentan su nuevo álbum en La Trastienda.
› Por Diego Fischerman
En el Quinteto Urbano hay dos características llamativas y ambas, según sus integrantes, se relacionan. Una es que todos los temas que tocan están compuestos por ellos; la otra tiene que ver con algo que resulta casi una obviedad: se trata de un grupo. Y las dos son verdaderas rarezas en el mundo del jazz. “Los temas están pensados para el grupo y, en especial, para los integrantes del grupo; no se trata de piezas intercambiables, ni en el caso de los músicos ni en el de la música que tocamos”, resume su trompetista, Juan Cruz de Urquiza. Un primer álbum sorprendente y un segundo que redobla la apuesta, doble y con uno de los CD grabado en vivo, alcanzaron para situar a este quinteto en un lugar de originalidad, calidad musical y riesgo sumamente infrecuentes. Si la corrección técnica, el ajuste y la posibilidad de interacción suelen ser la meta de muchos de sus colegas (no sólo en Argentina), para este grupo ése es apenas el punto de partida.
“Ofrecer música original del grupo fue siempre un objetivo, desde el principio”, asegura Urquiza. Junto a él, que también toca flugelhorn (una trompeta más grave) están Rodrigo Domínguez en saxos, Diego Schissi en piano, Guillermo Delgado en contrabajo y Oscar Giunta en batería. Este último, dice al respecto a Página/12 que “al ser cinco, las posibilidades de creatividad se multiplican con respecto a lo que podría suceder si se tratara del grupo de alguien en particular”. Al respecto, Oscar Giunta, el baterista del quinteto, agrega que “el resultado final tiene, por lo tanto, un cierto eclecticismo; los temas de cada uno poseen un color diferente según quién lo haya compuesto y eso suma”. El otro dato atípico es lo que el trompetista define como “la intención de que el grupo tenga un sonido argentino; hasta me atrevería a decir que si bien el papel de la improvisación y la manera de construcción de los solos vienen del jazz, nosotros no hacemos jazz en un sentido ortodoxo. Los temas a veces suenan a milongas, a tangos, o aparece allí algo del folklore”. Una leyenda que figura en sus discos como una suerte de subtítulo –jazz contemporáneo argentino– resulta mucho más que un slogan vacío y el grupo lo demostrará hoy a las 21.30 cuando se presente en La Trastienda (Balcarce 460) en su primera actuación fuera del circuito de los clubes chicos. Una actuación en la que contarán –otra rareza para Buenos Aires– con un piano verdadero.
No hay músico de jazz que no hable del “sonido propio”, algo que, sin embargo, cada vez es menos habitual. En un universo en donde abundan los mimetismos con el pasado y con una tradición que, por lo menos para los estadounidenses, resulta demasiado opresiva, el Quinteto Urbano logra lo que en este momento logran muy pocos en el mundo: sonar distintos. El secreto, para Urquiza, pasa por “trabajar con regularidad. Es muy complicado tener un proyecto propio, convocar a músicos para cada ocasión y esperar que todos aporten la energía y el compromiso que uno querría para la música de uno. La mejor manera de conseguir continuidad y de que se genere compromiso es que sea el grupo de todos. Todos nosotros sentimos lo mismo y decidimos embarcarnos en esta historia”. Giunta argumenta que “cinco tipos comprometidos con una misma propuesta estética y musical es algo que por fuerza tiene que producir un sonido poderoso. El compromiso es crucial y también lo es la continuidad, el hecho de ensayar todas las semanas. Hay temas que si tratamos de tocarlos con otros músicos no salen y que en cambio a nosotros nos salen cada vez mejor. La fuerza, los matices y el entendimiento que logramos juntos no se podrían conseguir si no hubiera un trabajo acumulativo”. Urquiza y Giunta coinciden, por otra parte, en que el fenómeno del Quinteto Urbano no está desligado de lo que el trompetista llama “un momento bastante interesante para el jazz argentino”. Ahora, dice, “se ha terminado bastante con esa costumbre de juntarse solamente para un evento en particular, algo que yo terminé aborreciendo. Durante años aquí había gente que tocaba muy bien, pero nose mostraba otra cosa que zapadas sobre standards. Tal vez fuera un buen aprendizaje para los músicos pero me parece que para el público era una propuesta muy poco atractiva”.