ESPECTáCULOS
› “TEMPORAL”, DE CARLOS ORGAMBIDE
Lluvia de verano
› Por Martín Pérez
Una estación de tren de pueblo, un jefe de estación algo alejado de su mujer, la mujer del jefe de estación dedicada a soñar mirando telenovelas, un ingeniero ferroviario que llega a investigar si tiene sentido que el pueblo tenga estación. Y da la casualidad que este ingeniero llegado a revisar la existencia de la estación –y, por lo tanto, la existencia de un jefe de estación– resultará ser un viejo amor de la soñadora mujer de dicho jefe de estación. Que prefiere ir a cazar antes que estar con su mujer. Algo que no le sucederá al recién llegado, decidido a despertar los sueños olvidados de aquel viejo amor.
El jefe de estación está interpretado por Rodolfo Ranni, su mujer es Ingrid Pellicori y de Jean-Pierre Noher es el papel del ingeniero. Para Enrique Liporace está reservado el rol de dueño del almacén del pueblo, un papel que –si se toma en cuenta su reciente protagónico en Bolivia– confirma que su destino actoral parecería ser detrás del mostrador. El papel que cumplen los cuatro protagonistas estelares de este noveno largometraje de la filmografía de Carlos Orgambide quedará claro en los primeros minutos de metraje. Y después todo será cuestión de esperar. Demasiado. Porque, a pesar de su escaso metraje (no llega a la hora y media), Temporal es un film al que su historia le queda corta. Y tal vez por eso sea que sus protagonistas repiten dos veces sus parlamentos, aquí y allá.
Cortometraje estirado, el film de Orgambide intenta nutrirse de las pequeñas historias que rodean el drama central. Tal como su título lo indica, su(s) conflicto(s) estallarán con la llegada de una tormenta, anunciada varias veces por personajes que otean el horizonte. Porque, realmente, no tienen mucho más para hacer en el infierno de pueblo pequeño fabricado por un film aún más pequeño y limitado, habitado por personajes de una resignación a tono con una película con muy poco para contar.
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