Lun 17.06.2002

ESPECTáCULOS  › TEATRO

“La improvisación teatral no es algo superficial, sino un verdadero arte”

El actor Mosquito Sancinetto defiende esa modalidad artística, de notable éxito entre los jóvenes, y previene sobre sus riesgos.

› Por Cecilia Hopkins

Con B.B. Veneno, el andrógino maestro de ceremonias que animó Fragmentos de una Herótica en la desaparecida Babilonia, Fabio Sancinetto comenzó a llamar la atención del público. Transcurrían los últimos años de la década de los 80 y la modalidad del varieté ya se había instalado en los reductos del under porteño. Después de esa primera experiencia fue que nació el personaje de Mosquito, otra criatura travestida y provocadora, que debe su nombre al personaje que Fabio había interpretado en Los chicos de la guerra, el film de Bebe Kamin. El actor siguió animando a Mosquito en incontables fiestas y shows, al punto de incorporarlo como parte de su personalidad de escena. Aun cuando, después de estudiar con el francés Claude Bazin, se convirtió en uno de los impulsores locales de los Matches de Improvisación, una modalidad de teatro que se acerca al deporte. Desde su inefable personaje, entonces, Sancinetto viene conduciendo desde hace quince años las competencias teatrales que involucran a dos equipos de actores que deben medirse en la realización de un breve sketch, cuyo título y estilo ha sido sugerido previamente por el público. Queda a consideración de un árbitro la penalización de cualquier inconducta de los participantes, entre las que figura hasta el “delito” de sobreactuación.
“La improvisación en el teatro no es algo banal o superficial sino que es un verdadero arte” –afirma Mosquito en una entrevista con Página/12– “tanto, que requiere de un actor con mucha formación”, sostiene antes de pasar a detallar el plan de estudios de la flamante Escuela Integral de Técnicas de Improvisación que acaba de abrir bajo su dirección en el Centro Cultural Borges. Se trata de una carrera de tres años de duración que contempla estudios de actuación y técnicas de movimiento y canto, que incluye en el último año laboratorios donde se efectuarán cruces entre la improvisación teatral y las artes plásticas o la música. A modo de plataforma de lanzamiento de su escuela, Mosquito estrenó en el C.C. Borges Improvisación Registrada, espectáculo que consiste en cuatro historias, esta vez interpretadas por un solo equipo compuesto por seis actores, entre los que está Sancinetto. Ya no será un match porque no existirán competencia ni arbitraje, pero el público seguirá decidiendo el tema y el estilo y como novedad, podrá sugerir también el desenlace.
El actor admite que los actores de los Matches de Improvisación corren con el peligro de instituir estereotipos: “Ese riesgo existe, por eso uno trata de combatir el cliché y no abusar de todo aquello que ya dio buen resultado, siempre pensando en un público exigente”. Mosquito se entusiasma describiendo las posibilidades de estilos que admite el arte de la improvisación: “Es una forma de rever y revalorizar nuestras raíces: tomamos el sainete y también los estilos del cine argentino de los años 30, 40 y 50, con sus comedias ingenuas o de teléfono blanco y sus melodramas, con esos textos grandilocuentes que venían acompañados de actuaciones armadas y tan poco naturales. También actuamos según los estilos Almodóvar, telenovela o unitario de TV”, detalla.
Sancinetto se siente alejado de otras formas de teatro porque en su opinión “los autores jóvenes están meando fuera del tarro aunque sus espectáculos estén bien hechos y vayan a festivales: son muy intelectuales, están inspirados en tendencias europeas que hablan a pocos con un lenguaje que no está cerca de nuestra gente”. También admite que hoy repasa con una mirada muy crítica algunas actuaciones suyas del pasado: “Ya no quiero quedarme en la imagen, en el número frívolo, sino que quiero decir cosas desde un lugar visceral”, subraya y adelanta que en las fiestas “Ilusión, alegría, lucha y baile” que piensa animar apenas reabra Moroco, va a hablar largo y tendido: “Tenemos que hacer una verdadera revolución con la cultura”– afirma, anticipando la tónica que tendrán sus monólogos–, “tenemos que refundar el país y dejar de lado losegoísmos, los individualismos, para no hacer de la crítica un deporte nacional. Porque si no nos volvemos solidarios nos van a destruir los empresarios, la banca mundial y todos aquellos mezquinos que sólo vivieron para tener su lavarropas y su televisor color, que son los que ahora reaccionan no por el sufrimiento de los otros sino porque les tocaron el bolsillo. Son los mismos que se callaron durante la dictadura, los que todavía le tienen miedo a la dirigencia de izquierda... si llevo todo a un contexto de telenovela, yo digo que éste es un país de villanos, que admira la maldad de los poderosos, aunque por afuera la critiquen”.

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