ESPECTáCULOS
› LOS RATONES ABREN HOY UNA TEMPORADA DE ROCK EN EL LUNA PARK
La segunda adolescencia paranoica
Juanse, líder del grupo, explica esta suerte de renacimiento de los Ratones, que renovaron su público después de haber sido durante años, los clones criollos de The Rolling Stones.
› Por Pablo Plotkin
“Si era loco a los 12, a los 50 seré impune.” Si algo se le debe reconocer a Juanse, es que siempre supo lo que quiso. O al menos siempre aparentó saberlo. Entiéndase por Juanse al personaje que está al frente de los Ratones Paranoicos, esa estrella de rock exagerada que se convirtió en el alter ego tiempo completo de Juan Sebastián Gutiérrez. Juanse, entonces, siempre quiso rock and roll. Siempre hizo rock and roll. En 16 años de existencia, su banda concretó casi todos sus sueños de juventud y sobrevivió a cuanto exceso y moda se interpusiera en el camino. Compusieron muchos hits, consumieron muchas cosas, tocaron con los Rolling Stones, fueron la banda de sonido del programa de Marcelo Tinelli, perdieron popularidad frente a las bandas de barrio, renacieron al galope de una canción que terminó sonando en la propia Bombonera durante el homenaje a Maradona. Imperturbables en su forma de entender el rock, los Ratones llegan al 2002 ostentando cierto clasicismo y vigencia popular, y con un disco –Los chicos quieren más– que parece documentar una especie de segunda adolescencia. En un año de vacas raquíticas (y mutiladas), la banda vendió todas las entradas para su show de mañana en el Luna Park y agregó una segunda fecha (la de hoy), que será a beneficio. El Luna está volviendo así a ser un escenario importante para el rock nacional: luego se sucederán allí durante julio shows de Charly García y Los Piojos.
–¿En qué medida ésta es una etapa de “renacimiento”?
Juanse: –Nosotros nos habíamos tomado un descanso de tres años, pero fue un descanso a la argentina, o sea que no pudimos dejar de trabajar. Veníamos de una gira con los Stones por acá y por Chile, grabamos dos discos, seguimos componiendo. Lo recomendable, en términos de la industria, no era hacer lo que hicimos. Pero lo necesitábamos. Y en cuanto a renacer, siempre se renace un poco. Es como cuando Bela Lugosi llenaba las fichas de los hoteles: ponía “Conde Drácula” y decía que tenía 800 años. A nosotros nos resbaló siempre eso de volver, irse o no estar. Nunca pretendimos ser número uno. Lo fuimos, y sabemos que no es muy redituable. Ni siquiera termina de ser bueno en términos económicos, porque cuanto más tenés, más gastás. Es lo mismo.
–¿El rock no presupone la idea de pretender ser el número uno?
–Sí, pero prefiero disfrazarme de uno que quiere ser número uno pero no serlo, porque no sirve para nada.
–¿Tiene que ver con la exposición pública?
–La exposición forma parte del proceso vital. Cuando se es pendejo es lógico que haya cierta sobreexposición, sobre todo cuando tenés una banda a la que le va bien. Pero en ese aspecto no tengo nada que decirle a nadie.
–¿Cómo ven el hecho de que sus canciones se difundan tanto como cortinas de radio y televisión? Volvió a pasar con “Para siempre”.
–Adquirimos mucha experiencia en eso de colocar canciones de alta difusión todo el tiempo. Lo que pasa es que cuando aparecen estas canciones, que son especiales dentro de las especiales, se produce una falta de control total sobre la difusión, la compra y la venta. La canción la usa el que quiere. Supongo que le habrá gustado a mucha gente, y por eso la usaron tanto. A Andrés (Calamaro), por ejemplo, le sucede aún más seguido. La diferencia es que nosotros somos un grupo de rock and roll y Andrés es un gran artista pop. Las canciones más accesibles desde el punto de vista armónico o melódico tienen cabida en más lugares. Nosotros hacemos rock and roll. Entonces buscamos alternativas. Una fue hacer un tema con Andrés, porque nos gustó el estilo. Por una vez había que hacerlo.
–¿Alguna vez pensaron en salirse del rock and roll clásico?
–Al principio, cuando empezamos, fuimos muy criticados. Pero estábamos rodeados de gente que supo cuidar a la banda y afianzarla en el camino que había elegido. Eso nos sostuvo parapoder establecer nuevas pautas. Hoy no me arrepiento de absolutamente nada. Siempre mantuvimos nuestro estilo y eso hace que podamos tocar los temas de todos nuestros discos, del primero al último. Por otra parte, el público sigue renovándose. El 60 por ciento de los chicos que nos vienen a ver ni siquiera hablaban cuando nosotros sacamos el primer disco. Es un público que tranquilamente podría estar firmando autógrafos dentro de un par de meses, porque tiene una personalidad muy grande.
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