ESPECTáCULOS
“Ponemos música en este colapso”
Gustavo Cordera y Carlos Martín, de Bersuit Vergarabat dicen que la serie de shows que comienzan hoy serán “un compromiso con lo melancólico, la locura y el sexo”.
› Por Cristian Vitale
Lejos de conformar una historia lineal, el devenir de Bersuit Vergarabat es controversial: festivo y reflexivo, descontrolado y militante, compulsivo y racional. Entre Y punto..., el debut de 1992, y hoy, la banda atravesó todo: fueron sistema y anti sistema, fueron independientes y dependientes de una multinacional, fueron amor y odio, ghetto y multitud, rock, cumbia y candombe. Era hora de sintetizar la anarquía, de darle un sentido a ese pasado desordenado: el grupo encontró en esta época el hueco exacto para compilar su experiencia en un disco en vivo. De la cabeza con Bersuit da un marco de homogeneidad. El disco será presentado hoy, mañana y el domingo en Obras, donde fue grabado en diciembre de 2001. Conciertos que prometen –según dicen Gustavo Cordera y el baterista Carlos Martín a Página/12– esquizofrenia, vértigo y compromiso. “Nuestros shows tienen un tratamiento melancólico, pero también un compromiso con la locura y el sexo”, dice Cordera. “Muchas canciones son profundas y necesitan tiempo espiritual para ejecutarlas, un tiempo muy distinto a la adrenalina que generan las fiestas. Es una responsabilidad enorme conducir tu estado de ánimo y a la vez transferírselo al público. Tratamos de encontrar el centro del estado de ánimo de la canción, y no es fácil.”
–Corren riesgos...
G.C.: –Uno de ellos es caer pesados, aburrir o cargar de contenido una canción más tiempo del que corresponde. A pesar de ser masivas, las canciones de Bersuit están concebidas para una sola persona.
–Pero al componer a veces parecen pensar en un ser colectivo.
C.M.: –Es que al escribir para vos mismo, estás incorporado en ese ser colectivo. Tenés muchos conceptos que suponés comunes a todos, porque los ves en tus amigos, tu familia. Te sentís un generalizador de emociones.
G.C.: –¿A quién recordás cuando cantás la palabra “revolución”? ¿A Perón, al Che, a Firmenich o a Menem? Sos vos el que le das otra oportunidad a la palabra. Cuando decís libertad, ¿de qué hablás?, ¿de la libertad que propone EE.UU.? Con Libertinaje le dimos otra concepción a la palabra. La libertad es un mandato lícito y encuentra en el libertinaje su liberación... se libera una vez más.
–Tomando otro título de sus discos, ¿consideran a los militantes de las organizaciones piqueteras como Hijos del culo?
C.M.: –Seguro. Kosteki y Santillán eran hijos del culo. Mártires que estaban al costado, atrás. Parece que sus vidas no hubieran tenido un valor y sin embargo van a construir muchísimo, lástima que haya sido a costa de morir.
–¿Cuál sería el aporte de Bersuit en una Argentina en la que, según se deduce de la realidad, están surgiendo nuevos valores?
G.C.: –Estamos musicalizando este colapso que no es político ni social, sino más profundo, es cultural y moral. Pero antes creo que hay que destruir, porque la construcción de una nueva moral sirve sólo cuando destruís la que le precede.
–De darse esa nueva realidad, ¿qué estarían dispuestos a resignar de sí en beneficio del otro?
G.C.: –Yo viví hasta hace dos meses en una casa tomada de Dock Sud. No tengo dinero, vivo al día. Por lo tanto, me anoto para dar ánimo, música, oído y abrazos. Estoy dispuesto a ir a cocinar a una villa, tocar gratis, ir a las huertas comunitarias o charlar con gente atrapada por las drogas. A participar de todo lo que contribuya a formar la nueva sociedad. No me gustaría dar limosnas para saldar mi conciencia, como hacen esos ricos que, después de arruinarle la vida a un montón de gente, arman una asociación con fines caritativos.
–Ustedes forman parte de una generación rockera que cometió excesos marketineros, que pareció sumarse a la ficción del primer mundo... ¿se han sentido parte de ella alguna vez?
G.C.: –En nuestro caso, por ejemplo, nunca hicimos remeras. No quiere decir que no lo hagamos en un futuro. Si viene Telefónica y te propone poner la marca en los afiches para hacer un comedor escolar, ¿qué hacés? Visa nos dio la posibilidad de poner entradas a 7 pesos en uno de los Obras y aceptamos. Si hubiese sido por nosotros era no. Pero no te podés negar a que haya un sponsor que pueda ayudar a la gente. Hay que ser más dinámico e inteligente.
C.M.: –El exceso marketinero a veces se te escapa de las manos, porque necesitás que difundan tus canciones y videos para existir. Al mismo tiempo, ese exceso te cocina. Las compañías tienen una política de repetición que hace vender discos y nosotros, si pudiéramos decidir la estrategia, abriríamos todos los temas posibles a las radios en vez de repetir hasta el cansancio uno. Además, no estupidizás a la gente.
–Respecto a De la cabeza, ¿por qué retomaron “El tiempo no para” como single de difusión?
G.C.: –Porque no perdió vigencia, y parece más oportuno ahora. Además, nos sentimos identificados. En el momento en que salió, estábamos en pleno auge menemista y la canción pertenecía a un coto de gente muy hermético. En cambio hoy, después del colapso en el que está esa idea de mundo, tomó una nueva dimensión. Está siendo escuchada por gente que antes no le hubiese dado bola. Revivió junto a este nuevo país.