Sáb 25.05.2002

ESPECTáCULOS  › OSVALDO BAYER, EMOCIONADO POR UNA OBRA SOBRE SEVERINO DI GIOVANNI

“Era alguien difícil de defender”

“Nunca imaginé que el libro se continuaría leyendo casi 35 años después”, dice el escritor, luego de haber asistido al estreno de la versión teatral que el actor Daniel Ritto presenta los sábados en el auditorio de ATE.

› Por Silvina Friera

Su grito “Viva la anarquía” resistió a los embates del tiempo y las interpretaciones históricas. ¿Cómo habrán soportado sus verdugos esa mirada desafiante y corajuda, la de Severino Di Giovanni, que rechazó que le pusieran las vendas, y apenas segundos antes de que lo fusilaran, el 1º de febrero de 1931, lanzó esa declaración de principios que estremeció el alma y los oídos de las futuras generaciones? El escritor, periodista e historiador Osvaldo Bayer recuerda una frase que escuchaba de niño, y que a fuerza de la repetición se había convertido en un slogan maldito: “Es peor que Di Giovanni”. Impulsado por la intriga y el misterio que despertaba la figura del anarquista, Bayer investigó la vida de un hombre que encarnaba hasta la exasperación lo execrable para la conservadora sociedad de los años ‘20, que no ahorraba adjetivos para condenarlo: “Asesino feroz e implacable, terrorista, delincuente vulgar”. “Quería saber cómo era ser el peor de todos y me encontré con una persona muy diferente del estereotipo, un apasionado tipógrafo, editor de libros y revistas, capaz de vivir un gran amor, oculto y apasionado, con una chica de 16 años, un ser humano sensible que se rebelaba contra las injusticias porque no las podía soportar. La violencia que practicaba fue producto de la reacción contra el fascismo que padeció en Italia, sistema que lo terminó expulsando junto con toda su familia”, explica Bayer, autor de Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia.
El actor Daniel Ritto, consciente de la resonancia de este icono del anarquismo argentino, acaba de realizar una adaptación teatral libre, Severino Di Giovanni, que se presenta todos los sábados a las 21, en el auditorio de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), Belgrano 2527, con la dirección general de Pablo Silva. Ritto interpreta al anarquista, “un héroe con mala suerte”, según lo define Bayer, y María Eugenia Sacca a América Scarfó, la adolescente que fue el amor de su vida.
Bayer subraya la curiosa paradoja que ocasionó la publicación de su libro. Cuando empezó a bosquejar las primeras líneas, a fines de los ‘60, estaba latente la presencia de la guerrilla, especialmente luego del fallido intento en Tucumán (Taco Ralo, 1968). Sin embargo, el propósito del escritor, lejos de plantear una apología de Di Giovanni, apuntaba a explicitar una advertencia: “Miren a qué extremo llegó y cómo se perdió este hombre tan hermoso”, sugiere Bayer en la entrevista con Página/12. “El ERP lo tomó como libro de cabecera hasta el punto que me pregunté qué hice yo para que fuera interpretado de ese modo, cuando el objetivo de mi escritura fue diametralmente opuesto”, precisa el escritor. Di Giovanni, que nació el 17 de marzo de 1901 en la aldea de Chieti, en la región de los Abruzzos (a 180 kilómetros de Roma), estaba convencido de que la violencia era el único método para terminar con una sociedad de explotadores. A los 22 años, cuando el fascismo de Benito Mussolini se tornaba insoportable y atentaba contra sus ideales libertarios, Severino, su mujer y sus cuatro hijos partieron rumbo a la Argentina.
Vestido siempre de negro, el 6 de junio de 1925, en el Teatro Colón, Severino empezó a construir el mito que establecía que era “el peor de todos”. La colectividad italiana celebraba el 25º aniversario del reinado de Víctor Manuel III, con la presencia del por entonces presidente Marcelo T. de Alvear. Severino y otros anarquistas “malditos” les aguaron la conmemoración: arrojaron volantes y les gritaron “asesinos” a las autoridades presentes. Después de su carta de presentación en el Teatro Colón, Severino planificó una seguidilla de atentados con bombas (que él mismo fabricaba) contra los bancos Citibank y Boston. Además cometió una serie de asaltos, entre ellos, el robo a un pagador de Obras Sanitarias que le permitió alzarse con un botín de 286 mil pesos, por entonces una cifra fabulosa. “Cuando él decía que no había inocentes, se equivocaba. Es una pena que se pierda una gran personalidad por seguir creyendo que conla violencia podría vencer al enemigo”, comenta Bayer. “Era un hombre muy lleno de cualidades, pero fue muy difícil defenderlo, porque era el enemigo número uno de la sociedad.”
–¿Cambió la forma de interpretar a un personaje como Severino para las nuevas generaciones de lectores?
–Sí, a los nuevos lectores les apasiona la forma de ser de Severino, la lucha por los ideales, la rebeldía. Pero me hablan como si fuera de una época ya pasada, mientras que los lectores del ‘60 lo sentían como algo vívido y lo discutían por eso. Para los lectores actuales es un personaje novelesco más, que atrae principalmente a los jóvenes. Ahora, de ahí a tratar de imitarlo hay una distancia abrumadora. Me dicen: “¡Qué época magnífica era ésa!”. Sin embargo, creen que ahora no se puede aplicar el mismo camino que Severino, a diferencia de lo que me comentaban en los ‘60. Con el libro quise demostrar cómo puede brotar la violencia de abajo contra la violencia de arriba, qué peligrosa y a qué extremos puede llegar, que en el caso de Severino se origina por su sufrimiento respecto del fascismo italiano. De ahí que sus atentados, en gran parte, son contra la embajada italiana o sitios relacionados con la Italia fascista. Los asaltos que hizo tuvieron el objetivo de ayudar a algunos compañeros perseguidos e impulsar su periódico Cúlmine. Nunca imaginé que este libro se continuaría leyendo casi 35 años después de que lo escribí.
–¿Existe la posibilidad de que en la Argentina surjan personajes como Severino, que reaccionen contra la violencia de este sistema, que algunos podrían considerar similar a la del fascismo italiano?
–Estuve en muchas asambleas populares porque quieren material histórico para debatir, y tengo la sensación de que están lejos de convertirse en futuros Severinos, a pesar del fascismo-duhaldismo. Los asambleístas tienen un lenguaje muy diferente del de los ‘60 o ‘70. Todavía nadie planteó empezar con ataques con bombas contra determinados puntos emblemáticos de las finanzas, la industria o del gobierno.

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