Jue 04.07.2002

ESPECTáCULOS  › UNA COMPARACION ENTRE “THAT 70’S SHOW” Y “THAT 80’S SHOW”

La batalla de las décadas

Las series de Sony pasean por las convenciones de cada época y, vistas en conjunto, ayudan a recordar que ningún tiempo pasado fue mejor.

› Por Julián Gorodischer

Eric tiene una familia bien constituida; Corey es hijo de un hogar desmembrado de los ‘80. Es sólo una de las diferencias que separan a dos de las series fuertes de Sony: “That 70’s Show” y “That 80’s Show”, que llegó para agregarse al fenómeno ayuda-memoria, con historias tejidas para narrar otras décadas. Marcey Carsey y Tom Werner, productores que cambiaron el tono realista predominante por la crónica de una familia extraterrestre en “3rd Rock from the Sun”, descubrieron en el 2000 otra fórmula: superpoblar media hora con citas al pasado. Les dio resultado.
El molde de las dos series es el mismo: familia y grupo de amigos para rodear a un joven protagonista. Los ‘70 de Eric le otorgan un aire despreocupado, siempre tendiente a la pérdida del tiempo o al baile de música disco, o a las excursiones en un viejo Mustang. El de Corey, en los ‘80, es otro destino: lidiar contra el mandato de éxito de su padre publicista, que lo emplea y lo despide, sentirse un poco fracasado como vendedor de discos por no responder a la doctrina de la época: “Ganarás dinero”. Corey fue diseñado rebelde a los cánones de su tiempo, como un buen recurso para volverlos arbitrarios, y entonces no llega a comprender la elección bisexual de su novia, el coqueteo de ésta con su hermana; ve pasar la cocaína pero no prueba, y convence a la chica punk de las bondades de un look “más normal”. En esa mirada extrañada de su tiempo, reforzada por un andar fuera de sitio, Corey se diferencia de su alter ego en los ‘70, Eric, que no necesita diferenciarse. Los ‘70 y su premisa bohemia, la música disco, la familia completa, el proyecto de sueño americano en su apogeo, admiten un chico involucrado. Los oscuros ‘80 y su premisa armamentista, las drogas duras, la apertura sexual, imponen a Corey la sorpresa por lo que vive.
Para los felices ‘70, Carsey y Werner pensaron una barra feliz acompañada de padres molestos, pero inofensivos. El tono de comedia no se altera, ya sea para narrar la torpeza de Eric o la rareza de Fez, su amigo centroamericano, o la rivalidad de Eric con su hermana consentida. Para los oscuros ‘80, los productores previeron una ausencia: la madre de Corey, en un hogar “golpeado” por el divorcio, y la condición workaholic de su padre. La superficialidad de los romances de Eric y amigos deja paso al dilema de la novia de Corey, que lo deja por su hermana. Y la luminosidad de la pista disco cambia por el sórdido ambiente donde varios vuelven congestionados del baño.
Los ‘80 proveen más material documental, y por eso “That 80’s...” se llena de “personajes de la vida real”. Los chicos miran “Dinastía”, y aplauden cada bofetada de Joan Collins a Linda Evans. Miran mucha tele y la utilizan para nutrir sus conversaciones sobre Don Johnson o Boy George. En los ‘70 todos son un poco extravagantes, y hacen un culto a la ropa original. En los ‘80, Corey y los suyos cultivan una normalidad grisácea que contrasta con los escasos diferentes. Los ‘70 integran, conforman un conjunto, incluyen a raros y convencionales en la casa de Eric, donde conviven los que fuman marihuana con la que plancha. Los ‘80 fraccionan, discriminan al raro y, de ser posible, lo convencen de que el pelo planchado, sin cresta multicolor, es mejor.
En ambas décadas y en ambas series, la América de Carter y Reagan se sueña grande o ya lo es, y acoge al extranjero (centroamericano y chino, en décadas respectivas) y lo hace parte del grupo de blancos nativos. Eric y Corey, como sus amigos, no son del todo felices en el tiempo que les tocó: uno por aburrimiento, el otro por exceso de presión. Mantienen la mueca de desgano, algo así como la marcación de que no existieron esos míticos tiempos mejores de los que habla el melancólico, pero ni imaginan lo que vendría después. Están allí, congelados en las décadas en las que vivirán para siempre, y señalan el artificio de todo imaginario de época, no por cuestionarlo sino por hacer de sus comedias algo más que unpasatiempo: la serie ayuda-memoria es una buena oportunidad para poner al pasado en perspectiva.

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